GLOBALIZACION
TRINO MARQUEZ
En pleno proceso de globalización e
interdependencia económica, Nicolás Maduro tomó la insólita decisión de aislar
a Venezuela del resto de América Latina, enemistarse con los países de
Norteamérica y con la Unión Europea. Optó por pasar a formar parte de una geopolítica
cuyos protagonistas son China, Rusia, Irán, Turquía y, en un grado infinitesimal,
Cuba. La apuesta es de alto riego. Las
relaciones entre China y Rusia nunca han sido muy fraternales. Hace casi
cincuenta años, por una pequeña isla fluvial, tuvieron un conflicto armado que
provocó una enorme tensión entre ambas naciones. Los rusos de Putin muestran
una voracidad expansionista que a los seguidores de Xi Jiping no les gusta. Los chinos, siempre
pragmáticos y calculadores, ven a Venezuela como una cabeza de puente en
América Latina. Sn embargo, de ningún modo han atado su presencia en el
continente a nuestro país. Su política desde hace décadas se ha basado en la
diversificación, de modo que poseen intereses industriales y comerciales en
Perú, Brasil, México y Panamá, cuyo crecimiento ha sido estable y creciente,
sin el desprestigio y el acoso internacional del gobierno de Maduro.
La
última decisión adoptada por el gobierno contra Panamá, especialmente contra
COPA, resulta de una insensatez e irresponsabilidad desbordante. La verdad es que Venezuela
necesita mucho más a Panamá que esta a Venezuela. En el país del istmo, que apenas sobrepasa
los tres millones de habitantes, hay cerca de 150.000 venezolanos, la inmensa
mayoría emigrantes de los últimos cinco años. Luego de la ida de diecisiete
líneas internacionales importantes que operaban en Venezuela, las cuales nos
conectaban con el resto del mundo, COPA se convirtió en el vehículo que
distribuía a los venezolanos que necesitaban o querían viajar al exterior. El
aeropuerto de Tucumán, que le sirve a Ciudad de Panamá, debido a la ceguera y
estulticia del chavismo-madurismo, se convirtió en el centro distribuidor de
vuelos más importante de todo el Caribe, papel que le correspondía jugar a Maiquetía
por ser el puerto de entrada a Sur América y por sus facilidades de conexión con
Europa y toda América.
Por
cierto, la apertura comercial, al igual que la financiera, de Panamá comenzó
durante el régimen del general Omar Torrijos, uno de los símbolos de la
izquierda latinoamericana. Fue este caudillo quien entendió la importancia
estratégica de ese pequeño país y del Canal y se propuso obtener el máximo
provecho de este hecho para los panameños. Su izquierdismo siempre estuvo
afincado en un sólido nacionalismo, alejado de toda esa telaraña tejida por la izquierda
más atrasada contra la globalización. Con Torrijos, Panamá comienza convertirse
en ese centro financiero de proyección mundial que es hoy. Desde luego, fue
objeto de los dardos envenenados que siempre le lanzaron los grupos más
atrasados de la izquierda continental, entre cuyos herederos se encuentran
Maduro y el grupo que lo rodea, rígidos a la hora de criticar el capital
internacional y el neoliberalismo, pero ágiles cuando se trata de invertir las
grandes fortunas acumuladas en los paraísos fiscales que hasta hace muy poco
tiempo eran protegidos por los gobiernos panameños.
El
daño que Nicolás Maduro está ocasionándole al país con la ruptura de relaciones
económicas con Panamá es gigantesco. Según la Cámara de Integración
Venezolana-Panameña, de los pocos productos que llegan a Venezuela, cerca de
60% lo hacen a través de ese país. En el futuro cercano, se verán las
consecuencias del enorme disparate cometido por Maduro. Afortunadamente, Panamá no puede tomar
medidas contra los barcos con bandera venezolana que atraviesan el Canal. Los
acuerdos que le permitieron a Panamá asumir el control del canal, les impiden a
las autoridades de ese país adoptar medidas retaliativas de ese tipo
contra otras naciones. De lo contrario,
Venezuela estaría metida en un aprieto mayor al que ya tenemos.
Venezuela
posee todas las condiciones para incorporarse en condiciones ventajosas a la
globalización y obtener el máximo provecho de esa integración. Contamos con
abundante petróleo y distintas formas de energía, somos la puerta de acceso al
continente suramericano, disfrutamos de un clima envidiable y de una fuerza de
trabajo que, a pesar de la diáspora, sigue manteniendo un envidiable nivel de
calificación. La infraestructura, aunque se ha deteriorado de forma alarmante,
todavía representa una ventaja
competitiva, pero hay que recuperarla para volver a ser competitivos.
Las
medidas adoptadas contra Panamá se dirigen contra los venezolanos que
necesitamos salir con urgencia de la miseria, el atraso y el aislamiento en el
que nos hundió Maduro.
@trinomarquezc
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