UN JUEGO PELIGROSO
FERNANDO OCHOA ANTICH
EL NACIONAL
El título de este artículo obedece a una
preocupante realidad. La obsesión de Nicolás Maduro de permanecer en el
poder a toda costa está involucrando a Venezuela en un juego
extremadamente peligroso, al pretender un absurdo protagonismo en una
confrontación en la cual nuestro país no tiene otra posibilidad que la
de servir de peón de una de las partes, que puede tener graves
consecuencias. Ese fue el motivo de la carta pública que le dirigí el
pasado 18 de marzo al general Vladimir Padrino López. Allí le señalé la
gravedad de las declaraciones de Donald Trump: “Tenemos muchas opciones
para Venezuela. Por cierto no voy a descartar una opción militar. Es
nuestro vecino. En todo el mundo hay problemas en sitios lejanos.
Venezuela no está tan lejos”, la cual coincidió con lo expresado por
Mike Pompeo, actual secretario de Estado, siendo director de la CIA: “La
presencia en Venezuela de cubanos, rusos, iraníes y miembros del
Hezbollah es una potencial amenaza para la seguridad de Estados Unidos”.
También sugerí en dicha carta influir en el gobierno nacional para que
modifique su irresponsable y aventurera política exterior. Sin embargo,
observo la insistencia del ministro Padrino en fortalecer aún más la
alianza militar con el régimen de Putin.
Ante esta situación, creo necesario
hacer algunas preguntas a los miembros activos de la Fuerza Armada
Nacional: ¿Creen ustedes que esa alianza militar con Rusia es una
respuesta apropiada y suficiente a las amenazas que se ciernen sobre
nuestra soberanía? ¿Han valorado ustedes lo que puede significar para el
bienestar y el destino de nuestro pueblo permitir que Venezuela se
transforme en un insignificante instrumento al servicio de los intereses
de una de las grandes potencias en medio de la actual y creciente
confrontación mundial? ¿No consideran ustedes que sería irresponsable
entrar en un juego de esa magnitud y riesgo sin haber discutido y
valorado ante la opinión pública los peligros que encierra esa conducta
para el interés nacional? ¿No piensan ustedes que la ambición de Nicolás
Maduro de permanecer en el poder arbitrariamente, violando los derechos
humanos e irrespetando los valores y principios democráticos, es la
causa fundamental de la grave crisis nacional e internacional que
enfrenta Venezuela? Tan delicadas circunstancias exige de ustedes una
profunda reflexión.
El mantenimiento de las relaciones
diplomáticas, comerciales y culturales con los demás países es una
decisión soberana de cada gobierno y cuyo plausible crecimiento puede
redundar en beneficio de sus connacionales; pero si esas relaciones se
propician, como ocurre actualmente en el caso de Venezuela, para alterar
negativamente el equilibrio geoestratégico mundial o regional jugando a
favor de una de las potencias contendientes, puede colocarse al país en
cuestión en un grave riesgo. En este sentido, es prudente citar como
ejemplo lo que históricamente se conoce como la “Crisis de los misiles”.
El hecho ocurrió en octubre de 1962 y fue la más grave crisis militar
entre Rusia y Estados Unidos en los años de la Guerra Fría. La
superioridad nuclear de Estados Unidos era indiscutible y Nikita
Kruschev necesitaba contrarrestarla. Para ello, convenció a Fidel Castro
de que aceptara el emplazamiento de misiles nucleares en territorio
cubano de manera de poder contar con una colosal amenaza en contra de
Estados Unidos. Fidel Castro, de manera irresponsable, aceptó tan
peligrosa propuesta.
En efecto, los misiles fueron
emplazados. El 16 de octubre los medios de inteligencia le informaron al
presidente Kennedy la grave situación. Durante los siguientes cinco
días, en absoluto secreto, analizó con sus asesores las opciones
disponibles. Al final se decidió enfrentar, hasta sus últimas
consecuencias, el desafío soviético: es decir, si los misiles no eran
retirados, lanzar un ataque preventivo a Cuba y si había respuesta de la
Unión Soviética responder utilizando la manifiesta superioridad nuclear
de Estados Unidos. El 22 de octubre, el presidente Kennedy se dirigió a
la nación informando la situación existente y la grave decisión tomada
por su gobierno. Al mostrar claramente la intensión de atacar a Cuba, la
tensión llegó a su máximo nivel. En ese momento crítico, Fidel Castro
insistió, con una visión apocalíptica, al escribirle a Kruschev
pidiéndole que los soviéticos lanzaran un ataque preventivo contra
Estados Unidos.
Al encontrarse ambos contendientes
ante la posibilidad cierta de un holocausto nuclear, se iniciaron las
negociaciones para encontrarle una salida a la crisis. Nikita Kruschev
aceptó las condiciones norteamericanas, y se firmó un acuerdo secreto
que obligaba a Rusia a retirar inmediatamente los cohetes y a Estados
Unidos a desmantelar gradualmente los obsoletos misiles estadounidenses
en Turquía y a no invadir a Cuba. Durante las negociaciones Fidel Castro
fue ignorado totalmente, circunstancia que lo molestó profundamente. El
embargo comercial a Cuba fue la siguiente medida de Estados Unidos. A
partir de ese momento, y con esa excusa, se inició el subsidio económico
de la Unión Soviética a Cuba, el cual se mantuvo hasta 1992, pero en
contrapartida Fidel Castro tuvo que enviar cerca de 400.000 soldados
cubanos a Angola, Somalia y Etiopía con la finalidad de garantizar
objetivos estratégicos soviéticos. Como podrán deducir, Cuba solo fue un
peón en esa crisis.
Si ustedes, miembros activos de la
Fuerza Armada Nacional, comparan la crisis de los misiles con la
creciente tensión existente entre Estados Unidos, Canadá, la Unión
Europea y la mayoría de los países latinoamericanos con Venezuela,
percibirán de inmediato que son dos situaciones totalmente diferentes,
pero también generadora de fuertes desavenencias que pueden conducir a
un desenlace militar. Las declaraciones de los funcionarios
norteamericanos, antes citadas, demuestran, sin lugar a dudas, que
consideran seriamente a Venezuela como una amenaza para su seguridad y
la de la región. Pero, si eso fuera poco, todos los gobiernos de los
países antes nombrados ven con preocupación la diáspora venezolana,
producto de la nefasta política madurista, la cual amenaza con hacer
colapsar la estabilidad de los países vecinos. Para colmo, tan compleja
situación se agrava al haber permitido Venezuela, durante estos 18 años
de supuesta revolución, que se utilice nuestro territorio como
“santuario” del terrorismo internacional y del crimen organizado,
convirtiéndonos en un elemento hostil para la paz regional.
En lo que respecta a la lucha por la
supremacía militar, es un asunto que compete a quienes participan en
ella, no a nosotros. De todas maneras, sus análisis les permitirán
concluir hacia qué lado se inclina la balanza. En este sentido, soy de
los que creen que Venezuela debe mantener una política exterior
independiente y soberana, que defienda sus intereses vitales con
fortaleza, pero con prudencia y discreción. Su diseño y ejercicio obliga
a entender que nuestro país es una potencia media ubicada en el
continente americano y geopolíticamente en el mundo occidental. Esta
condición nos exige mantenernos al margen de ese enfrentamiento entre
las grandes potencias para dedicarnos a resolver las muy comprometidas
condiciones de vida de nuestro pueblo y tratar, con marcada urgencia, de
diversificar nuestra economía ante la indiscutible realidad que señala
el surgimiento de nuevos factores energéticos en el futuro de nuestra
civilización.
fochoaantich@gmail.com.
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