El origen del odio a Colón y a lo español en EE.UU: «El indigenismo busca lo mismo que el nacionalismo aquí»
CESAR CERVERA
ABC
Las estatuas y reconocimientos de Fray Junípero Serra, cuyas misiones franciscanas vertebraron lo que hoy es California, son objeto en EE.UU. desde hace años de una furia iconoclasta por parte del indigenismo radical, cuyo objetivo último se antoja borrar toda huella hispánica en el país. El cambio de nombre del tradicional Columbus Day, que se celebra el 14 de octubre con la actual denominación del Día del Respeto a la Diversidad Cultural, simboliza la enésima conquista de este grupo de presión que en pocos años ha logrado imponer la tesis de que los españoles, parece que no los anglosajones que vinieron después, realizaron un genocidio contra la población indígena de América. Pero, ¿a qué se debe el crecimiento en tan pocos años de este movimiento?
Crisis en la angloesfera
María Elvira Roca Barea, que acaba de publicar «Fracasología» (Espasa), explica en una entrevista con ABC Historia que el fenómeno de debilitamiento de la huella hispánica en EE.UU. responde a que el mundo anglosajón, aislado por la pujanza hispánica y el crecimiento del indigenismo, recurre a su mecanismo de autodefensa favorito: «Echarle la culpa al mundo hispánico». Ocurre tanto en EE.UU. como en Inglaterra, cuya última fiesta nacional terminó con Johnson resucitando por enésima vez el asunto de Gibraltar. Con motivo del Día Nacional de Reino Unido, el primer ministro afirmó que no cederían a España «ni una pulgada de Gibraltar, ni una rebanada de 'calentita' (un plato local), ni un pelo de la cabeza de un macaco de Berbería».
« ¿Tienes una crisis en la autoestima? Pues si eres Inglaterra recurres a la Invencible o a Gibraltar. Esto es matemático, un mecanismo ancestral, instintivo en el mundo anglosajón, que se replica igual en EE.UU. La profunda crisis que está pasando la angloesfera tiene a Trump como su último síntoma, la reacción del grupo dominante, los blancos protestantes, contra el pánico que causa el aumento de población hispánica en algunos estados», asegura Roca Barea, cuyo último libro también aborda la polémica anual que a ambos lados del charco rodea las celebraciones del 12 de Octubre.
La filóloga española tiene claro que los anglosajones nunca permitirían a los indigenistas o a cualquier otro grupo que cuestionan el Día de Acciónde Gracias, pero al tirar piedras contra Colón, ya sea por acción o por omisión, logran el doble propósito de contentar a esa parte de EE.UU. multiétnica que pide una revisión del pasado y, de paso, dividir a los hispanos que cada vez son más influyentes en el país:
«Buscan el desprestigio de esa cultura que con los años va a aumentando como una mancha de aceite. Todo ello mientras el país en general está viendo cuestionada su hegemonía mundial frente a China en una guerra de incierto final».
En este sentido, la autora de «Imperiofobia y Leyenda Negra», libro que aborda cómo y por qué se creó un relato desvirtuado sobre la historia de España, y «Fracasología», obra que ahora analiza cómo las élites intelectuales asumieron esa leyenda, considera que el indigenismo, que «lleva mucho tiempo gestionado en las universidades estadounidenses», busca en última instancia la balcanización de Hispanoamérica: «Estoy convencida de que desde que empezó a ser trasplantado a Hispanoamérica en los años 50, trufado de fantasías animadas, esta ideología está diseñada para alimentar la discordia entre las veintipico repúblicas que ya tuvieron graves problemas en su día para estabilizarse política y territorialmente. Injertar una ideología que justifica la división racial por supuestos orígenes étnicos conlleva el debilitamiento de la comunidad hispánica, de modo que algunos países pueden acabar fragmentados y teniendo la extensión aproximada de Liechestein», bromea.
