lunes, 29 de febrero de 2016

CARTA ABIERTA A LOS LIDERES DE LA OPOSICIÓN

Carta-del-director
     BENIGNO ALARCÓN


La velocidad de los acontecimientos amenaza hoy con arrollar los tiempos de cualquier salida bajo condiciones de gobernabilidad en el país.
Es evidente para todos el estado de deterioro progresivo y acelerado de las condiciones de vida en cualquier rincón de Venezuela. Alimentos y medicinas desaparecen, al mismo tiempo que los precios se elevan sin freno en relación proporcional y directa al crecimiento de una  demanda insatisfecha, ganándole la carrera a cualquier aumento de salarios, situación que no cambiará mientras no se tomen las medidas necesarias para lograr un nuevo equilibrio económico. Al mismo tiempo, el deterioro de los servicios corre a la misma velocidad, traduciéndose en la interrupción cotidiana de cosas tan básicas como el agua o la electricidad. Los problemas de seguridad, a pesar de que encabezamos hoy la lista de países más peligrosos del mundo, pasa a un segundo o tercer plano ante el peso de las necesidades de la sobrevivencia diaria.
Bajo este ambiente de anomia generalizada, que nos acerca a las características de un estado fallido, muchos apuestan a una implosión que cambie todo de la noche a la mañana, o a que alguien, un mesías o un actor responsable y con poder que, viendo el peligro y nuestras penurias, salga a defendernos y a restaurar el orden. Pero la realidad es que los días, semanas y meses pasan y nada pasa, mientras el gobierno, tal como sucede en el caso de un enfermo que lucha por su vida, va dando la pelea un día a la vez, en un juego suma-cero en donde cada día ganado por el gobierno es un día perdido para la oposición, en una relación en la cual el gobierno ya no tiene mucho que perder en cuanto a legitimidad, aunque sí en el caso de perder el gobierno, mientras la oposición arriesga su activo más preciado: su legitimidad y la de la Asamblea, hoy en sus manos. A esto juega el gobierno, a ganar tiempo, un día a la vez.
En este sentido, impulsar el cambio político prometido no es solo importante, sino urgente, ya que en el tiempo está la esencia de su viabilidad real.  Y es justamente desde esa perspectiva que debe encararse el debate sobre la solución constitucional, pacífica y electoral que se le quiere dar a la actual crisis política. Es necesario entonces elevar el debate sobre el mecanismo a un nivel distinto porque esto no es un tema de preferencias ni de propuestas de posicionamiento de liderazgo.
Es necesario escapar de la trampa de basar el debate en la argumentación puramente jurídica, porque hoy no gozamos de un estado de derecho, o en su viabilidad institucional, porque tampoco existe separación de poderes y cualquier propuesta de cambio tropezará inevitablemente con obstáculos político-institucionales. Es urgente centrar el debate en aquellos criterios que se relacionan con la viabilidad política de la propuesta. Si en 1999 Chávez hubiese puesto en la balanza la viabilidad jurídica o institucional de la Asamblea Constituyente, jamás habría logrado tener una nueva Constitución a finales de ese mismo año. Pero lo logró porque su intuición le permitió leer correctamente las expectativas y los tiempos para una batalla que se definió por caminos meta-jurídicos y meta-institucionales, doblegando a una Corte Suprema de Justicia que de haberse opuesto habría sido también arrollada en el campo de una batalla político que se inclinaba claramente a su favor. Hoy, la oposición está en una situación de ventaja política similar a la que Chávez gozo en ese momento, es tiempo entonces de actuar.
