viernes, 26 de febrero de 2016

PARA SALIR DEL HOYO: ASISTENCIA FINANCIERA INTERNACIONAL E INVERSIONES EXTRANJERAS


    EMILIO NOUEL V.

Una de las facetas de nuestra tragedia nacional es la sequía de inversiones productivas. Desde hace unos cuantos años, en esta materia, nos ha afectado el equivalente económico del fenómeno atmosférico “El Niño”.  Ni venezolanos ni extranjeros quieren invertir y no les falta razón. Sin sanas políticas públicas, seguridad jurídica, ni respeto a la propiedad privada, sólo unos suicidas se arriesgarían a venir al país.

En nuestro caso, “El Niño” es un gobierno nefasto que en lugar de atraer capitales extranjeros que impulsen el crecimiento, el desarrollo, la diversificación de la economía y creen nuevas fuentes de empleo y de producción, los espanta.

Basta examinar las cifras que publican los entes nacionales e internacionales para confirmarlo.

Comparar la performance de Venezuela con la de otros países, incluso los menos desarrollados de la región, resulta impactante, frustrante.

La CEPAL, en su Informe de 2015, reporta que  Venezuela recibió en 2014 sólo 320 millones de dólares en inversión extranjera directa (IED), mientras que países como Bolivia, Ecuador y Nicaragua, por mencionar algunos de gobiernos ideológicamente identificados con el venezolano, absorbieron 648, 774 y 840 millones,  respectivamente. Tres pequeños países, a los que hemos socorrido, más que duplican al nuestro en lo de atraer capitales.

Y ni hablar de otras naciones. Chile recibió 2.738, Colombia, 16.054; Costa Rica 2.106; México 22.795, Panamá 4.719, Perú 7.607 y Uruguay 2.775 millones de dólares.

Frente a tal resultado desastroso, el gobierno actual no tuvo otra idea el año 2015 que la genial de sancionar una nueva ley de Inversiones extranjeras, que en lugar de atraer los capitales foráneos que requerimos hoy más que nunca, más bien refuerza un entorno nacional repelente.

Ciertamente, una ley que promueva y proteja las inversiones no es suficiente. Hace falta también políticas macroeconómicas adecuadas, instituciones públicas y servicios públicos que funcionen, y esto no lo ofrece el gobierno. Pero un marco legal que provea de seguridad jurídica es el primer paso.

Captar inversiones no es sólo un asunto doméstico. Es también un tema de la política exterior de los países. Es lo que han llamado algunos, una cuestión inter-méstica.  No pueden desvincularse los problemas domésticos de los que se derivan del intercambio planetario.

La diplomacia desde hace mucho, más allá de las relaciones políticas internacionales, tiene un contenido esencial económico y comercial, que es imposible esquivar, so pena de salir perjudicado en términos de posicionamiento en el mundo y, en consecuencia, de bienestar colectivo.

La Asamblea Nacional de Venezuela, después del formidable triunfo de las fuerzas democráticas el 6D, está llamada a producir importantes cambios políticos y legales que la Nación, ansiosa, está esperando. La recuperación de la desastrada economía venezolana requerirá del concurso de países amigos y de instituciones internacionales. Salir del foso profundo en que estamos, comportará, necesariamente, una asistencia financiera  exterior en el corto plazo, y en el mediano y largo, atraer a empresarios e inversionistas privados, nacionales y extranjeros, que puedan apostar por Venezuela.

La oposición y sus diputados deben empezar a mover sus piezas tous azimuts en el tablero internacional, con vista a transmitir confianza y credibilidad en el campo de las relaciones económicas internacionales.  Más temprano que tarde el gobierno será uno distinto, y corresponderá a otro liderazgo sacar adelante al país.

Las perspectivas en el campo de las inversiones mundiales, para el presente año, no son muy halagüeñas. El crecimiento mundial va a ralentizarse este año. Se está revirtiendo el ingreso de capitales que se habían refugiado en países emergentes en los años recientes de la crisis financiera del 2008. 

No obstante, siempre habrá oportunidades para la inversión en países como el nuestro, que dispone de recursos naturales y capital humano, a pesar del daño que se le ha causado.

La competencia por captar capitales será fuerte, pero si Venezuela se enrumba por otros derroteros políticos y económicos, no será poco lo que obtenga en beneficio de sus ciudadanos.  

Que no quepa la menor duda: salir del hoyo en que estamos hundidos precisará de inversiones y ayuda exteriores. Con las políticas del gobierno no vendrán.

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