Enrique Viloria Vera
Cuanto más talento tiene el hombre, más se
inclina a creer en el ajeno.
Blaise Pascal
Ciertamente
es un orgullo y un privilegio poder conversar con cierta periodicidad con mi viejoven amigo nonagenario, noventón
pues, quien con su obra y pensamiento ha contribuido con mucho a construir la
venezolanidad.
Me
refiero al Dr. Francisco Kerdel Vegas, reconocido dermatólogo aquí y allá,
académico de renombre allende y aquende, escritor, promotor de iniciativas
universitarias y académicas acá y acullá, diplomático de altos quilates, quien
ha ejercido la representación de Venezuela como embajador en varios países,
especialmente en el Reino Unido, sitio en el que lo conocí y frecuente. En una
fugaz visita a Londres - cuando me encontraba en Oxford, con la Cátedra Andrés
Bello -, pasé por nuestra sede diplomática para saludar al embajador, pero estaba
fuera en una reunión, con su asistente dejé mis señas. Para mi sorpresa,
prontamente el embajador llamó y me informó que pasaría a visitarme. Dicho y
hecho.
Con
la humildad y el entusiasmo de siempre, llegó a mi oficina en el St Antony´s
College para iniciar una relación de colaboración y apoyo para un apasionado
proyecto que se concretó con la publicación del libro: Diáspora del Talento. Programa Talven,
UNESCO. Caracas, UNESCO-IESAL.
Varios fueron los
encuentros y las iniciativas concertadas; a mi regreso a Caracas, fui designado
Vicepresidente Académico del CEPET, centro de adestramiento y formación de
PDVSA, donde me propuse enfatizar la formación técnica y artesanal, seguir
consolidando la profesional, promover la visión estratégica e internacional del
personal ejecutivo, y la directiva de nuestros máximos dirigentes… la formación
gerencial siempre creí que había que dejarse en manos de las empresas del
holding, y, en especial, no competir sino colaborar con los institutos
especializados. El Dr. Kerdel anidaba en otros destinos diplomáticos en Europa,
pero lo tenía muy presente por esa denodada pasión por la promoción y fortalecimiento
del talento venezolano, que era lo que hacíamos en el CEPET y luego como
doblemente decano de la UNIMET.
Pasado el tiempo,
renovamos electrónicamente nuestra vieja relación profesional que fue tomando visos
de amistad; un buen día me informó que estaba residenciado en Madrid, desde
Salamanca volví a retomar las conversas con el polifacético amigo, en las que
su pasión por la formación de los venezolanos siempre está presente y renovada.
Es sorprendente su actualizada visión del país, su sentido de realidad y su
perene pasión venezolanista.
Mi viejoven amigo ha hecho suya y sin ambages la vieja máxima, según
la cual:
Ningún sistema técnico
o administrativo es mejor o peor que los hombres y mujeres que los dirigen y
personifican.
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