En consecuencia, me atrevería a sugerir, de manera no taxativa, siete criterios que deben ser tomados en consideración en el debate que la dirigencia de oposición debe estar dando en este momento en torno a la propuesta política que debe ser presentada al país en las próximas horas, atendiendo a la urgencia de la situación:
  1. La legitimidad política de la propuesta es esencial. Ninguna propuesta que adolezca de legitimidad política podrá sustentarse y ser útil a los fines de construir una transición pacífica por la vía democrática.
  2. La propuesta debe ser unitaria, y en ese sentido debe ser elegida y respaldada por todos los partidos políticos de la oposición. En tal sentido, el debate debe darse de manera urgente y agotarse hasta llegar a un consenso o a una decisión mayoritaria, que una vez adoptada debe ser respaldada por todos, tal como se ha hecho con las candidaturas unitarias.
  3. En la decisión sobre la propuesta deben privar los criterios políticos sobre los institucionales y jurídicos. Es necesario devolver el debate al campo de batalla político que es el único en donde la oposición tiene claras ventajas, lo que implica centrar la lucha en colocar la decisión en manos del soberano, evitando las racionalizaciones circulares e inútiles sobre obstáculos institucionales que estarán siempre presentes para tratar de contener cualquier propuesta de solución.
  4. La propuesta debe permitir una solución en el corto plazo. Si no se produce un cambio político en el corto plazo se corre el peligro de que la situación de deterioro social termine generando violencia y arrollando cualquier proceso institucional para terminar imponiéndonos soluciones de facto, sobre las cuales los actores democráticos no tendrán ningún control real.
  5. La propuesta debe permitir la elección de un nuevo gobierno que cuente con un periodo presidencial completo, y no la terminación del período presidencial por un vicepresidente o por cualquier otro actor del actual gobierno. Ante la grave situación económica que vive el país, luce poco probable emprender el proceso de recuperación económica, que implicaría la necesidad de un importante financiamiento internacional mientras exista un gobierno con bajos niveles de legitimidad que sea capaz de darle viabilidad de los ajustes económicos necesarios, o por un gobierno provisional de corto plazo.
  6. La propuesta debe considerar la viabilidad institucional y política del nuevo gobierno, por lo cual debe garantizar un cambio de reglas y relaciones entre poderes, o la elección de nuevos actores que garanticen su funcionamiento efectivo y adecuado.
  7. Todo cambio político o transición logrado de manera pacífica y democrática implica, necesariamente, la cooperación de actores moderados tanto del gobierno como de la oposición. En tal sentido, se hace necesario considerar que la propuesta debe implicar la reducción de los costos de tolerancia a un cambio político para los actores moderados del gobierno, y la elevación de los costos de represión para aquellos actores radicales que estarían dispuestos a mantener el poder por la vía represiva.
Insistimos, respetuosamente, pero con la responsabilidad que los tiempos nos demandan, en que es de la mayor urgencia dar una solución política a la grave crisis que el país enfrenta hoy, y que amenaza la existencia misma del Estado.
Benigno Alarcón Deza
Director
Centro de Estudios Políticos
Universidad Católica Andrés Bello