La amenaza del indigenismo
Como muchos analistas pronostican, lo más peligroso que puede ocurrir para el mundo anglosajón es que el mundo hispánico empiece a colaborar y consiga desarrollar vínculos eficaces. «Ahora mismo Hispanoamérica se juega ser una comunidad a tener cuenta en el próximo siglo o no ser nada. El indigenismo va a buscar la fragmentación en Hispanoamérica, como en España lo busca el nacionalismo», recuerda la autora de «Fracasología».
Esta misma autora vaticina que si el mundo Hispanoamericano no encuentra un punto en común para celebrar el 12 de octubre, y «si no consigue normalizar su relación con España y se empeña en darse patadas con la pierna izquierda a la derecha, y viceversa, nunca saldrá de la subordinación cultural y de la miseria. Lo que tenemos incrustado en nuestro interior es un mecanismo sádico de autodestrucción».
Hasta que llegue ese día de unión, españoles y americanos seguirán enredados por el pasado, y en EE.UU. los símbolos seguirán cayendo uno a uno. Si la estatua de Colón en Nueva York no ha corrido la misma suerte que la de Los Ángeles, retirada el año pasado por «celebrar a un genocida», no ha sido porque el indigenismo no haya presionado o porque la comunidad hispanoamericana haya luchado para evitarlo, sino porque la comunidad italoamericana, que tiene al navegante como uno de sus mayores baluartes, se opuso con Robert de Niro y otras importantes figuras a la cabeza.
Entre sorprendida e indignada, España, en cambio, no sabe cómo reaccionar a esta campaña contra sus símbolos en el continente, que en muchos casos, como la campana española ubicada en la Universidad de California Santa Cruz retirada en fechas recientes por petición de una asociación indigenista, recuerdan eventos tan poco belicosos o insultante para los indios como fue el paso del antiguo Camino Real español de California, un hito logístico que sirvió para vertebrar y unir lo que hoy es este estado de casi cuarenta millones de habitantes.
«Cómo nos hemos negado a reconocer que la Hispanofobia existía durante siglos, los españoles ahora nos sorprendemos cuando nos explota en la cara polémicas de este tipo, retiradas de estatuas o peticiones anacrónicas de perdón desde países que estimamos aliados y amigos. ¿A qué viene esto, si ya somos europeos homologados, si ya nos hemos normalizado y no somos esos españoles oscuros de la conquista y la inquisición? Se preguntan algunos», plantea la filólogo, que atribuye el problema a la negativa de los españoles a reconocer la mera existencia de la Leyenda Negra, como previo paso para estudiarla y buscar una solución.
«Esto nos coloca en una posición de debilidad que, como bien explicó Rafael Altamira (exiliado republicano muy poco sospechoso de ser franquista o de exaltar el nacionalismo patrio) debe llamarse hispanofobia, una herramienta de lucha política del norte contra el sur».
Manual para entender a Colón
Coincidiendo con la conmemoración del Columbus Day, la historiadora María Saavedra Inaraja ha realizado un informe para el think tank The Hispanic Council sobre la figura del navegante Cristóbal Colón. En este manual práctico para entender su figura, la profesora de la Universidad CEU-San Pablo de Madrid realiza un breve semblante biográfico del personaje y responde a diferentes preguntas sobre por qué la manera de reconocer y proteger los derechos indígenas no pasa por derribar símbolos españoles que recuerdan hechos del siglo XV:
«Se dice para justificar las actuaciones contra las imágenes de Colón, que ofende a los descendientes de los pueblos originarios contemplar símbolos de la represión de sus antepasados. Esa consideración no resiste ninguna réplica argumental de carácter científico acerca de la historia de América. En el caso de los pueblos colonizados por España, que en su día -y a lo largo de tres siglos- fueron parte de la Monarquía Hispánica, basta con ver imágenes de la realidad contemporánea para darnos cuenta de que el mestizaje niega cualquier afirmación en defensa de la existencia de un genocidio. En el mismo sentido podemos considerar la existencia de numerosas comunidades indígenas que hoy conservan sus lenguas de origen prehispánico».
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