CARLOS RAUL HERNANDEZ
Latinoamérica,
EEUU y la Unión Europea acechan al gobierno, con amenazas de embargo si
“gana” las elecciones. Su apoyo popular apenas llega a 25%, 90% de la
gente lo cuestiona y 75% está contra él. Hiperinflación,
hiperdevaluación, desabastecimiento y demás jinetes del Apocalipsis
convierten Venezuela en Haití. Pero para eclipse de cualquier mente
normal, grupos urbanos acomodados, decidieron abstenerse de votar. Algo
tan incomprensible como un boxeador que no sale en el último asalto
cuando su contrincante está groggy.
Pero
la clave es la siguiente: como los aspirantes de estos sectores
quedaron anulados, prefirieron sacrificar todo, incluso sus propios
partidos, con tal de que el único de la MUD que podía y quería, no fuera
candidato. Esta es la auténtica razón para abstenerse (me-abstengo-pero-no soy-abstencionista) y pido-condiciones,
una excusa abigarrada para incautos, una carnada de colores brillantes
que engaña a los peces. Aunque fue jefe de comando de campaña de
Capriles y varias veces gobernador de la Unidad, Falcón no tendría el pedigrí necesario, porque así lo decidió el este de Caracas.
No ir a las municipales ni a los concejos regionales es una bomba solo mata gente
contra la provincia, las bases de sus partidos y cualquier sentido de
la política. Recuerda aquella comunidad de 900 norteamericanos radicados
en Guyana, cerca de la frontera con Venezuela, que hace mucho tiempo
decidieron suicidarse en masa y matar antes a sus niños. En la furia
contra Falcón, liquidan a su propio liderazgo medio y ya hay pobladas en
partidos que lucen en disolución. Los dirigentes de base colocan la
mirada hacia la fuerza ascendente que les abre las planchas, con
perspectivas auspiciosas e impredecibles.
Siempre tendremos París
Ante
eso no asombra la montaña de acusaciones, groserías, calumnias,
insultos, orquestada desde los alrededores del frente, sobre todo grupos
tuiteros moralmente lumpen, sin decencia y vidas rabo e cabuya.
Tarde comienzan a comprender la trampa en la que se metieron y que les
quiebra los huesos. La esperanza de sobrevivir está en un nuevo 23 de
enero de 1958, que de un envión voltee la tortilla, una prueba más de
que muchos viven en Narnia o en todo caso, en un mundo no
probabilístico. Así las FF.AA. restablecerían de un solo swing el
orden y todo el mundo contento. Frente sería la Junta Patriótica. Ya se
dijo que la historia cuando se repite no es drama sino comedia.
Arreció
desde que publicaron la gráfica de tres dirigentes opositores (ya
tienen hasta el candidato para representar a Monseñor Arias Blanco),
sellando en París un redivivo Pacto de Nueva York de 1957, el de la
histórica foto de Betancourt, Caldera y Villalba. Y el No tiene sentido
especular sobre si las dos reuniones, con 61 años de diferencia, tendrán
significados equivalentes, pero prefigura el esquema que acarician ido
Maduro y los que no aparezcan en esa gráfica, Falcón, Ramos, Rosales,
irán al basurero de la historia.
Por esa
razón decidieron borrar a Falcón de la faz de la tierra con cualquier
recurso disponible, e incluso Borges, siempre comedido, dispara a
quemarropa contra él. El problema para los autores del nuevo Pacto de
Punto Fijo está en que Falcón en caso de perder, quedaría como jefe de
la oposición interna, en el terreno, mientras los otros están
inhabilitados o en desbandada, sus partidos ilegalizados y además
heridos por las acciones de los dos últimos años. Una fuerza interna con
millones de votos encabezada por Falcón, ralentiza el papel del exilio.
El comando Gadot
Que
se muera, que se lo lleven los extraterrestres, que lo secuestre un
comando formado por Gal Gadot, Blake Lively, Scarlett Johansson y
Jessica Biel y que no regrese nunca más, que renuncie (se lo piden los
angelitos carbonizados del 350) y que se hunda con ellos en el pozo
abstencionista, la nada de Fernando Mires. Ahí sería un
pececito más entre otros. Los ejércitos norteamericano y soviético
corrían a toda máquina a ver quien llegaba primero a Berlín en la
derrota alemana. PJ, VP y Soy Venezuela (¿se llama todavía así?) quieren
llegar primero que Copei, el MAS y AP, pero el segundo grupo ya está en
la Puerta de Brandeburgo.
Pero el cambio
de régimen no tiende a parecerse al 23 _E., un pronunciamiento del
comando conjunto de las FF.AA. que depone a Pérez Jiménez, tal como
ocurrió con Medina y Gallegos. No fue un golpe de Estado tal como se le
entiende comúnmente, un cuartelazo y plomo sino una acción militar
“seca” y masiva. Al contrario pareciera que el cambio deseable o posible
será una larga pulseada dentro del país con los militares y el
madurismo plagado de dificultades, lo que obligará a una negociación
seria, no la pantomima de R.D. con la oposición interna.
Ello
obligaría a un pacto de coexistencia, al respeto por enclaves de poder,
la justicia transicional y a una marcha consensuada y cuidadosa
diferente a la que prefiguran desde París. Y hay que tener un bagre
podrido en vez de sesos para pedir embargo a los barcos venezolanos en
el Canal de Panamá, una de las declaraciones más ridículas que se han
dado últimamente (o que “luego de la orden de captura contra Maduro,
solo falta que se pronuncie la AN”). Incluso si se diera una acción
militar victoriosa como la de Larrazábal en 1958, los militares y el
madurismo tendrían mil razones para hablar con Falcón y no con los
otros.
@CarlosRaulHer
No hay comentarios:
Publicar un comentario