CARLOS RAUL HERNANDEZ
EL UNIVERSAL
Esa pitonisa no acierta jamás, ni siquiera como los relojes dañados que tienen razón dos veces al día. Pero colgó en tuiter la
nómina exacta de los sobornos del gobierno a la delegación opositora en
Santo Domingo, por permitirle “ganar tiempo”. Como ella misma y la
mayoría de los lectores saben que es mentira, decirlo es un esfuerzo que
denota a interés específico. Su trabajo, su forma de ganarse la vida es
“adivinar” en las redes. Por eso el asunto no es lo que ella diga sino
quién indica el objetivo a destruir, da las instrucciones y paga? Hay
gente que se dedica desde hace años a desacreditar a los que disienten
de sus luctuosos errores: La Secta.
No se debe hablar en serio con traficantes de engaños,
pero… la hipótesis de que “Maduro gana tiempo” es nula porque él quiere
hacer elecciones en abril y la oposición en octubre. Otro ejemplo: al
jefe de un partido de la Unidad en un sofá del hotel donde se alojaba en
Santo Domingo, lo grabaron para hacerle la repugnante trampa de
denunciarlo por estar en el hotel donde se alojaba en Santo Domingo. El sicario que grababa fingía recibir instrucciones sobre un tratamiento facial, para darle realismo inculpador a la escena.
¡Horror! El vendido está en un hotel mientras el pueblo no come! Estos productores y distribuidores de ruindades deben ser cyborg ambulantes,
programados por sujetos con arterias sin sangre, con una merengada de
bilis, frustraciones, amarguras, fracasos existenciales, carencias
éticas, que solo obtienen paz con dañar a otros. Un peligro que tuvieran
siquiera el poder de abrir y cerrar una puerta. Vienen a la política
por estos sumideros, por ayuno de atributos y mesura para hacerlo por
vías higiénicas. Lo peor es que ellos, formados bajo el “galáctico”,
trasmiten a los suyos la enseñanza de que vale todo.
El síndrome de Caín
El diálogo debe mantenerse porque el gobierno quiere que la oposición lo rompa. Pero a fin de degradar a los negociadores de Santo Domingo se acuñó la consigna de mayor infelicidad en años: el hambre no dialoga. Al intelecto mermado del programador de cyborg se le ocurrió, para hacer creer quién sabe a quién que los dialogantes son de alguna manera cómplices de sus infortunios. Política desaseada, chismes, depredación verbal. No se apunta a una realización concreta, no dan un paso para edificar algo, ni ayudan a nada constructivo. Y las posiciones recibidas de la Unidad, las dilapidaron.
El diálogo debe mantenerse porque el gobierno quiere que la oposición lo rompa. Pero a fin de degradar a los negociadores de Santo Domingo se acuñó la consigna de mayor infelicidad en años: el hambre no dialoga. Al intelecto mermado del programador de cyborg se le ocurrió, para hacer creer quién sabe a quién que los dialogantes son de alguna manera cómplices de sus infortunios. Política desaseada, chismes, depredación verbal. No se apunta a una realización concreta, no dan un paso para edificar algo, ni ayudan a nada constructivo. Y las posiciones recibidas de la Unidad, las dilapidaron.
Carecen de buena disposición hacia nada, porque integran
un sanedrín, un club deslenguado para estar en locación cuando llegue el
general Lee. Su práctica es lo que llama Peter Sloterdijk, pureza de los fines, cinismo de los medios. Ideales superiores, grandilocuentes, declamatorios, pero lo concreto, los instrumentos que
utilizan, son de polimorfa amoralidad. El síndrome de Caín. Como me
rechazan y no tengo a nadie, asesino a mi hermano que si logra
reconocimiento, aunque sea precario (Kafka escribe en El proceso que estaba aterrado porque “la mentira se convierte en el orden del mundo”.
El truco es sencillo: sus elevados fines (el
bien, la patria, “la república”, la libertad) los convierten en
criaturas resplandecientes y no necesitan argumentar sus trágicas
torpezas. Santifican operaciones opacas, maniobras y trucos.
Como no pueden construir, su única ocupación es distorsionar,
desnaturalizar santamente cualquier cosa que hagan o digan Henry Ramos,
Borges, Rosales o Falcón. Para eso cuentan con una federación de
amargados, guerrillas comunicacionales, cabilleros digitales, que pasan
el día en chancletas rumiando bajas pasiones, el Grupo Exterminio en las
redes. Ya conocemos lo que traen quienes se meten en política a nombre
de la destrucción.Fines santos, medios cínicos
Eso naturalmente terminará cuando necesiten de nuevo los votos de los partidos para ser diputados o alcaldes, como hemos visto y veremos. No tienen una idea, un argumento, solo la negación, la expresión de su rabia mellizal y de sus limitaciones, la heterodoxia moral y carencia de sentido político. La mala noticia para ellos es que reapareció en las redes un componente de racionalidad y sensatez que desconcierta a La Secta porque no deja pasar libres sus tóxicas destilaciones. Gente decente, inteligente, hastiada de la demagogia, impostura e irresponsabilidad, entra en acción, cosa que agradezco en profundidad.
En beneficio de mantener con vida a nuestros jóvenes ojalá no oigan el balbuceo de “salir a la calle” (algunos irónicamente lo interpretan como salir de tascas). Vacío de ideas, de ética, de estrategia, de sentido común y sentido de la realidad. No pudieron hacer una organización presentable y las posiciones que alcanzaron gracias a la fuerza de la Unidad, se las quitaron de la mano como caramelos a un niño. Dedíquense a hacer lo suyo y dejen a los demás en lo que creen, sin calumnias ni bajezas.
Los partidos podrán legalizarse a finales de enero, ojalá lo hagan y La Secta seguirá fuera de la política real, para bien de los jóvenes que son los que pagan cada vez que ella se alebresta. Pero siempre despotricarán y si la oposición racional regresa al camino que no debió abandonar, se reducirán a ser molestia ambiente. Imitan el tinitus, una afección que sufrieron personajes como Michelangelo y Van Gogh, un permanente pitico en el oído. Al principio desequilibra emocionalmente a quien lo sufre, pero con el tiempo se hace costumbre, pasa a ser irrelevante.
@CarlosRaulHer
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