DE SINDICALISTA A DICTADOR
CARLOS CANACHE MATA
Los organismos de la comunidad internacional
no cesan en sus denuncias y sanciones contra la dictadura venezolana y los
prohombres que la encabezan. El repudio exterior corre parejas con el repudio
interior, este último, según reciente sodeo de opinión de Datanálisis, se
evidencia en que el 93% de los venezolanos juzga negativamente la actual
situación del país. Además, algunos apoyos del pasado han bajado el diapasón
del entusiasmo y a veces hasta insinúan veladas críticas. El ocaso acelera su
marcha indetenible.
El usurpador del solio presidencial de
Miraflores comenzó su tortuoso camino político como sindicalista. Desde las
filas obreras del Metro de Caracas y de su militancia en la llamada Liga
Socialista, saltó a La Habana para buscar sombra bajo el ala de los que bajaron
de la Sierra Maestra para, a contrapelo de lo que habían prometido, instalar la
dictadura que ya ha rebasado los sesenta años. Por considerarlo fiel adicto a su utopia antillana, Fidel
Castro lo recomendó a Hugo Chávez, cuando éste ya había llegado en el 2013 a
las proximidades de la muerte, para que fuera su sucesor.
En el ejercicio del régimen de facto
imperante en Venezuela, Maduro, el antiguo dirigente sindical, ha devenido en
obsecuente desertor de la causa de los trabajadores. No lo dice la oposición
democrática venezolana, lo dice la OIT, organismo de la ONU, en el informe
presentado por la Comisión de Encuesta, creada en marzo de 2018 y que visitó a
nuestro país del 8 al 12 de julio. Reza el informe: “La Comisión considera que
se ha vulnerado la independencia de las organizaciones de empleados y
trabajadores y que ello atentó seriamente contra los derechos consagrados en el
convenio número 87, en particular el derecho de los empleadores y los
trabajadores de constituir las organizaciones que estimen convenientes y de
afilarse a las mismas, así como el derecho de estas organizaciones de elegir
libremente sus representantes, de organizar su administración y sus actividades
y de formular su programa de acción”. Y, lo que es igualmente grave, denuncia
que “tuvieron y tienen lugar una serie de actos de violencia contra
empleadores y contra sindicalistas que son violatorios de las libertades civiles básicas”.
En el orden estrictamente político, se acaba
de producir una decisión que viene a
ratificar el carácter abiertamente dictatorial
del régimen usurpador liderado por Nicolás Maduro. Hace apenas unos
días, el pasado 27 de septiembre, el
Consejo de Derechos de la ONU creó una comisión que investigará “las
ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias,
torturas y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes ocurridos desde 2014
en Venezuela”. Estas comisiones se han creado para investigar crímenes en zonas de conflictos (Siria, Palestina,
Yemen, Birmania, y otros) , y Venezuela ostenta ahora el triste privilegio de
ser el primer país latinoamericano para el que el Consejo de Derechos Humanos
de las ONU crea una Comisión de esa naturaleza y con ese cometido. Además se
“condena enérgicamente la extendida represión y persecución política en
Venezuela”, y se recuerda el informe que presentó meses atrás ante el mismo
Consejo la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle
Bachelet, en el que se denuncia “la erosión del Estado de Derecho y el
desmantelamiento de las instituciones democráticas, incluyendo la Asamblea
Nacional”.
Pasar de sindicalista a dictador, es una
mudanza deplorable.
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