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domingo, 28 de febrero de 2016

CHINA: EL ENREDO NO ES SOLO ECONOMICO

  
         MOISES NAIM

En mi anterior columna describí las dificultades económicas por las que atraviesa China. El menor crecimiento económico en 25 años, la masiva fuga de capitales, inmensas deudas imposibles de cobrar y una fuerte caída de la Bolsa de valores son algunos de los síntomas de que la economía del gigante asiático no anda bien. Las convulsiones macroeconómicas siempre generan turbulencias en otros ámbitos. A continuación, algunos de los raros microacontecimientos, que tienen macro-implicaciones para China, su Gobierno, su población e, inevitablemente, para todos nosotros.
El Partido Comunista reprime a la clase obrera. En enero de 2011 hubo ocho paros laborales en China. Este enero, 503. De acuerdo con el Boletín Laboral chino, en 2015 hubo 2.774 huelgas, el doble que en 2014. El aumento de la conflictividad ha llevado al Gobierno a reprimir fuertemente a los líderes de los trabajadores. Los observadores internacionales han alertado de que, si bien las organizaciones laborales chinas siempre han sufrido ataques sistemáticos y presiones del Gobierno (auditorías fiscales, violencia mafiosa, acosos policiales), la represión ha arreciado. Como señala un artículo en The Washington Post, el régimen parece decidido a acabar con el activismo laboral para siempre. “Es una cruel ironía que el Partido Comunista reprima a los trabajadores”, concluye.
Empresarios que se evaporan. A Guo Guangchang le llaman el Warren Buffet chino. Es un billonario que controla la empresa privada más grande de China, Fosun. En diciembre pasado, Guo desapareció. Se dijo que estaba “colaborando con ciertas investigaciones de las autoridades”. Días después, y sin mayores explicaciones, reapareció dirigiendo la asamblea de accionistas de Fosun.
A Yang Zezhu, uno de los más conocidos líderes del sector financiero chino, le fue mucho peor que a Guo. En enero, se tiró por una ventana. Dejó una nota explicando que su suicidio se debía a que el organismo disciplinario del Partido Comunista lo estaba investigando por “razones personales”. Estos son solo dos ejemplos de un sorprendente número de importantes empresarios que han “desaparecido”, han dimitido súbitamente, han emigrado o han sido detenidos. La lista incluye a lo más granado del sector empresarial. Se sabe que una de las prioridades del presidente Xi Jinping es la lucha contra la corrupción. Y la desaparición y detención de empresarios es, sin duda, una manifestación de esta cruzada. Pero igualmente refleja que la lucha anticorrupción sirve también para eliminar posibles rivales y consolidar el poder.
Los libros también desaparecen… Me refiero a los libros de contabilidad. Hace poco, la policía tuvo que usar dos retroexcavadoras para extraer de un hueco muy profundo 1.200 libros con la contabilidad de uno de los fraudes financieros más grandes de China. Ding Ning, de 34 años, es el fundador de Ezubao, una de las casas de inversión más conocidas. La empresa prometía un 15% de rendimiento anual a quienes depositaran allí su dinero. Así lo hicieron 900.000 personas. Y perdieron 7.600 millones de dólares que, según se sabe ahora, Ding usó para fines propios. El de Ezubao es el más grande y visible de los fraudes que plagan al sector financiero chino. Pero no es el único.
Y editores, libreros y escritores… El editor Lee Bo, de 65 años, ciudadano británico con residencia en Hong Kong, también se desvaneció en diciembre. Su esposa denunció a la policía que Lee había sido secuestrado y llevado a Pekín. Unos días después retiró la denuncia y explicó que su marido había viajado voluntariamente para ayudar a la policía china en una investigación. Otras cuatro personas asociadas a la editorial de Lee están desaparecidas desde el año pasado. Pequeño detalle: la empresa es conocida por publicar libros que son críticos con los dirigentes chinos.
Otro editor, Yiu Man, de 73 años, ultimaba la publicación de El Padrino Xi Jinping, un libro crítico escrito por el disidente Yu Jie. Pero no pudo publicarlo porque fue condenado a 10 años de prisión. ¿Su crimen? El Gobierno lo acusó de haber llevado unos bidones de pintura industrial desde Hong Kong a Shenzhen sin pagar aranceles. Naturalmente, la represión a los editores hace que los libros críticos desaparezcan y sus autores se exilien, se escondan o dejen de escribir.
Y las palabras y los números. El profesor Frank Fukuyama acaba de identificar las palabras que desaparecieron de la edición china de su último libro. Entre otras: “Mao”, “las protestas en Tiananmen”, “la gran hambruna”, “corrupción” y “el imperio de la ley”. También hay una larguísima lista de palabras que no aparecen en los buscadores de Internet o que se borran al ser escritas en redes sociales. También se han desvanecido datos estadísticos indispensables para evaluar la situación económica. Otros han sido claramente adulterados.
En resumen: censura, propaganda, ocultamiento de información, hostigamiento, encarcelamiento de disidentes, activistas, empresarios y quienquiera que proteste contra el régimen. Estas son algunas de las respuestas de Pekín a las consecuencias sociales y políticas de su crisis económica. Los gobiernos suelen agravar las crisis con sus reacciones. Este es un ejemplo.

Twitter @moisesnaim

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MARTA LAGOS (LATINOBARÓMETRO): “No es izquierda o derecha, la gente va contra las élites”

                                    


