domingo, 7 de mayo de 2017

Hernán Castillo: “Una salida militar complicaría aún más la crisis”

Hugo Prieto                       

Prodavinci

La base del conflicto venezolano hay que buscarla en el art. 328 de la Constitución de 1999. A partir de esa disposición, que le permite a los militares “participar en el desarrollo nacional”, han copado el Estado y se han involucrado en los menesteres generales de la sociedad civil.
Hernán Castillo, experto en el tema militar, doctor en Historia (UCAB), con maestría en Ciencias Políticas (USB) y maestría en Seguridad y Defensa (Iaden), afirma que “mientras los militares participen en la política, la sociedad civil estará en peligro”.
La constituyente convocada por el presidente Nicolás Maduro es de corte corporativista, por decir lo menos, y tiene antecedentes históricos en la Italia fascista de Benito Mussolini. Se propone, además, alcanzar “la fusión entre civiles y militares, tal como sucede en Cuba”. La salida “pacífica, constitucional, democrática y electoral”, parece un espejismo en el horizonte, un objetivo inalcanzable. Sin embargo, hay que hacer todo lo que sea posible por lograrlo. La libertad tiene un alto costo en sacrificios y esfuerzos humanos. Qué estemos aprendiendo la lección en las calles, soportando una represión brutal y la violación de los Derechos Humanos, se debe a la actitud irresponsable de las élites y de la sociedad en general que subestimó el carácter dictatorial y autoritario del proyecto político del teniente coronel, Hugo Chávez.
Hay una crisis política, institucional, incluso, una crisis del Estado, pero en las Fuerzas Armadas, que son un componente esencial del Estado, aparentemente no hay crisis. No hay un síntoma de inconformidad o de rechazo con lo que está ocurriendo en el país.
La crisis en Venezuela se puede definir como el cuestionamiento de las bases culturales, políticas, jurídicas, sociales y económicas de la sociedad en su relación con el Estado. Eso es lo que viene ocurriendo a partir de la Constitución de 1999. Han venido cambiando las clásicas relaciones de convivencia, en todos los campos. Hasta el punto de que el presidente anuncia una nueva constituyente, con un conjunto de rasgos que se salen de la Constitución. Esa crisis venía solapada o encubierta por la renta petrolera. Pero al agotarse la renta, la crisis aflora en los términos más dramáticos. Hay dos grandes modelos, dos grandes bloques, en conflicto. Por un lado, quienes están actualmente en el poder con su proyecto socialista, incluso con rasgos hasta fascistas, corporativos, y por el otro, el resto de la sociedad con un proyecto democrático clásico, liberal. ¿Cuál va a salir dominante? Eso está por verse. La confrontación está en desarrollo. Sin embargo, a mi juicio, el proyecto de Hugo Chávez se agotó.
Pero no me ha respondido la pregunta. Dentro de esa crisis, hay un componente del Estado (las Fuerzas Armadas) que, aparentemente, no tienen ningún cuestionamiento. ¿Es inmune a la crisis?
No soy de esa opinión. En mi trabajo académico, sigo una línea de investigación en la cual la violencia política y el tema militar siempre han estado presentes en la vida del país. Y ahora aflora con gran fuerza, sólo que tuvimos el paréntesis (1958-1998). A excepción de ese lapso, lo que hemos tenido es violencia, caudillismo y militares. Yo no diría guerras civiles, sino como diría Vallenilla Lanz, matazones de gente. De tal manera que los militares y la violencia política han sido una constante en la historia de Venezuela. Ahora la historia retoma su curso, incluso con más fuerza, porque a partir de la Constitución del 99, los militares tienen una participación activa en el desarrollo nacional, yo creo que están jugando el peor de los papeles. Por un lado coparon y saturaron la sociedad. Y más recientemente, la represión violenta, la violación a los Derechos Humanos y el conjunto de escándalos y de delitos que conocemos en otros campos. Yo creo que están jugando un papel muy importante. No la asonada clásica para los cambios del poder, pero sí de otra manera. El mundo ha cambiado.
Si no se trata del papel clásico que conocemos, pero además está sustentado en la Constitución del 99, ¿lo que está pasando en el mundo militar es responsabilidad exclusiva del ex presidente Chávez?
No, no es materia exclusiva del teniente coronel Hugo Chávez. Esto es responsabilidad de la sociedad venezolana, de sus élites. Esto es resultado de la manera en que la sociedad civil ha enfrentado el tema de la violencia y el tema de los militares. En Venezuela ha habido un absoluto desprecio por el tema militar. Una absoluta subestimación del papel que los militares han jugado —y siguen jugando— en la política y en la historia venezolana.
