domingo, 15 de abril de 2018

LOS COMEGENTE BOLIVARIANOS

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ENRIQUE VILORIA VERA



Sí falla el capitalismo, podemos probar con el canibalismo.  
El Roto


Estupefactos, espantados y asombrados conocemos la cruel historia de un joven desquiciado que desmembró el cuerpo de su amigo, se lo comió y con su sangre pintó unos cuadros que no son, por cierto, horripilantes en su temática como era de suponer. Informan que además el alienado comegente hizo lo propio con un caballo, la comunidad barloventeña y la opinión pública nacional e internacional comentan asqueadas este acto de canibalismo en pleno siglo XXI.
Pero lo peor del caso es que el gobierno bolivariano, los cabecillas del socialismo del siglo XXI son unos redomados comegentes. Es probable que en su rechazo al Imperio español de la época y del actual, se hayan trasmutado en verdaderos indígenas caribes, guerreros y bravucones, que tenían azotadas a las demás tribus nativas del Caribe, y luego de obtener una victoria se manducaban el cuerpo de los enemigos vencidos.
Sin embargo, los comegentes revolucionarios no la emprenden a dentelladas contra los súbditos bolivarianos para saciar un hambre que no conocen. Sus mesas y despensas están ahítas de excelentes viandas nacionales e importadas, y para rociar sus condumios cuentan con los mejores vinos del mundo, whisky de 21 años y las más delicadas champañas francesas. En excelente reportaje, Sergio Dahbar, bien informado y documentado, ofrece un amplio análisis en el que recoge qué y donde comen, así como quién viste a nuestros refinados revolucionarios de salón de banquetes.
Nuestros comegentes bolivarianos son más sutiles en su canibalismo institucionalizado, no se comen a los sufridos, hambrientos y pauperizados ciudadanos de la llamada V República. Los dejan morir de mengua, despacito y con alevosía. Les niegan lo que a ellos les sobra: medicinas, comida y bebidas, asistencia médica, carros de última generación, efectivo, trasporte digno, ropa y zapatos. Además, con una perfidia sin parangón los obligan a hacer largas colas para todo: para sacar unos escasos billetes de cajeros y oficinas, comprar un pollo, una barra de pan o unos medicamentos inexistentes, realizar una gestión gubernamental, surtirse de gasolina, y hasta para retirar el cadáver de uno de los tantos asesinados en Socialismo que reposan en las atestadas morgues de la patria. Y por si fuera poco los dejan a oscuras buena parte del día, para que no disfruten de los beneficios de la luz eléctrica o de la INTERNET y se pudran los escasos alimentos refrigerados que con mucha paciencia y estoicismo pudieron comprar, a pesar del calvario que significa obtener dinero en efectivo en la depredada Venezuela socialista.   
A nuestros comegentes bolivarianos, por el contrario, les gusta engullir el dinero del pueblo y sobre todo si se trata de divisas fuertes. Sus buchonas cuentas en dólares americanos, euros o francos suizos en los bancos de Panamá, USA, Andorra, Suiza o en algún paraíso fiscal, dan buena cuenta del canibalismo monetario revolucionario de nuestros socialistas del siglo XXI.     
  
 

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