CARLOS E. CUÉ

EL PAÍS

La chilena Marta Lagos dirige desde hace 20 años el Latinobarómetro, la encuesta regional más respetada, y cree que la clave de este giro es la exigencia de mejor democracia.
Pregunta. ¿Por qué se produce este giro en Latinoamérica?
Respuesta. Hay un patrón, se llama mejorar la democracia, hay una demanda de mejor y más gobierno y más democracia, que parte desde 2010. Hasta esa fecha los ciudadanos creían que las elites eran capaces de cambiar sustancialmente las condiciones de vida de un país. Se quiebra esa convicción, empiezan las protestas. Se pierde el miedo a expresarse que habían dejado las dictaduras. Las sociedades latinoamericanas siempre habían estado muy controladas. Ahora no basta con el subsidio, con la política paternalista, los caudillos, el populismo.
P. ¿Hay un giro a la derecha?
R. No lo veo. 2003-2008 fue el quinquenio virtuoso. Crece el nivel de educación, aumenta el nivel económico. La gente se dio cuenta de que es posible ser distinto en lo económico, pero no somos distintos en lo social. Ahora viene la demanda social. La derrota de Morales termina de confirmar que no va a quedar ningún árbol en el bosque, el tanque va a pasar por los que han gobernado, sean derecha o izquierda. Le tocó a la izquierda esta derrota porque había muchos gobiernos de izquierda y porque prometía desmantelar la desigualdad, erradicar la pobreza. En Bolivia los avances son enormes en movilidad social e inclusión pero no están a la velocidad que quieren los pueblos. A Bachelet y a Roussef les pasa lo mismo, la gente dice hacen mucho pero no lo que quiero. Y ahora Perú. Pero a Keiko Fujimori la pueden sacar en cuatro años si no funciona. O a Macri. La gente va contra las élites. No es izquierda derecha, es de élites, que en el fondo se han comportado como siempre.
P. ¿Qué reclaman los ciudadanos?
R. La gente quiere que se acabe la corrupción, que la representación sea más amplia, más igualdad ante la ley. Le toca a la izquierda pero no es debido a la izquierda. La causa es el desarrollo tardío de la democracia. El 70% de población de América Latina dice que la democracia no ha traído garantías sociales, acceso a una vivienda, salud, educación. Las sociedades latinoamericanas no tienen seguros de desempleo, ayudas. La gente ya no quiere esperar más. La élite va a ser reemplazada sea izquierda o derecha. La sociedad latinoamericana quiere igualdad ante la ley y derechos sociales, y acceso a la justicia. Ahora solo la tienen los que pueden pagar un abogado.
P. ¿Las nuevas generaciones piden más?
R. En el Latinobarómetro vemos que el 20% de jóvenes menores de 25 años que solo tiene una comida al día, que son pobres, prefieren gastar su dinero en un smartphone antes que una segunda comida. Porque saben que en esa pantallita pequeña esta su futuro, ven el mundo y dicen quiero estar ahí. A Morales le han dicho usted lo ha hecho bien pero ya fue. El pueblo latinoamericano es más sensible que su élite, Bolivia lo demuestra. Los latinoamericanos no son electores ignorantes o manipulables. La aprobación de los gobiernos ha bajado 25 puntos de promedio en los últimos 5 años. Nadie aplaude ya a los gobernantes.

