viernes, 4 de octubre de 2019

El Nuncio Giordano

EDUARDO FERNANDEZ


“la diplomacia tiene la vocación de servir a las relaciones entre los pueblos, las culturas, las religiones con el objetivo prioritario de la paz”. Cada acto de violencia, sostiene él, es un fracaso de la diplomacia. Está en juego la dignidad de la persona humana. 



El 3 de febrero del año 2014 llegó a Venezuela, como representante diplomático de S.S. el Papa Francisco, su excelencia Monseñor Aldo Giordano en su carácter de Nuncio Apostólico. Desde su llegada se dedicó a trabajar por Venezuela, por los venezolanos y por la buena relación entre la Santa sede y la Nación venezolana.

El excelentísimo señor Nuncio se ha sumergido en el conocimiento de la historia de nuestro país y también en el análisis de nuestra realidad actual cargada de lágrimas y de esperanzas.

Ha participado en las tentativas de diálogo político para encontrar soluciones, inspiradas en el amor, en la fraternidad, en la inteligencia y en la solidaridad, para nuestra dolorosa y larga crisis nacional. Como él mismo lo ha expresado, ha trabajado “en la ardua búsqueda de servir a la paz y a la superación del conflicto polarizado del país”. En estos cinco años ha tenido la oportunidad de visitar a buena parte de la geografía venezolana y a sus comunidades.

Monseñor Giordano cree fervorosamente en la diplomacia. Considera que “la diplomacia tiene la vocación de servir a las relaciones entre los pueblos, las culturas, las religiones con el objetivo prioritario de la paz”. Cada acto de violencia, sostiene él, es un fracaso de la diplomacia. Está en juego la dignidad de la persona humana.

La diplomacia hace frente a cada violación de los derechos de la persona y de su libertad. Es un laboratorio de búsqueda del Bien Común de los pueblos. No puede ser un instrumento al servicio de parcialidades egoístas, al servicio del interés particular de una persona, de un grupo, de un partido o de un solo Estado. Tiene que servir al bien de cada persona humana habitante de la ciudad y del mundo.

El “arsenal” del Nuncio es el mismo que utiliza el Santo Padre. La Paz, el encuentro, el diálogo, la reconciliación, el perdón. Cuando existe un conflicto, como el que nos aflige a los venezolanos, se necesitan personas que dentro del conflicto inicien un proceso de paz. Hay que transformar el desierto de la incomprensión en una floresta, plantando nuevas semillas de solidaridad, de justicia y de paz.

No dejarnos robar la esperanza. Frente a la dolorosa realidad de un pueblo herido por la injusticia, sin confianza en el futuro, afligido por la pobreza, es necesario trabajar por recuperar de nuevo el espíritu de la lucha por el progreso, la dignidad, la esperanza y el bienestar. Hemos sido creados para la felicidad. Los problemas no se resuelven con violencia, con injusticias y desprecio por la persona, con armamentos, sino con inteligencia y amor.

Seguiremos conversando.

Eduardo Fernández
@EFernandezVE

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