Partamos del hecho de que los militares se sienten relegados y quieren reconfigurar su relación con la sociedad y con el Estado, ¿por qué lo hacen apoyando al gobierno de Nicolás Maduro?
Esa es una pregunta difícil de responder. Porque el apoyo y el rechazo que hay allí no lo conocemos. Es una institución sumamente cerrada. Además, ahora —tal como lo he dicho en otras oportunidades— hay presencia de las fuerzas internacionales del mal. Caracas es la Estambul de los años 60, donde estaban todos los pillos del mundo, que complican una conspiración. Conspirar en democracia es muy sencillo, pero conspirar y tratar de derrocar a un gobierno en estas circunstancias es mucho más complejo. Chávez conspiró entre 1983 y 1992, porque la sociedad y el sistema político relajaron todos los controles. Pero ahora no sabemos cuál es el grado de descontento, de conflicto, de tensiones, que hay allí. Se supone que debe ser equivalente o análogo al que hay en el resto de la sociedad. Pero no tenemos una evidencia concreta, empírica, material. No podemos hacer una encuesta en esa institución. Lo que sí hay es un alto mando subordinado al gobierno. Incluso, también allí, a partir de las declaraciones de la fiscal general, no sabemos cuánta unidad, cuanta solidez y cuanta consistencia tenga el alto mando. Yo soy de los que piensa que no se trata de una declaración individual, eso debe tener su contexto bien complejo, entre otro lo militar.
La crisis está retumbando en las puertas de Miraflores y con una fuerza increíble. La fiscal, con sus declaraciones, abrió un boquete, ¿Qué pasaría si el estamento militar abre no un boquete sino una rendija? Esto que llaman el régimen, el gobierno, no implosiona, sencilla y llanamente se desintegraría.
Creo que la rendija está abierta. Yo creo que este proyecto político comenzó a declinar en 2007 (derrota del referéndum constitucional) y ya está en fase terminal. No es sencillo pronosticar con exactitud lo que pudiera ocurrir. Pero sí podemos plantear una serie de escenarios. Las dos grandes declaraciones de prensa que dio la fiscal no las dio en el vacío. Creo que tiene su raíz y sus vínculos muy importantes, muy profundos, con un sector del alto mando de las Fuerzas Armadas que está en desacuerdo con una salida militar, entre otras cosas, porque una salida seria, profunda, clásica, latinoamericana, exige una capacidad que los militares venezolanos no tienen. De tal modo que no pueden sostener una coyuntura, una situación semejante, para buscar luego un desenlace.
¿Por qué dice eso?
En primer lugar porque el alto mando está profundamente corrompido. Periódicamente estamos viendo escándalos de todo tipo de delitos comunes, de Derechos Humanos y de otros problemas. Luego por cuestiones operativas. Y en tercer lugar, y esto es lo más importante, el contexto internacional no permite una salida violenta de tipo militar para América Latina. Yo diría que vamos hacia uno de los escenarios que es el peor. Ni siquiera a una guerra civil de baja, mediana o de alta intensidad, muchísimo menos, digamos, al estilo colombiano o centroamericano (años 80), sino peor aún: la anomia, que es realmente lo que estamos viendo. Una violencia desbordada, anárquica, loca. Las dos grandes bases del proyecto chavista, castrista, o como se quiera llamar, eran el apoyo popular, que el gobierno lo perdió y luego la renta petrolera, que desapareció. Es un proyecto que está en el aire, en el vacío.
Permítame discrepar de su opinión. Es cierto, el gobierno perdió el apoyo popular, así como la chequera de la renta petrolera, que se agotó, pero tiene el control de los poderes públicos y el apoyo de las Fuerzas Armadas. Es más, el gobierno acaba de llamar a una constituyente de corte corporativista que, como diría alguien por ahí, es “fascismo de librito”.
Sí, es la Constitución de Mussolini.
¿Cómo es que las Fuerzas Armadas se comprometen con una constituyente de ese tipo?
