EZEQUIEL VIEITEZ
CLARIN
En el barrio de Mantilla, al sur de La Habana, repiquetea el
teléfono. Falta poco para el mediodía del miércoles. Leonardo Padura
atiende. “Está fresco, 22 grados -se abre la conversación a puro acento
cubano-. Aquí, es frío.” Habla desde la casa que sus padres levantaron
en 1954, antes de la Revolución. Esa que nunca abandonó pese al éxito
internacional como escritor. El, construyó en la planta de arriba.
Enseguida se sumerge en la charla y dice que desde los ‘90 la isla es un
país en el que “nadie se ha muerto de hambre, pero en el que tampoco
nadie ha comido lo suficiente”.
La novena entrega de la saga que
protagoniza Mario Conde, el ex detective que ahora vuelve a su viejo
oficio para ganar unos dólares y eludir el bolsillo flaco, estará en las
librerías argentinas en febrero. En La transparencia del tiempo, armado
de ironía y descreído -como siempre-, el personaje investiga un caso
policial en medio del legendario calor de La Habana.
“En esencia,
es el mismo Mario Conde, con sus frustraciones y sus esperanzas. Con esa
mirada irónica con la que se defiende de la realidad agresiva que lo
rodea. Pero el lector se va a encontrar con un Conde que, a los 60 años,
se encuentra más maduro, más sensible, con temor a sufrir heridas que
parecen inevitables. Hay, por ejemplo, una reacción visceral ante la
posibilidad de que uno de sus grandes amigos (Conejo) emigre”, adelanta
Padura.
El detective que ama el ron tanto como la literatura,
fumador incorregible, atraviesa barrios empobrecidos y edificios al
borde del derrumbe para averiguar qué sucedió con una imagen tallada en
madera de una virgen negra, la Virgen de Regla, patrona cubana. Se la
robaron a un ex compañero de estudios, Bobby, que reaparece dispuesto a
pagar muy bien por la pesquisa. Pero, ¿es una simple réplica con valor
sentimental para Bobby o, en verdad, una obra con valor patrimonial?
Aparecen el compañerismo y el optimismo tanto como los intereses
creados. El peligro y una preocupación que atraviesa a Conde: la vejez
demasiado cerca.
La
historia es también la historia de una virgen y de su llegada a Cuba
desde un valle catalán, cuando un joven la “evacuó” en plena Guerra
Civil Española. En capítulos que alternan presente y pasado, Padura
avanza hacia atrás en el tiempo buscando el punto inicial de esa talla
religiosa. Conflictos en distintas geografías, en distintos siglos. El
autor explica que hay una reflexión desde lo singular de cada lugar
hasta lo universal, porque la Historia “siempre llega y nos toca a la
puerta, y a veces, nos tumba la puerta”.
En esta novela Conde aborrece un ritmo que hoy parece universal, el reguetón. ¿No le gusta?
-
Creo que el reguetón ha sido una de las maldiciones de la música
latina. Como tu sabes, el mundo del Caribe tiene una riqueza musical,
una historia de géneros, de compositores, de intérpretes y orquestas. Y
estamos en el momento de una inflexión profunda en el cual la llamada
música urbana se fue desplazando de aquellos géneros grandiosos que
desembocaron en la salsa hasta este reguetón. Puede haber algunas piezas
salvables, pero la mayoría de los temas son un simple artificio sonoro,
sin muchas cosas interesantes que oír ni que escuchar.
-El detective también cuestiona la calidad de las letras del género.
-La
culpa del reguetón no la tiene el reguetón, sino las sociedades en las
que ha crecido este género, incluida, claro, la sociedad cubana. Esa
manera vulgar, soez, agresiva que tiene de representar la realidad se da
porque la realidad responde muchas veces a códigos que son igualmente
vulgares, soeces y agresivos.
-Recorrió el mundo como escritor. ¿Qué balance hace de la sociedad cubana?
-En
el plano de las relaciones personales, hay veces que veo ejemplos de
solidaridad, de desinterés, de bondad en las personas que tienen
condiciones difíciles de vida. Eso es notable. Y a veces veo actitudes
mezquinas en personas que supuestamente tienen mejores condiciones,
mayor nivel cultural o mayor responsabilidad política. La sociedad
cubana tiene sus aristas positivas y sus aristas negativas. Las
positivas hay que tratar de proyectarlas, de preservarlas, y las
negativas, revelarlas. Algo maravilloso que se había logrado eran los
altos niveles de lectura. Eramos posiblemente el país de lengua española
donde más se leía. Y eso ha decaído drásticamente. En la espera de una
consulta para el dentista, donde hay 30 personas esperando, los únicos
que estamos leyendo somos mi mujer y yo. Antes, en una guagua
(colectivo), la gente iba hasta de pie leyendo. No podemos ver este tema
sólo como un problema de Cuba, se lee menos en el mundo. Pero esa
pérdida de lectores nos afecta. Y volviendo al principio, es una de las
razones por las cuales en esta sociedad existe esa afición por algo tan
soez y vulgar como el reguetón.
“
-Ante esta novena entrega, ¿habrá más aventuras para Conde?
-Ante esta novena entrega, ¿habrá más aventuras para Conde?
-Este relato es el final de una época, pero en el futuro volverá, en el mundo posterior a 2014 -año en el que transcurre La transparencia del tiempo-.
En diciembre de 2014 se anunció la posible reanudación de las
relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Pasaron muchas cosas, pero
lo más terrible es que dimos una vuelta en redondo y volvimos al mismo
punto en el que estábamos antes o quizás más atrás. La nueva
administración norteamericana tiene como política desmontar todo lo que
el presidente Obama había tratado de construir. Y en esa deconstrucción
entraron las relaciones con Cuba, que están en un momento bajísimo.
