jueves, 18 de febrero de 2016

SIEMPRE CON LA LIBERTAD


           MARIANO RAJOY

Imagínense que hoy, 18 de febrero, un dirigente democrático español cumpliera dos años de prisión injusta en la cárcel militar de Alcalá Meco. Imagínense que hubiera sido sentenciado a una pena total de casi catorce años, por ser supuestamente autor de delitos tan graves como instigación pública y asociación para delinquir, incendio y daños. Imaginen que la ONU exige la liberación inmediata de ese hipotético dirigente democrático español, y que Amnistía Internacional lo considera un preso de conciencia. Sí: parece ciencia ficción. Sin embargo, eso es lo que ha pasado en Venezuela, donde hoy se cumplen dos años del encarcelamiento de Leopoldo López.
Y, aunque también parezca ciencia ficción, mañana, 19 de febrero, se cumple un año de otra detención arbitraria, sin orden judicial, la del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma. Como se recordará, fue arrestado por un comando del Servicio Bolivariano de Inteligencia, es decir, el CNI venezolano. Sin mayores pruebas, a Ledezma se le acusó de conspiración, y ahora se enfrenta a dieciséis años de cárcel. Todo, como en el caso de Leopoldo López, por hacer política y defender la libertad.
En este aniversario, queremos decir claramente que no nos olvidamos de los casi 80 presos políticos venezolanos. Sirva, por tanto, este artículo para enviar mi afecto y mi solidaridad a Lilian Tintori de López y a Mitzy Capriles de Ledezma, a sus familias y a todos los ciudadanos de Venezuela. Su sufrimiento es, más que nunca, el nuestro. Y tenemos el deber de denunciar con claridad a los responsables y a los cómplices de estos atropellos a la libertad, porque si no, sólo podemos esperar más arbitrariedad y más injusticia. Por ello, como todo demócrata, espero que salga adelante Ley de Amnistía que está impulsando la valiente Asamblea Nacional de Venezuela, a la que apoyo sin reservas.
Los españoles debemos entender a Venezuela. Pensemos por un minuto que, en España, casos impensables como éstos se convirtieran en realidad. Pensemos que no hubiera elecciones con medios de comunicación independientes, o que estos hubieran tenido que venderse a grupos afines al régimen, acusados por el Gobierno de ser “golpistas”, “fascistas” y “jinetes del Apocalipsis” tan sólo por ejercer una crítica independiente. Imaginemos asimismo que los directivos y periodistas de los pocos medios libres aún subsistentes recibieran una orden de comparecencia judicial cada ocho días, con la prohibición de salir del país, todo ello a instancias de una denuncia por difamación del Presidente del Congreso. E imaginemos también que otros diarios independientes tuvieran que cerrar porque el Gobierno corta el suministro de papel. Pues bien, este escenario implanteable es el que se da en un país hermano y amigo como es Venezuela.
Y podemos representarnos bien su drama. ¿Qué sentiríamos al convertirnos en el segundo país más peligroso del mundo con 28.000 muertos por año, o al tener la capital más peligrosa de nuestro continente? ¿Al no encontrar el 75% de los alimentos o el 90% de las medicinas? ¿Podemos imaginar vivir con una hiperinflación del 275% en 2015 y, según el FMI, del 720% en 2016?
No hay nada que perjudique más a los trabajadores y a los más necesitados que la inflación. Sin embargo, un autoproclamado candidato a vicepresidente del Gobierno de España afirmó, nada menos, que siente envidia de los españoles que viven en Venezuela. ¿Envidia del desplome del 7% de la economía, del déficit fiscal del 19%?
Con ser gravísimos estos datos, lo peor es la crisis de valores. Se empieza cambiando la cultura del esfuerzo. Las autoridades afirman que también robarían por necesidad y manifiestan su comprensión por los delitos comunes. Se subsidia a la población para crear un electorado anestesiado, agradecido y estable, a disposición del poder político. Se instaura una cultura que promueve el conformismo, el resentimiento y la sumisión a lo fácil.
Así las cosas, y con una nueva ley electoral hecha a medida, el letargo puede durar 15 años, hasta que la juventud se rebela contra su frustración y rechaza la violencia, la injusticia y la manipulación. Hasta que rechaza el engaño de quienes llegaron al poder centrando su discurso en la demolición del sistema político y en el resentimiento social, apropiándose del sufrimiento de los débiles y prometiendo todo lo imposible.
¿Podemos tener un autoproclamado candidato a vicepresidente del Gobierno que no condenó la represión y el encarcelamiento de manifestantes pacíficos, estudiantes y líderes de la oposición en Venezuela? ¿Puede plantearse el PSOE pactar con quien, cuando era eurodiputado, votó en contra de la resolución del Parlamento Europeo que pedía la liberación de líderes demócratas como Leopoldo López? Un líder que, por cierto, pertenece a la Internacional Socialista.
El Gobierno de España siempre tiene que estar con la libertad, protegiéndola y también representándola. España avanza en América Latina cuando defiende la libertad. La presencia internacional no se mide en términos de visitas presidenciales y oportunidades económicas. No. La política exterior de un demócrata antepone los valores a los intereses. Por eso, mi Gobierno no ha cesado ni un momento de atender y proteger a los venezolanos perseguidos.
Mi Gobierno ha concedido la nacionalidad española a los padres de Leopoldo López. Hemos otorgado el permiso de residencia por circunstancias excepcionales a los periodistas, directivos y dueños de medios de comunicación despojados de su pasaporte y acosados por un Poder Judicial dependiente del Ejecutivo: Miguel Henrique Otero, presidente-editor de El Nacional; Nelson Rivera, director de su Papel Literario y, más recientemente Mariana Otero y Beatriz de Majo, accionista y columnista, respectivamente, del mismo periódico.
También hemos otorgado la residencia en España a Guillermo Zuloaga, expresidente de Globovisión. Un hombre considerado por el director de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Ricardo Trotti, como “uno de los mejores defensores y promotores de la libertad de prensa y del periodismo libre”, pese a lo cual se dictaron dos órdenes de captura en su contra por “usura genérica”, “agavillamiento”, “divulgación de informaciones falsas e incertidumbre pública” y “ofensas” al Presidente de la República. Su pasaporte ha sido revocado. Y, de momento, no ha servido de nada el cuestionamiento por parte del Relator Especial de Naciones Unidas sobre la Libertad de Opinión y Expresión y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Son sólo algunos casos de muchos, pero son elocuentes del drama que viven los venezolanos. Y yo hoy quiero repetirles que el Gobierno de España y el partido que represento no dejarán de acompañarles ni en este aniversario ni nunca. Porque queremos para los venezolanos lo mismo que los españoles disfrutamos cada día: democracia, libertad y seguridad.
 
Mariano Rajoy es presidente del Gobierno de España

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