La base del tipo de desenlace que estamos teniendo está en que desde los comienzos, la oposición y buena parte de la sociedad —y eso tiene que ver con nuestra cultura política y nuestra forma de ser, muy irresponsable, por cierto—, no captó con claridad la naturaleza, el carácter totalitario del proyecto que estábamos enfrentando. Pretendimos enfrentarlo democrática y pacíficamente. Y resulta que esto requería, desde un principio, de un componente muy importante de muchísima protesta y muchísima presión en las calles. Eso no se hizo. Lo que aprovechó el gobierno para irse consolidando cada vez más. Recientemente, la sociedad venezolana se ha convencido de quién tenemos enfrente, a un enemigo, hasta el punto de que el gobierno convoca a una constituyente, no de acuerdo a las normas de la Constitución, sino cambiando todas las reglas del juego y lo hace una vez que le fracasó el Tribunal Supremo de Justicia, con las sentencias 155 y 156, a las cuales le respondió la fiscal. Ante ese fracaso y la pretensión de dominación dictatorial y totalitaria inventan esta constituyente comunal, corporativa, fascista.
¿El Rey quedó desnudo?
Está desnudo desde hace muchísimo tiempo. Y como siempre, le queda el último recurso: la fuerza, la violencia. Pero el costo va a ser muy alto.
¿Usted cree que aquí sigue planteada la famosa salida “pacífica, constitucional, democrática y electoral”?
Yo soy pesimista. Lamentablemente, creo que eso se agotó. Sin embargo, hay que seguir haciendo el esfuerzo. Hay que tratar de resolver este conflicto de una forma lo más democrática y pacífica posible. Pero yo la veo bastante agotada en términos prácticos. Aquí se han hecho algunos esfuerzos, la oposición propuso cuatro puntos y el gobierno no ha cumplido ninguno. ¿Cómo te sientas con alguien que no te respeta e incumple los acuerdos? Lamentablemente, la sociedad civil venezolana va a seguir peleando hasta el final y buscar una salida tipo Marcos Pérez Jiménez, vamos a tener que ir a una huelga general indefinida y paralizar el país. Definitivamente, una combinación de violencia de baja intensidad y protestas pacíficas y democráticas. Tal como ocurrió en la Europa comunista.
¿Realmente usted visualiza esa alternativa?
Este gobierno está muy comprometido con delitos internacionales. Se quiere mantener en el poder a sangre y fuego. Y eso no es posible en el mundo moderno. Eso era posible en los tiempos de la guerra fría, con el apoyo de Rusia y China (países cuyas sociedades y gobierno han cambiado radicalmente). De tal manera que yo soy pesimista. Esto va a tener una salida muy problemática, violenta. Es que el gobierno ni siquiera convoca a elecciones y ese es el instrumento político y democrático por excelencia, pero si no tenemos ese instrumento, ¿Qué nos queda? La protesta.
Usted es historiador. ¿De qué nos sirvieron 40 años de democracia? ¿De qué nos sirvió el 23 de Enero? Es cierto, nuestra conducta como sociedad ha sido muy irresponsable, pero alguna lección pudimos haber sacado, ¿no?
La lección que estamos sacando es que al final hay que defender la libertad; y eso tiene costos muy altos, costos humanos y sacrificios sumamente altos. Ya estamos viendo, abiertamente, la cantidad de asesinatos en las calles, la cantidad de presos políticos, ese es el precio que estamos pagando por defender la libertad. La libertad no es gratuita, tiene un costo. La defensa de democracia tiene un costo muy alto. Pero siempre se subestimó, se pensó que el país estaba bien con la renta petrolera. Incluso, en las esferas del gobierno. Pensaban que podían controlar al país, si controlaban la renta petrolera. Pero resulta que no es así. La democracia se sostiene con prosperidad económica, con prosperidad material. Pero también se sostiene, principalmente, con valores. Ese es el aprendizaje que hemos tenido. A su vez, ha sido la barrera que ha confrontado este gobierno, sobre todo en los sectores de la juventud venezolana, que ha salido a las calles a defender la libertad. Ese ha sido el aprendizaje que hemos tenido.
Si esa es la alternativa, pues la lucha en las calles es muy desigual. Aquí la población se está enfrentando a unas fuerzas policiales y militares que están reprimiendo con saña. Todos los días hay asesinatos y un nuevo contingente de presos políticos. Todos los días se constata una nueva violación a los Derechos Humanos y a la Constitución. ¿Puede la gente salir todos los días a las calles a inmolarse?
Ese es el desafío que tenemos. Yo creo que sí, permanentemente salir a la calle hasta resolver la situación. Igualmente lo era muy desigual en la Rumanía de Ceaușescu. E igualmente lo ha sido en los países latinoamericanos que han luchado contra las dictaduras en los años 70. Lo pudieron superar de distintas maneras. Vamos a ver, en el caso venezolano, de qué manera vamos a superar esta situación. En contraposición a ese conjunto de experiencias trágicas a las cuales me he referido, yo creo que el mundo, la OEA, y los organismos internacionales, están jugando un papel muy importante.
