GONZALO GONZALEZ A.
El objetivo central y único de quienes gobiernan es
perpetuarse en el poder para continuar usufructuando la renta nacional y hacer pingues
negocios reñidos con la legalidad interna
y externa. La gestión dictatorial y la ocupación del aparato del Estado son
requisitos indispensables a cumplir para seguir disfrutando de las mieles del
poder y de la impunidad ante sus delitos de todo tipo.
A la nomenclatura roja no le preocupa ni es su objetivo
proteger y promover los intereses de la república ni la libertad y el progreso
de los ciudadanos. El resultado de casi 20 años de chavismo es como bien lo
dice Américo Martín: “El derecho a la vida y la condición ciudadana es lo que
con extrema crueldad le han arrebatado a los venezolanos.”
Para el logro de sus aviesos propósitos el régimen ha
diseñado una estrategia en la cual el dominio del tiempo político es
fundamental. Resistir es la consigna, todo aquello que lo facilite será
adoptado; estamos en presencia de la aplicación sin medida de la conseja de que
“el fin justifica los medios”.
El chavismo - que para casi todo abreva en el castrismo-
aplica la formula cubana para mantenerse en el poder. Los comunistas cubanos
hace tiempo que se desentendieron del objetivo de construir el Comunismo, por
ser inviable (el propio Fidel hace unos años en declaraciones a una revista
norteamericana dijo: “Que el sistema cubano ya no le servía ni a ellos”); por
eso quienes creyeron ver en el Acuerdo Obama- Castro una derrota para el
castrismo sólo vieron una parte del asunto. Para la nomenclatura cubana fue la
demostración de que su política de resistir fue exitosa porque continúan en el
poder y cualquier cambio (léase: la inevitable
vuelta al capitalismo) lo dirigen y administran ellos.
La estrategia del chavismo es resistir para ganar tiempo y se
apalanca en el dominio férreo e inconstitucional del aparato estatal – sobre
todo de la FAN-; en la incapacidad de las fuerzas democráticas de construir una
alternativa de poder sólida y cohesionada lo cual deriva en su fragmentación,
división que el Gobierno estimula y facilita; en la creciente diáspora que el
oficialismo alienta por serle funcional; en la creación y aplicación de
mecanismos de control social (los CLAP y el Carnet de la Patria) y en propiciar
el miedo y la desesperanza.
La brutal crisis sistémica que azota al país y la consecuente
conversión del chavismo en minoría política y la creciente presión
internacional en contra del gobierno venezolano son los dos obstáculos que
dificultan la concreción de los objetivos y
de la estrategia oficialista.
El régimen considera, por eso ni negocia ni cede, que el paso del
tiempo juega a su favor. Estima que mientras no tenga enfrente una alternativa
clara de poder ni pierda el dominio de la FAN y pueda manejar con cierta
eficacia los mecanismos de control social no corre peligro.
Asume también que la presión y el eventual aislamiento
internacional remitirán con el tiempo porque otros conflictos internacionales, problemas e intereses
internos de los estados que hoy se le enfrentan desplazarán el interés suscitado por el caso venezolano.
Caracas,
17 de abril de 2018
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