TRINO MARQUEZ
El acuerdo de los partidos
políticos más importantes de la oposición de no participar en las elecciones
del 10 de diciembre fue un error muy costoso, que debe enmendarse lo más pronto
posible. Sin combatir, se le entregó al régimen la cabeza del Poder Municipal, el
alcalde, en la inmensa mayoría del país. Se desperdició una nueva oportunidad
de confrontar al gobierno en el terreno electoral. Luego de la derrota del
domingo 10 de diciembre, se llegará a República Dominicana en unas condiciones
de debilidad extrema, incluso en el área de las exigencias electorales.
Ese
descalabro, producido en gran medida por
la abstención de los sectores democráticos, ha alimentado la frustración y el
desaliento. Ahora será más difícil animar la gente para que asuma con
entusiasmo el inmenso reto de derrotar a Nicolás Maduro en los futuros y,
probablemente, cercanos comicios presidenciales. La dirigencia opositora, sin
proponérselo, se alió con el gobierno para restarle importancia al voto como
instrumento de lucha política y fuente para el cambio de los poderes públicos.
¿Cómo explicar que un atleta que no compitió en la carrera de cinco mil metros
porque se sentía mal, al rato quiera
participar en el maratón olímpico?
La idea de que
la ruta electoral quedó cancelada luego de la elección de la Constituyente, y las
elecciones de gobernadores y alcaldes, ha venido tomando fuerza. El régimen se
proyecta como invencible e invulnerable. Esta percepción confunde planos diferentes.
Es cierto que el gobierno y su instrumento
político fundamental, el PSUV, han pervertido el sufragio. La gente elige
a los representantes del oficialismo a partir del miedo y la extorsión. El
control de los centros de votación les permite abultar las cifras de votantes a
su favor y cometer toda clase de delitos electorales –como el perpetrado por Luis
Motta Domíguez- con total impunidad. El ventajismo tiene que ser enfrentado con
demandas para que se cumpla la ley electoral y, sobre todo, con una
organización espartana por parte de los opositores. Asistir a una contienda
electoral sin cuidar cada detalle de la elección, resulta un craso error de
ingenuidad. La única forma de desmontar las trampas del régimen es organizando
un maquinaria capaz de contrarrestar las artimañas.
A los
abstencionistas les admito que la lucha no es sólo electoral, pero ¡ojo!,
también es electoral. ¿Por qué? Porque las elecciones, más que una oportunidad
para legitimar al régimen, como sugieren quienes se oponen a acudir a los
comicios, es un escenario para mostrar la ineficiencia, la corrupción y el
autoritarismo y del régimen. Piensen en la oposición cubana. Más oprobiosa que
esa miserable y añeja dictadura no hay
en América Latina. Yo quisiera saber si a la oposición isleña le ofrecieran concurrir
a unas elecciones, saldrían con el cuento de que van a atornillar al Partido Comunista
Cubano y al senil Raúl Castro. Desde luego que no. Participarían aunque no
fueran esos unos comicios competitivos, ni transparentes, ni equilibrados, pero
que constituirían una excelente oportunidad para entrar en contacto con el
castigado pueblo cubano, para hablar de sus problemas y organizarlo. La
distorsión en Venezuela reside en que no estamos utilizando las elecciones para
nada distinto a buscar votos, a pesar de que el país se hunde en la miseria y
la ruina.
Si Nicolás Maduro logra atenuar un poco
las sanciones financieras internacionales, resulta altamente probable que
convoque las elecciones presidenciales el primer semestre del año entrante.
Julio Borges ha dicho que la MUD está preparada para realizar los comicios
primarios de inmediato y encarar la candidatura de Maduro. Esperemos que su
opinión refleje la realidad, pero hasta el momento no existe ningún indicio que
permita ser tan optimista. Independientemente de lo que decida el régimen
acerca de la fecha, la dirigencia opositora está obligada a resolver sus diferencias
internas, unificarse en torno a una estrategia que incluya la selección del
líder que será candidato presidencial, el programa de gobierno que se les
presentará a los venezolanos y la plataforma organizativa que encarará a las
huestes maduristas. Ese conjunto de
decisiones hay que adoptarlas al despuntar 2018.
La
recuperación de las elecciones como alternativa válida para combatir el régimen
supone presentarle a la nación un plan realista e integral de objetivos e instrumentos. De lo
contrario, los comicios serán vistos por la inmensa mayoría de la gente, no
solo por los abstencionistas, como una carta
al Niño Jesús.
@trinomarquezc
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