LUIS VICENTE LEON
EL UNIVERSAL
Resulta absurdo hacer una
proyección lineal sobre lo que esperamos que ocurra en Venezuela. La
incertidumbre nos obliga a plantear escenarios. Pero antes es necesario
construir el marco de supuestos. Son esas cosas que creemos que estarán
pasando, independientemente del escenario en el que estemos. No son
seguros, pero parecen más probables que las incertidumbres críticas que
definen los escenarios.
El primer supuesto es que la
votación ocurrirá en la fecha convocada: 20 de mayo. En adición,
consideramos que no se producirán nuevas negociaciones que mejoren las
condiciones de este evento, con lo cual se mantiene su condición de
opacidad, sesgo y ausencia de competitividad. (Ojalá me equivoque).
Sin
cambios en las condiciones electorales, la comunidad internacional, que
ya ha manifestado su posición negativa sobre él, no reconocerá esos
resultados como legítimos, con lo que ocurre un fenómeno inédito. Un
presidente legítimo de origen podría pasar a ser ilegitimo de origen
para la mayoría del mundo, al pasar por una votación y eso generará
dilemas relevantes, especialmente para esa comunidad internacional y
para la oposición institucional que desconoce la votación y tendrá el
reto de desconocer también al presidente que resulte de ella y actuar en consecuencia.
Aquí entran dos supuestos derivados del resultado de esa votación, que
sí es una incertidumbre. El primero es que, si Maduro gana, habrá
discursos y profundización de sanciones contra la selección y el
presidente, pero no se producirá la aparentemente lógica ruptura
diplomática entre quienes no reconocen la votación y ese gobierno que
detentará y ejercerá el poder, legítimo o no. Los embajadores
permanecerán y el presidente resultante también. Mientras tanto, la
oposición se fracturará frente al reconocimiento, explícito o implícito,
de ese gobierno a futuro.
Pero si se produce el triunfo
electoral de un opositor contra Maduro (un escenario que sólo puede
ocurrir con participación medianamente alta y la implosión chavista,
actuando juntas), éste estará sujeto a la “ley de la ventaja”. Es la ley
que indica en fútbol que una vez cantada la falta, si el jugador
afectado continúa con el balón, dispara al arco y convierte gol, ese gol
vale. Y si no lo convierte, la falta sigue viva y se exige la
reparación correspondiente. La falta se pita para proteger al afectado,
pero si éste se las arregla para ganar sin tiro libre, el resultado será
asimétrico: si Maduro gana sería ilegítimo para quienes lo han
denunciado, pero si la oposición gana y puede cobrar, terminará
reconocida y legitimada internacionalmente.
No hay espacios
tampoco para muchas negociaciones integradoras hacia el interior de la
oposición. Los grupos institucionales que no presentaron candidato y han
llamado al boicot electoral, mantendrán su posición y atacarán a Falcón
tan duro como a Maduro. Pero es posible que se produzcan algunas
sorpresas como el llamado al voto por parte de algunos líderes
nacionales influyentes y de algunas personas notables del país,
saliéndose de las líneas de sus partidos e instituciones y fortaleciendo
la posición de los pro voto, entendiendo al proceso no como una
elección sino como un evento de movilización de masas que puede poner en
peligro la estabilidad del gobierno a nivel de la población o, más
importante aún, hacia el interior de sus propios grupos chavistas,
civiles o militares, quienes podrían usar la defensa del resultado como
una excusa para huir hacia delante y protegerse de las sanciones
personales a futuro.
Con este marco de supuestos, sobre
los que nos podemos equivocar, pero son nuestros, la próxima semana
desarrollaremos los escenarios electorales del país y sus consecuencias.
luisvleon@gmail.com
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