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TERRITORIO LIBERADO

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       LEONARDO PADRÓN

EL NACIONAL

El país entero cabe en una manzana. La manzana, para más señas, está ubicada en el centro de Caracas. Es la Asamblea Nacional, el corazón político del país. Hoy es lunes y el lugar respira una serenidad inusual. Elijo ese adjetivo, porque –lo sabemos– la calma se mudó de país hace años.
Vaya usted a la esquina La Ceiba, desande unos pasos y pida entrar al hemiciclo legislativo. Se encontrará en territorio liberado.
Después de 17 años, el sol amanece distinto en el palacio federal. Desde 1999 hasta enero del 2016, la vida parlamentaria había entrado en estado disfuncional. Todo era convulso, excesivo, extravagante. Como el país actual. Pero la primera gran derrota del chavismo ha ocurrido en la médula del país político. De los cinco poderes constituidos, el legislativo es hoy la música de un fracaso para los seguidores de Hugo Chávez.   
Lo que más sorprende al hablar con los empleados de la AN es que allí el chavismo se conjuga en tiempo pasado. Como si fuera un periódico viejo, una anécdota de la historia. “Se había perdido la costumbre de dar los buenos días, las gracias, o pedir el favor. Hay asombro porque ahora no se dicen groserías. Hacía años que no veíamos tantos fluxes y corbatas al mismo tiempo. La regla era el jean roto y los tenis”, ilustra Yira Yoyotte, la Jefa de la División de Medios de Comunicación, con 20 años en esa manzana crucial de Caracas. Las costumbres, los modales, el protocolo. Todo había sido arrasado. 
Nadie puede testimoniar mejor lo ocurrido que El Excelentísimo. Así se le conoce a Victor Mendoza, el mayor experto en protocolo de este país. Ha vuelto a su cargo después de 15 años de exilio laboral. “Protocolo es orden, majestad y respeto”, desgrana la premisa de su oficio como quien sube los peldaños de una escalera. Las tres palabras claves habían sido taladas por el torbellino rojo. Es un hombre de impecables maneras. Su elegancia y estilo ponen a prueba tus propios modales. “Yo no complico, simplifico. No creo honores, simplemente los reconozco”, es uno de sus lemas. En su oficina tiene 18 corbatas dispuestas para cualquier diputado que las necesite. Es parte de su cruzada por resucitar las normas del ceremonial. Enumera las virtudes que debe tener todo parlamentario: “Elegancia, prestancia y prudencia”. Me refiere, con un rictus cercano al horror, el abatimiento del orden que encontró en los jardines y pasillos. Habla de la grama chamuscada y los restos de pollo que las huestes a sueldo arrojaban en cualquier lugar mientras vitoreaban cada visita de Maduro al hemiciclo. Habla de los solemnes espacios invadidos por una profusión de toldos, tarimas y flores cuyos proveedores, según cuenta alguien más, era gente cercana al ex diputado Darío Vivas. Los guisos que se cocinaban no eran solo comestibles.

Mendoza recuerda el episodio reciente donde le tocó recibir al presidente Maduro acompañado de Cilia Flores. Al entrar la pareja, El Excelentísimo se permitió una corrección: "Disculpe, Presidente, la dama siempre va del lado derecho del hombre". A lo que la primera combatiente comentó: “¿Ves, Nicolás? Este sí sabe de protocolo”.

                                                               ***

Un tema inevitable es el saqueo ocurrido luego del triunfo de la oposición el 6D. Vehículos, cámaras, sistemas de sonido. Un saboteo penoso. “El saqueo también fue humano”, agrega Yoyotte, “desde la época de Willian Lara (2002) la nómina fue creciendo con amigos, familiares y novias de los enchufados. Con ir a las marchas y "sapear" a los compañeros de trabajo "escuálidos" bastaba para ganar indulgencias y no perder el trabajo”.
El parlamento se había convertido en un cascarón. Un cascarón muy útil, por cierto.
“Las pocas leyes que se sometían a consideración ya venían hechas por el Ejecutivo. El chavismo convirtió al Poder Legislativo en aquello que Ingo Muller ha llamado "Los juristas del horror". En los últimos 15 años la institución servía sólo para aprobar créditos adicionales que desangraron económicamente al país, instrumentos de ley que le permitieran a Chávez mantenerse en el poder e impedir investigaciones que pudieran perjudicar al Gobierno”, completa la curtida periodista.
Los verdaderos profesionales tenían solo tres opciones: emigrar, resistir estoicamente o pedir su jubilación. 
El otro capítulo en desalojo es el miedo. Ya los empleados se atreven a decir lo que antes se les atascaba en la garganta. “Le teníamos miedo al espionaje de los propios trabajadores, a la presencia de ‘tipos’ raros”, confiesa alguien. Y agrega un dato revelador: “Ya no hay tantos escoltas. Cabello, que usa unos 20 o 30 espalderos, ahora debe dejarlos afuera. Aunque dentro de la Cámara siempre lo rodean unos 4 tipos mal encarados que no tratan a nadie”.
Sin duda, hay trabajadores chavistas dentro de la AN, pero el tono de dueños del país se ha extinguido por completo.