-En distintos tramos de La transparencia del tiempo se esboza una esperanza sobre algo nuevo. Pero, ante esta realidad política, ¿se mantiene en la isla la expectativa?
-En
cuanto a las relaciones con los Estados Unidos, de momento no tengo
expectativas de cambio. Creo que en cualquier escenario futuro de Cuba
sería necesario que hubiera una mejor relación y que el embargo por fin
deje de existir. En el plano interno, se avecina un momento histórico:
el 15 de abril va a ocurrir un cambio de gobierno, Raúl Castro va a
dejar la presidencia y vendrá un nuevo presidente, que no sabemos quién
es aún. Raúl Castro, al parecer, no dejará la secretaría general del
Partido Comunista. Y en un país de partido único, pues bueno, creo que
eso no propiciará un gran cambio en las condiciones políticas. Se está
tratando de hacer lo que acá se llama una actualización del modelo
económico, pero eso avanza por momentos, a veces se detiene o avanza en
círculos redondos. Entonces, estamos a la expectativa de ver qué puede
pasar y si eso que puede pasar, finalmente pasa.
-Conde se plantea la cuestión de la edad. ¿Es una preocupación suya?
-Yo
no soy tan vanidoso como para escribir una autobiografía, pero sí soy
lo suficientemente vanidoso como para utilizar a mi personaje, que me
acompaña hace más de 25 años, para hablar de las cosas que a mí me
preocupan. En este caso específico, cómo el paso del tiempo te va
cambiando como persona. Yo sentí que era joven hasta que cumplí 50 años,
cuando tuve una crisis fortísima de sacrolumbalgia, con una pierna que
prácticamente no podía mover. Estuve 20 días en una cama y dejé de jugar
al béisbol y al básquet. Sentí que había pasado a otro momento de mi
vida. Uno tiene que adecuarse. En el trabajo que yo hago como escritor,
la acumulación de tiempo, el oficio, son ganancias. Pero lo que hay que
saber, y desde ahora empiezo a preocuparme, es cuando ese paso del
tiempo y esa ganancia se convierten en lastres. Hay escritores que aún a
cierta edad han comenzado a publicar obras que sería preferible que no
hubieran publicado. Tengo esa preocupación, saber cuando decir: “Hasta
aquí llegué”. Admiro muchísimo al escritor Phillip Roth que, en el 2008,
tomó la decisión de decir hasta aquí llegué como autor.
Homosexualidad: "Aún persisten opiniones jodidas”
Al igual que en otros títulos del autor, en la novela se toca el tema de la homosexualidad en Cuba.
Es a través de uno de los personajes centrales, Bobby, viejo compañero
de estudios que reaparece tras décadas, con una nueva elección sexual,
aunque con caracteres algo estereotipados.
Cuenta cómo en su
juventud universitaria fue expulsado malamente de la universidad y de la
militancia al revelar su orientación. Padura, dice: “Aquí, la mirada machista tuvo un peso muy importante.
Había prejuicios de carácter religioso, moral y social; en un momento
posterior a la Revolución, se le añadió a eso un prejuicio de carácter
político.Hoy ya ha cambiado bastante y la gente puede vivir su sexualidad de manera más abierta, pero en muchos siguen los prejuicios”. Y confiesa: “Yo he podido superar eso, pero el algunas personas aún persisten opiniones bastantes jodidas”.
Padura Básico
Nació en La Habana, en octubre de 1955.
Trabajó como periodista, crítico y guionista, además de su labor como escritor. Entre relatos, novelas y ensayos publicó casi treinta títulos. Desde el año pasado, en Netflix está disponible la serie “Cuatro estaciones en La Habana”, que llevó a la pantalla cuatro títulos de los nueve que conforman la saga del detective Mario Conde. Él mismo adaptó el guión, con su mujer, Lucía López Coll. Entre otros premios, ganó el Café Gijón de España (1995), el prestigioso Dashiell Hammett que reconoce al género policial, en 1998 y en 2006, y el Premio de la Crítica 2011 del Instituto Cubano del Libro por “El hombre que amaba a los perros”, que novela la vida en América de León Trotski, el devenir de su asesino y reflexiona sobre las utopías. En 2015, recibió el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
"La transparencia del tiempo". Fragmento
Desde
que comenzara aquel año lento, turbio, aceitoso, Mario Conde había
tenido una tormentosa relación con las fechas en curso. A lo largo de su
vida y a pesar de haber sido siempre tan histórico, recordador y
obsesivo, en general le había prestado poca atención a la conexión de
las huellas y aceleramientos del tiempo con lo que esos hitos y
velocidades implicaban, como muescas precisas, para su propia vida y
para la vida de quienes lo rodeaban. Con demasiada y lamentable
frecuencia olvidaba edades y cumpleaños, aniversarios de boda, datas de
acontecimientos baladíes o intensos que para otras personas serían (o
eran) memorables: como celebración, duelo o como simple marca en los
cíclicos cumplimientos de los devenires vitales.Pero la evidencia alarmante de que entre los trescientos sesenta y cinco días delimitados por las cuadrículas de aquel calendario barato se agazapaba al acecho el día para él todavía inconcebible, aunque amenazadoramente definitivo y real, en que cumpliría los sesenta años le había provocado una persistente conmoción que crecía con la proximidad de la efeméride: 9-9-9.
La evidencia de una cantidad tajante, incluso de sonoridad obscena (sesenta, sesenta, algo se desinfla y estalla, sse-sssen-ta)...
No hay comentarios:
Publicar un comentario