¿Por qué los actores políticos no han propuesto cuál sería la reconfiguración de las relaciones entre el Estado y el mundo militar, entre la sociedad y los militares?
Yo creo, y he insistido en ello, que la base de esta crisis tan profunda está en el cambio que se le hizo al papel que los militares debían jugar en el sistema político, previsto en Constitución del 61, y modificado en la Constitución del 99. Con los militares venezolanos hay que hacer lo que hizo Guzmán Blanco con la religión: separarlo del poder del Estado. Y la Constitución del 99 (art. 328) lo que hizo fue involucrarlos directamente en la participación política y activa del Estado. Esa es la raíz de nuestros problemas. Coparon el Estado. Cuando los militares intervienen políticamente, la supervivencia de la sociedad civil está amenazada. A los militares hay que sacarlos del Estado, a cumplir sus funciones naturales. Mientras ese maldito artículo 328 no se cambie, los militares pretenderán, de distintos modos, dominar a la sociedad civil, tal como lo estamos haciendo ahora. Esa es la raíz más profunda de la crisis venezolana.
Tenemos a una sociedad cada vez más militarizada. El gobierno tiene una meta: 500.000 milicianos armados. Y tal como lo ha dicho, los militares han copado el Estado. Venezuela debe ser el paraíso soñado por el sector castrense. Una sociedad obediente y no deliberante. Un ejército de 30 millones de soldados.
Yo soy de los que creo que en esa reunión de lo que ellos llaman constituyente comunal, el primer punto de los ocho que planteó el presidente, remite a las relaciones entre civiles y militares. Yo creo que ahí van a profundizar un poco más. El art. 328 señala la participación activa de los militares en el desarrollo nacional, creo que el siguiente paso que van a dar es la fusión de los militares con la sociedad. Lo que es muchísimo más grave. Tal como funciona en Cuba, en Corea del Norte y en los países comunistas totalitarios.
¿Eso es lo que se va a profundizar?
A mí manera de ver, sí. Ese es el desafío que tiene la sociedad venezolana: la lucha contra el autoritarismo. Resultado, por un lado, del desprecio de la sociedad y del sector político hacia las Fuerzas Armadas y luego por el papel que ellos (los militares) han jugado en la historia de Venezuela. Entonces, tratan de sostenerse a sangre y fuego en el poder con el nuevo ingrediente que hemos visto, los escándalos en materia de drogas, en materia de terrorismo, en materia de violaciones a los Derechos Humanos y en materia de corrupción en general. Pero mientras los militares no sean reducidos a sus funciones estrictamente técnicas y profesionales, la sociedad civil estará amenazada. No estoy de acuerdo con la eliminación del sector militar, como lo hizo Costa Rica y como se ha planteado en Uruguay. Venezuela tiene un conjunto de problemas geopolíticos sumamente importantes por su relación con los vecinos y además tiene la primera reserva petrolera del mundo. Necesitamos unas Fuerzas Armadas altamente tecnificadas, pero pequeñas, con funciones de defensa muy específicas. Además, tenemos otro ingrediente que agrava aún más la situación, las fuerzas paramilitares, los llamados colectivos, que están jugando un papel muy importante en la represión. Incluso, hay denuncias de influencias extranjeras en esos grupos, que son una combinación de delincuentes y activistas políticos del gobierno, disparando y reprimiendo a la protesta pacífica venezolana. Eso complica aún más la situación y los desenlaces.
Me cuesta creer que en el sector militar no haya cabezas pensantes que apuesten a un país moderno, reinstitucionalizado y democrático. Un país con posibilidades de desarrollo material y avances.
A todos nos cuesta creer, pero yo digo que afortunadamente es así. Esta crisis la tenemos que resolver los civiles solos, sin el apoyo militar. Si involucramos a los militares en esta salida, la situación se va a complicar muchísimo más. Que sigan jugando su papel en la represión, al final será la sociedad civil la que tendrá que resolver y colocar a los militares en el lugar donde siempre han debido estar, porque ellos no tienen que estar en estos menesteres generales de la sociedad. Tal como están ahora. Yo estoy en contra de una salida militar violenta. Sin embargo, no soy ingenuo. Ellos han jugado un papel en la historia venezolana y seguramente lo van a seguir jugando en la situación venezolana. Pero ojalá sea una mínima participación, una mínima intervención, pero no sería nada deseable. Esto lo tiene que resolver a costos y sacrificios humanos muy altos la sociedad civil. Para que después las Fuerzas Armadas no tengan ningún tipo de autoridad para pretender ningún tipo de privilegios y fueros especiales como los tienen actualmente.

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