El chavismo: Todo el dinero, todo el poder y solo hay miseria
Carlos Tablante
Esta
semana terminé de leer el libro de Leopoldo López y Gustavo Baquero
“Venezuela Energética”, una propuesta para el bienestar y el progreso de
los venezolanos, y a su vez, como dicen los autores, una invitación al
debate de una visión petrolera fundamentada en el aumento de la
producción, de gas y de energías renovables para convertirnos en uno de
los principales productores mundiales, en el marco de una verdadera
democratización del petróleo, distribuyendo parte del ingreso petrolero
directamente a cada venezolano para su bienestar definitivo y
sostenible. Sobre ello comentaremos en varias notas próximamente, pero
sin duda, se trata de ideas de mucho interés para la Venezuela que
queremos y seremos.
Según
el trabajo de López y Baquero, este régimen ha recibido más de un
millón y medio de millones de dólares en 15 años, además de lo obtenido
por el endeudamiento que sobrepasa los cien mil millones de dólares,
algo difícil de creer al observar la miseria en la que está sumergido el
país.
De
todas las tragedias que estamos viviendo, la más dolorosa es la muerte
de nuestros niños por desnutrición. A pesar de que el régimen trata por
todos los medios de ocultarlo, la realidad está allí, dolorosamente
presente: 11.446 niños menores de un año murieron por desnutrición en
2016.
El
trabajo que publicó el diario The New York Times, luego de cinco meses
de investigación en los hospitales públicos, pone en evidencia una vez
más el fracaso de un sistema político anacrónico, inviable e injusto
pero sobre todo, profundamente corrupto, que ya es la marca de identidad
de quienes han desgobernado de manera perversa porque además dicen que
lo han hecho “en nombre de los pobres”. Nos han igualado a todos, es
cierto, pero hacia abajo, en el empobrecimiento y aumentando el control
sobre todo un pueblo, de un régimen ineficiente y corrupto, a través del
asistencialismo y la represión, como ha sido la terrible experiencia
del pueblo cubano.
Como
aragueño, las imágenes de las mujeres y los niños de San Casimiro
sumergidos en la miseria y la hambruna más absoluta, me duelen
profundamente. Resulta incomprensible que una zona con el potencial
agrícola como el que tienen los valles del sur de Aragua se encuentre en
esa desesperada situación: sin alimentos pero también sin agua, sin
vialidad y sin seguridad, como claman sus vecinos.
El
actual gobernador del estado, general Rodolfo Marco Torres, es uno de
los corresponsables del hambre que sufren los venezolanos. Ha manejado
las finanzas públicas durante más de una década desde posiciones como
tesorero de la Nación, ministro de Finanzas y de la Banca Pública pero
sobre todo, como ministro de Alimentación y responsable de la
importación de alimentos junto con sus compañeros de armas Carlos Osorio
y Giuseppe Yoffreda.
En
2016, luego de una amplia investigación de la Comisión de Contraloría,
la Asamblea Nacional sancionó a Osorio, Yoffreda y Marco Torres por
tener responsabilidad política en hechos de corrupción en la
distribución e importación de alimentos. Como ya es usual (recordar caso
Rafael Ramírez), Maduro no solo no ordenó ninguna averiguación que
corroborara o desmintiera al parlamento, sino que mantiene a los
cuestionados funcionarios públicos en posiciones de poder pero sobre
todo, de administración de los escasos recursos que aún le quedan a la
nación.
No
se puede esperar otra cosa de quien tampoco hizo nada ante uno de los
casos de corrupción más graves que se conozca a nivel mundial: Pudreval.
Solo hasta 2014 Venezuela destinó mas de 2.400 millones de dólares a la
compra de un millón de toneladas de comida. De esa suma, solo se habría
entregado el 14 por ciento. El resto fue hallado en estado de
descomposición en contenedores enterrados en Puerto Cabello, Valencia y
Tinaquillo.
El
régimen de Maduro no tiene interés en reactivar el campo venezolano y
producir alimentos. Lo que los altos funcionarios y los boliburgueses
que hacen negocios con ellos desean es obtener dólares a tasa
preferencial para importar alimentos. Si estos alimentos llegan o no a
la mesa de la familia venezolana no es de interés para la cleptocracia
que desgobierna como quedó demostrado con el caso Pudreval donde los
responsables de Pdvsa-Pdval-Bariven, CASA, Veximca, Suvinca, Seniat,
Ministerio de Salud, GNB y sobre todo, la Contraloría General de la
República, miraron convenientemente para otro lado – seguramente vía
sobornos express – y dejaron que se perdiera un millón de toneladas de
alimentos, además de que se realizaran millonarios guisos con el
diferencial cambiario, tal como denunciamos en el libro El Gran Saqueo.
Como
lo hemos dicho, está claramente demostrado que la corrupción política
es la principal llave que abre la puerta a la violación sistemática de
los derechos humanos, es decir, de los derechos económicos, sociales,
culturales y ambientales. Además del fracaso del sistema autoritario y
militarista que nos tratan de imponer, el gran saqueo de los dineros
públicos, calculado en mas de trescientos mil millones de dólares, es la
causa principal de los males que estamos padeciendo.
En
el debate realizado la semana pasada, por iniciativa del diputado Juan
Guaidó, la Asamblea Nacional aprobó en primera discusión el proyecto de
Ley para la recuperación de los bienes robados a nuestro pueblo,
elaborado por la Comisión de Contraloría durante la gestión de Freddy
Guevara.
Sin
duda, la lucha contra la impunidad y por una administración
transparente y eficiente de nuestros ingresos petroleros, es la
prioridad en la agenda por el cambio político urgente que clama el país.
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