viernes, 12 de enero de 2018

¿Cuál esperanza?


MARTA DE LA VEGA

TAL CUAL

El análisis certero y sin concesiones de Ricardo Hausmann acerca de la crisis humanitaria de Venezuela, que de catastrófica ha pasado  a inimaginable,  su llamado a la comunidad internacional para repensar cómo puede ayudar frente a tal colapso, cuyas condiciones constituyen un delito de lesa humanidad al que debe ponerse fin por razones morales y los escenarios vislumbrados para solucionarla, han desatado reacciones virulentas.
Una posible asistencia militar en coalición pues se trata de una calamidad que afecta el interés nacional de muchos países como en la segunda guerra mundial, solicitada por un gobierno legítimo nombrado por la AN, se acerca a lo inconcebible, dijo Hausmann ¿Pero es probable?
Aunque razones jurídicas y políticas no nos hacen ver posible su puesta en marcha, ninguno de los críticos de la propuesta de Hausmann ha  hecho referencia a la silente pero brutal intromisión de las fuerzas militares y civiles de ocupación extranjeras en Venezuela.
Casi desde el momento de acceder al poder por la vía electoral, el difunto creador del socialismo del siglo XXI abrió las compuertas para que legionarios provenientes de Cuba, enviados por el régimen sanguinario de los hermanos Castro, invadieran los espacios institucionales del Estado.
No solo han ocupado los cuarteles sino las notarías, registros, hospitales, dependencias oficiales como fundaciones de becas, centros educativos, organismos políticos, oficinas diplomáticas del exterior y hasta el mismo palacio de Miraflores, para dirigir y controlar los asuntos militares y civiles del país desde la isla caribeña.
Cual caníbal que devora a sus hijos, la dictadura castrista ha triturado  a más de 5 generaciones. Los invasores cubanos han buscado instaurar similar dominio en Venezuela. A sangre y fuego. Han usurpado una porción significativa de la renta petrolera por pago de supuestos servicios, han extendido su zona de influencia en la gente. Han logrado implantar con cómplices criollos la delación, el miedo, el sectarismo fanático, la sumisión ideológica, las carencias y dependencia gubernamentales como mecanismos de sometimiento y control social.
Quienes alguna vez se atrevieron en Venezuela a denunciar y protestar la presencia cubana, sobre todo representantes de las fuerzas armadas, fueron perseguidos, reprimidos, asesinados u obligados al exilio para preservar su vida.
El fundamentalismo islámico procedente de movimientos como Hamás y Hezbollá, vinculados al terrorismo internacional, con población siria, iraní, libia y palestina  que ha sido naturalizada sin los requerimientos legales, se ha instalado, mujeres y hombres, incluso a veces sin hablar español,   en varias regiones como isla de Margarita o Caracas, propiciado desde Venezuela por funcionarios del más alto nivel de gobierno.
Las guerrillas de las FARC que encontraron refugio y protección del gobierno venezolano desde Chávez hasta Maduro, sobre todo en la zona fronteriza, hoy siguen aplicando sus prácticas delictivas de chantaje, extorsión y asesinato para mantener el contrabando de gasolina, mercancía y estupefacientes con la complicidad de miembros del alto mando militar y soldados venezolanos, convertidos en mafias y el narcotráfico en economía para la expansión del poder internacional del crimen organizado. Y no olvidemos a rusos y chinos.
¿Qué esperanza hay? El apoyo externo es indispensable. La solidaridad internacional ante la tragedia también. Negociar, no claudicar. Exigir, no entregarse. Hacer respetar la Asamblea Nacional. Rechazar la inconstitucional anc. ¿Cómo hacerlo? Unirse todos los ciudadanos de bien en torno a un propósito común, sin colores partidistas, con visión de largo plazo: rescatar la democracia, recuperar la decencia, la dignidad, el debido contrapeso entre poderes públicos y una economía productiva equilibrada.

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