                                                               ***

                Hay que ser niño. Tenderse en el suelo boca arriba en el Salón Elíptico. Quedarse como lelo mirando la gran cúpula oval donde reina el lienzo de Tovar y Tovar que ilustra la Batalla de Carabobo, el cuadro de nuestra vieja épica, tan manoseada en estos tiempos. Hay que ser niño y abismarse de emoción con el arca que contiene el Acta de Declaración de la Independencia. Hay que celebrar que la suntuosidad sobrevivió al huracán. Ir al Salón de los Símbolos, tapizado por los 23 escudos de las entidades federales. Contemplar las huellas del tráfago nocturno de los murciélagos en las paredes del extremo oriental. Visitar el Salón del Tríptico, admirar los tres cuadros de Tito Salas, contemplar, una a una, todas las Constituciones originales de la vida republicana de Venezuela, desde la  primera de 1811. Entonces un detalle cromático desafina, por estridente, por egocéntrico: el color rojo que empasta a la última de todas, la de 1999.
Habría, quizás, que hacer un informe forense que nos diera cuenta de cuántas veces al día es violada nuestra constitución.
Pero mientras tanto, hay que ser niño de nuevo y visitar con ojos de primera vez la belleza del viejo palacio. 

                                                               *** 

                El territorio liberado ha permitido el regreso de los medios de comunicación independientes. Su destierro ocurrió en el año 2006 cuando Cilia Flores asumió la presidencia de la AN. Una nota de El Nacional sobre la cantidad de familiares de ella que laboraban dentro la enardeció. Tildó  de "mercenarios" a periodistas como Cecilia Caione, Pedro Pablo Peñaloza y Hernán Lugo Galicia. Prontamente, se desmantelaría la sala de prensa. En mayo de 2010, además, Flores ordenó el traslado de los periodistas internos que exudaban algún síntoma opositor. Algunos fueron removidos a oficinas donde permanecían todo el día de pie porque no tenían dónde sentarse. La idea era cansarlos, que se fueran. El lugar se inundó de miembros de "colectivos" y supuestos funcionarios policiales. No era necesario ser periodista para trabajar allí. Importaba solo la lealtad al proceso. La página web se convirtió en un notorio panfleto que publicaba hasta las columnas de Fidel Castro.
Hoy, a cada sesión, rondan al menos 150 equipos periodísticos de todas las nacionalidades, incluyendo la BBC de Londres y Rusia Today. Desde el exterior llueven solicitudes pidiendo entrevistas con el presidente de la AN, Henry Ramos Allup. Los empleados del Parlamento no se sorprenden por la asertividad de sus misiles: “Desde hace años sabemos la calidad y vehemencia de su verbo”.
En la Asamblea, el idioma es otro territorio liberado de las amenazas, los insultos y la retórica populista.

                                                               ***

El propio Ramos Allup me conduce al centro neurálgico de la discusión parlamentaria: la Cámara de Diputados. Los escaños vacíos  muestran los letreros con los nombres de cada diputado. En un costado hay tres letreros que conforman la esquina caliente del chavismo: Diosdado Cabello, Cilia Flores y Elías Jaua. El veterano adeco me habla de la manifiesta incomodidad de Cabello en el hemiciclo: “Anda malhumorado, inquieto, entra y sale, está un ratico y se va, no se halla”. La cocinera le comentó un martes: “Yo a usted lo he visto hoy más veces de lo que veía al anterior presidente en un mes entero”.
Henry Ramos Allup es la estrella pop del momento. Sin duda, parte de su popularidad se la otorga su relación con el lenguaje. Palabras en desuso, símiles inesperados y frases de inaudita eficacia, más sus mañas de viejo zorro de la política, han emocionado a las gradas. Sus detractores del lado opositor han bajado la voz y lo aúpan unánimemente. Se ha dicho siempre: en política nadie muere.
Al subrayarle su momento estelar, hace un gesto desaprensivo: “La gente se aburre fácilmente de los políticos”. Y no oculta su tribulación: "Esta gente no tiene el más mínimo deseo de rectificar, están atrapados en su propia madeja”. Cualquier propuesta a Aristóbulo Istúriz, vicepresidente de la República y supuesta bisagra entre los extremos, recibe la misma respuesta: “Déjame consultarlo”. En rigor, Aristóbulo está resultando una figura decorativa, sin mayor operatividad. “En el infight, le digo a Héctor Rodríguez: ‘Estás sobreactuando, quédate tranquilo, ya tú gente está feliz, anda a sentarte’”, comenta sobre el jefe de la fracción oficialista. Me ilustra  su preocupación ante la crisis: “A veces duermo dos horas nada más”. Insiste en que en el ambiente militar se habla manifiestamente de la renuncia de Maduro como la costa más cercana para iniciar el rescate del país.

