ISMAEL PEREZ VIGIL
Pues sí, yo sí estoy de acuerdo con el diálogo entre la oposición y el gobierno y con que se hayan suspendido el juicio al Presidente en la Asamblea Nacional y la marcha a Miraflores el 3N.
Con relación a la marcha, sea que hubiera terminado en violencia o que no hubiera pasado nada, hubiera sido un precio político muy alto para la oposición. Lo de la violencia, creo que no hace falta ni siquiera comentarlo, está más que claro el por qué. Pero si no hubiera terminado en violencia, después de la marcha, ¿Qué?, ¿Cuál hubiera sido el próximo paso? ¿O es que alguien todavía cree que este gobierno va a salir por manifestaciones multitudinarias pidiendo la renuncia del Presidente? Recuerden 2002 y 2003. Por eso creo que es bueno dedicarle algo de tiempo a analizar las fuerzas en conflicto, para que nadie vaya a ser sorprendido en su ingenuidad.
No es que la oposición no sea más fuerte que el gobierno, sino que las fuerzas de ambos son de naturaleza distinta y eso es conveniente tomarlo en cuenta. La fuerza de la oposición reside en que busca una salida pacífica, democrática, electoral y constitucional. Hoy la oposición es mayoría en el país, es más fuerte, numéricamente, de eso no hay duda, lo prueban los resultados de las elecciones del 6D, todas las encuestas y la capacidad de movilizar millones de personas por todo el país, como quedó demostrado el 1 Sept. y el 26 de Oct.
La “marcha a Miraflores”, la marcha que nunca existió, fue la más efectiva de todas las que se han hecho, la amenaza resultó creíble. Esa fuerza de la oposición fue la que obligó al Gobierno a sentarse en la mesa de diálogo y aceptar una agenda de negociación que fue prácticamente impuesta por la MUD. Claro, al gobierno y a los que le hacen el juego, lo que les interesa es resaltar que la MUD perdió este round y mostrar la foto de Maduro en el centro de la mesa o apretando la mano de Chuo Torrealba.
Pero no nos engañemos, formulémonos claramente algunas preguntas cruciales: ¿Hasta dónde está dispuesto ese 80% que rechaza a Maduro a moverse activamente para sacarlo, a cualquier precio? ¿Qué pasa, si cómo ha sido el caso, el otro no acepta la fuerza que tienes e impone la suya?
La fortaleza del Gobierno es de otra naturaleza; apenas cuenta con cierto apoyo popular, que solo es capaz de movilizar bajo presión o chantaje, está prácticamente aislado internacionalmente y con muy poca credibilidad, pero domina 4 de los 5 poderes del Estado y tiene la fuerza institucional y real (el poder de fuego); lo digo más claro, tiene la capacidad de reprimir, con las diferentes policías, nacional y estatales, la GNB, el SEBIN, con sus grupos civiles armados e impunes, e incluso el ejército en última instancia, como hemos visto en diferentes manifestaciones, algunas muy recientes.
Además no es poca cosa contar con el sistema judicial, que le permite desconocer o encarcelar a quien sea y tiene las fuerzas represivas para ejecutarlo y si no que lo digan los cientos de detenidos, algunos recién liberados, muchos aun en la cárcel; y por si fuera poco, cuenta con todos los medios de comunicación, propios y ajenos –a través de cadenas– y cuenta con los recursos económicos del estado, para hacer demagogia y chantajear al pueblo y cuando estos no le alcanzan, dispone de los ajenos a través aumentos salariales por decreto, expropiaciones, confiscaciones de productos, guías de movilización de alimentos, etc.
Puesta contra la pared, para una dictadura, como la que gobierna al país, el pueblo no existe, no es tomado en cuenta. Se puede morir de hambre, de mengua, de enfermedades y la oposición puede manifestar hasta la saciedad, e incluso ir a Miraflores y al gobierno no le importa; si todo terminare en violencia ¿Qué son unos muertos más, unos presos más?, nada, para ellos lo único importante es mantener el poder –cueste lo que cueste– y a quien “culpar” de lo que ocurra y para ello tienen los medios de comunicación, las cadenas y todos los recursos del estado, frente a una oposición que se ve relegada a redes sociales o a algunos espacios en la prensa o TV internacional, que la mayoría del pueblo no ve.
La única opción sensata es dialogar con la fuerza de nuestra mayoría, ¿Cuál es la otra? ¿Dejarnos matar en las calles o que metan presos a todos los líderes opositores? Claro que 15 millones de opositores no cabemos en las cárceles, pero algunos cientos de líderes, sí, de hecho ya hay más de 120 presos políticos. Por supuesto, negociar manteniendo la presión, nacional e internacional, pero negociar. Ningún país ha salido de dictaduras, gobiernos autoritarios o de guerras sin negociar, sin dialogar y los ejemplos sobran y han sido repetidos hasta el cansancio.
Por último, un par de ideas sobre el juicio al Presidente en la Asamblea Nacional (AN), por ahora suspendido. Creo que es una estrategia adecuada, la AN debe condenar políticamente a Nicolás Maduro, quien es “…responsable de sus actos y de las obligaciones inherentes a su cargo”, como dice el artículo 232 de la Constitución. Por lo tanto, es el responsable del caos y la emergencia humanitaria que vive el país, por ser la cabeza de un estado fallido, la cabeza –junto con Hugo Chávez Frías– del peor gobierno que ha tenido Venezuela desde que llegó Cristóbal Colón a esta “tierra de gracia”, hoy convertida en “tierra de desgracias”, sumida en incertidumbres y secuestrada su democracia.
Pero otra cosa, que no comparto, es “el abandono del cargo” aunque lo mencione el artículo 233 de la Constitución, me parece un argumento débil, literal, ajustado ad hoc y hasta pueril. ¿Cómo justificar legalmente e internacionalmente que se esté pidiendo un referendo para revocar a alguien que no ejerce su cargo por haberlo abandonado? Y no abundaré en más argumentos que abonen en defensa del Gobierno.
Falta ver ahora si el Gobierno cumple con las demandas mínimas o pruebas de buena voluntad que se hicieron para suspender la marcha a Miraflores y el juicio al Presidente, el plazo es hasta el 11 de noviembre y el reloj está corriendo.
@Ismael_Perez
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