Los países exportadores, de la abundancia a las tensiones fiscales
IGNACIO FARIZA
EL PAÍS
“Los países petroleros en problemas no me dejan dormir por las noches”. La frase habría pasado desaparecida en boca de cualquier analista, pero quien la pronunció el martes fue la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. La mandataria francesa se refería explícitamente a Nigeria, un país que ha pasado de encabezar el tirón económico africano a verse en serios problemas en menos de un año y medio. La razón: el desplome del precio del crudo, un 70% en el periodo.
El séptimo mayor productor de petróleo del cartel de la OPEP —y la mayor economía del continente— fue el lugar escogido por Lagarde para su primera visita oficial de 2016, lo que levantó rumores sobre un posible rescate a sus maltrechas finanzas públicas. El 90% de sus exportaciones y el 60% de sus ingresos públicos de este enorme país de un gigante de 185 millones de habitantes están directamente vinculados con el petróleo. Tanto Lagarde como el Ejecutivo nigeriano negaron que el país necesitase ayuda financiera inmediata, pero la visita sirvió para asentar los pilares de un potencial plan de contingencia.
Las dificultades no se ciñen al gigante africano. A finales de enero, técnicos del FMI se desplazaron a Azerbaiyán, un país de 10 millones de habitantes en la costa del Mar Caspio, cuyas exportaciones dependen en un 95% de la venta de petróleo. La exrepública soviética ha devaluado su moneda un 35% desde diciembre para ganar competitividad por la vía rápida y ha reinstaurado los controles para evitar una fuga de capitales.
Aunque su Gobierno negó por activa y por pasiva que necesitase ayuda financiera, el comunicado del Fondo fue demoledor: la visita, solicitada por las autoridades de Bakú tenía como objetivo el “debate sobre una posible asistencia técnica y sobre las necesidades de financiación” de aquel país. La agencia rusa Interfax ha llegado a ponerle cifras al rescate: Azerbaiyán pretende obtener 3.000 millones de dólares (2.700 millones de euros) del Fondo y otros 1.000 millones de dólares del Banco Mundial.
Pero si un caso sirve para ilustrar a la perfección el estado de las cosas en los Estados que prosperaron gracias al boom de las materias primas, ese es Surinam. Con poco más de un millón de habitantes, el país sudamericano ha basado su crecimiento en las últimas dos décadas en las materias primas. Hasta hoy. La semana próxima, los hombres de negro del FMI visitarán Surinam a petición de las autoridades de aquel país para discutir los detalles de un programa de ayuda financiera conjunto con el Banco Mundial para hacer frente a los problemas de un Estado que ha visto esfumarse la mitad de sus reservas de divisas en un año.
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