SIMON GARCIA
Si
vemos la realidad tal y como es, deberíamos apreciar que los
venezolanos que no se siente identificada con la oposición, aun estando
en contra de Maduro, aumentó durante el año 2017. Quien quiera ver el
sol y no el dedo, constatará que existe una crisis de confianza y de
representatividad del liderazgo y los partidos de oposición.
Esta situación, que afecta a las fuerzas de cambio, debe ser superada
por todos los demócratas, sean de partido o independientes. Sin
embargo, hay factores que prefieren atizar el desgarramiento interno y
que colocados ante la disyuntiva de votar por Henri Falcón o dejar a
Maduro, optan por lo segundo.
Este sector de la oposición, en desbandada hacia el pensamiento
extremista, necesita la sub-polarización para justificarse. Sus voceros
le declaran la guerra a Falcón y la comienzan con falsas noticias en las
redes, campañas para decapitar la honra de quienes llaman a votar y la
aparición de encuestas de escritorio para demostrar que, ¡Maduro va a
ganar!.
La pérdida de confianza y de credibilidad tiene tres fuentes
principales. Una, la falta de éxito gracias a la precariedad de la
disposición unitaria, el vacío estratégico y los errores. Dos, la
separación entre la política y los sufrimientos concretos de la gente.
Tres, inflar burbujas de fantasías, aprobando medidas sin capacidad para
cumplirlas y alentando expectativas indeseables como un golpe de Estado
o la invasión militar.
La pequeña ambición ciega la comprensión de que injuriar a un líder
en particular afecta a todo el liderazgo y que la prédica contra el voto
socava la democracia que se propone liquidar el actual poder. Los
sectores extremistas en la oposición, que están creciendo, complementan
la decisión del régimen de cerrar la vía electoral. El peor de todos los
errores.
No se lucha predicando que no hay nada que hacer, ni llamando a que no votemos contra Maduro. ¿Que clase de luchadores conducen a la sumisión y a la entrega del voto, sin intentar voltear las trampas del fraude? Los diputados de la AN votaron para castigar la corrupción de Maduro, desestimando las dudas jurídicas sobre ese acto; pero algunos de ellos, ahora, sobrestiman una supuesta legitimidad para dejar que Maduro se reelija.
No se lucha predicando que no hay nada que hacer, ni llamando a que no votemos contra Maduro. ¿Que clase de luchadores conducen a la sumisión y a la entrega del voto, sin intentar voltear las trampas del fraude? Los diputados de la AN votaron para castigar la corrupción de Maduro, desestimando las dudas jurídicas sobre ese acto; pero algunos de ellos, ahora, sobrestiman una supuesta legitimidad para dejar que Maduro se reelija.
Una caimanera de aficionados intenta imponerle al país que no vote y
sustituir la lucha contra Maduro por una refriega para decidir quien
controla el mando opositor. Falcón tuvo el coraje cívico de presentar su
candidatura, ante la falta de consenso en la MUD y marchar a contrapelo
de la opinión pública, partidos de arrastre, organizaciones de la
sociedad civil e instituciones que aconsejaron la abstención.
Pero el viento está cambiando de dirección. Según las encuestas y el
clamor en los sectores populares, Falcón ha logrado la mitad del
milagro. Para completarlo requiere nuevos aliados o la neutralidad de
quienes dudan en acompañarlo. Necesita recrear la unidad política, que
ya existe en la oposición social, para que en vez de cumplirse el
anuncio del Presidente Santos de que éstas serían las últimas elecciones
en Venezuela, todos juntos ganemos el inicio de su gran transformación.
@garciasim.
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