                                               ***

La Asamblea Nacional de hoy no escapa a la devastación general. El agua potable es infrecuente. En las oficinas escasean hojas de papel, libretas y bolígrafos. “Hay gente que improvisa hornos microondas hechos de cajas de cartón, papel aluminio y bombillos para calentar el almuerzo”, me comenta Yira Yoyotte. Pero más allá de eso, lo notorio es la nueva actitud del propio país: “Muchas de las personas que piden información sobre las visitas guiadas al parlamento dicen: ‘Antes no me atrevía a venir, ahora sí’. La gente siente que al entrar al Palacio se libera del estado de terror que encarna el chavismo”.
En el capitolio federal de estilo neoclásico que arropa la virulencia y los latidos del país político, el miedo ha sido desterrado. Los desplantes autoritarios cesaron. Gracias a millones de votantes, es un territorio liberado. Una sensación que exige vivir el gran resto del país.
Es una tarea inaplazable, apremiante. Una tarea en proceso. Un afán que nos necesita a todos.

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DESDE LA SOLEDAD Y EL SILENCIO

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                         FEDERICO VEGAS


PRODAVINCI

Acabo de leer en El País el ensayo Provincianos y cosmopolitas de Rafael Argullol. Al autor le preocupa el síndrome provinciano de viajar mucho sin llegar a conocer nada, de tener acceso a una gran cantidad de información universal para formar parte de una secta universalmente desinformada, de recorrer vastos espacios mientras la imaginación, o falta de imaginación, queda atrapada en un territorio pobre en referencias y en pensamientos.
Al otro extremo, Argullol coloca a los cosmopolitas, seres deseosos de habitar la complejidad del mundo, amantes de las diferencias, ansiosos siempre de explorar lo múltiple y lo desconocido, conscientes de que el conocimiento de los otros es finalmente el conocimiento de uno mismo. Si el cosmopolita quiere saber, el provinciano global quiere acumular mientras va eliminando o aplanando las diferencias que tanto teme.
Pareciera que los venezolanos somos provincianos atrapados y atormentados por un alud de información que no digerimos. Apenas recibimos una noticia la reenviamos como una papa caliente hasta quitárnosla de encima, y así tener estómago para una próxima barbaridad que tampoco lograremos digerir. Vamos careciendo de un espacio y un tiempo íntimo donde meditar sobre nuestros dolores y angustias, esperanzas y alegrías. Viajamos dando vueltas sobre nosotros mismos en un cuarto de espejos, y esos continuos giros pueden impedirnos reconocernos, mirarnos de frente.
Formamos parte de una realidad que si no sabe verse a si misma, se convertirá en un puro transcurrir. En las últimas elecciones hemos dado un paso inmenso que nos convoca colectivamente, pero ese paso necesita concretarse dentro del interior de cada uno de nosotros para lograr un verdadero cambio desde las raíces hasta los frutos.
Antes había que buscar la información, ahora hay que filtrarla, soportarla sin aturdirnos. Queremos estar tan actualizados con lo que ocurre y está por ocurrir en la política nacional que no meditamos sobre los principios fundamentales de la democracia. Sentimos que estos se han ido quedando atrás, rezagados, mientras se van desdibujando como un antiguo testamento. No renovamos nuestros votos. Decimos No hay nada nuevo bajo el sol, y resulta que el sol tiene que salir todos los días.
Una buena guía para empezar a meditar, a adentrarnos en nuestras propias sombras, es el libro de Pablo D’Ors, Biografía del silencio. Cuenta Pablo que cuando comenzó a meditar le dolían las dorsales, el pecho, las piernas, “a decir verdad, me dolía casi todo”. En vez de tratar de evadir el dolor decidió enfrentarlo, convertirlo en el centro de su meditación: “¿Qué me duele?”, “¿De que manera me duele?”, “Qué significa este dolor”. A través de este proceso, Pablo encuentra que “la pura observación es transformadora”. Se siente feliz, animado, pues esta conclusión lo conecta con una escritora que venera, Simone Weil, quien afirmaba: “No hay arma más eficaz que la atención”.
No es casual que, según San Agustín, uno de los posibles orígenes de la palabra religión sería el verbo religere, sumirse en una atención profunda, lo contrario a negligere, ocupación favorita de los negligentes.
La palabra “atención” tiene también una etimología muy bella. El verbo “atender” une la idea de “tensar” con la de “dirigirse hacia algo”, tal como se tensa un arco para llegar a un punto.
Al meditar estamos ejerciendo una penetrante atención que nos permite expandir un espacio para estar más cerca de algo, y ese algo es uno mismo. Es hermosa la idea de extender para abarcar, de abrir los brazos para abrazar. Esta posibilidad puede ser muy inspiradora para una Asamblea.
Hay muchas maneras de meditar, yo las desconozco todas. Soy un principiante que teme esa faena y apenas comienza a asomarse al silencio. Pero cuánto me atrae. Recuerdo la historia de un seminarista que le preguntó a su director espiritual si podía fumar mientras meditaba. La respuesta fue tajante:
—No debes hacer nada que te desconcentre.
Otro tuvo más tino y preguntó si podía meditar mientras fumaba. La respuesta fue más sabía:
—Cualquier momento es bueno para meditar.
Es cierto que en todo momento y lugar se esconde un tesoro, pero no es casual que muchas de nuestras meditaciones, o, en mi caso, temerosas aproximaciones, se den en la intimidad de nuestra habitación.
Hace veinte años escribí sobre ese cuarto del que siempre parto y al que siempre vuelvo. Venía de visitar una exposición sobre la obra de José Sigala, donde John Lange, había colocado en una esquina los objetos que el fotógrafo solía tener en su habitación.  Me conmovió la atmósfera de refugio, de guarida, y, al mismo tiempo, de epicentro del mundo. Era aquel un lugar para llegar, pero también un punto de partida, de descanso y a la vez de creatividad.
Esa noche, al llegar a mi propio lecho, me quedé pensando en cómo ha sido mi relación con el entorno que descubro al despertarme, o con los últimos objetos que me acompañan antes de dormirme. Estuve horas en silencio, emprendiendo lentos paseos con la vista, como si observara una gran ciudad desde una montaña.
Gracias a esa larga sesión, que estuvo a punto de convertirse en insomnio, llegué a una suerte de recapitulación con mi pequeña porción del mundo. Pascal decía que la infelicidad de los hombres proviene de una sola cosa: no saber quedarse tranquilos en una habitación. En sus meditaciones sobre la vanidad, nos advertía:
Priva al hombre de sus distracciones y lo verás languidecer de fastidio. Se da cuenta entonces de sus vacíos, pero sin llegar realmente a conocerlos. Somos muy desgraciados si sufrimos una tristeza insoportable cada vez que nos vemos reducidos a mirarnos a nosotros mismos y a no divertirnos con ello.
Esa noche recordé también el interior de la pequeña cabaña que Henry Thoreau construyó en Walden Pond. Había solo tres sillas: “Una para la soledad, dos para la amistad y tres para eventos sociales”. Mientras meditaba sobre esta trilogía le fue cambiando el sentido y la escala a mi habitación. Pequeños detalles se convirtieron en paisajes. ¿Quién no ha imaginado, en lo mejor de la infancia, o en lo peor de una fiebre, valles, colinas y aventuras en la entrañable geografía de sus propias sábanas?
Ahora el paisaje de las sábanas se ha vuelto apasionante, los presagios son de conflicto y también de grandes expectativas. Siendo tantas las cosas muy buenas o muy malas que pueden acontecer, me pregunto: ¿En qué clase de país nos hemos convertido?
Creo que la enfermedad que nos aqueja y estamos a enfrentando no es la paranoia ni la esquizofrenia, sino algo más grave y difícil de diagnosticar. Si tomamos el prefijo de la primera: “para” = “al margen de”, y el sufijo de la segunda: “phren” = “alma”, obtenemos un término que puede ayudarnos a entender qué nos pasa. Venezuela se ha convertido en un país “parafrénico”, es decir, una nación al margen de su alma. Y aquí viene la gran pregunta: ¿Cómo un alma puede revisarse y curarse marginada de sí misma?
Ya Freud manejó el concepto de “parafrénico”. Son casos graves donde se dan delirios de grandezas y una falta de genuino interés por el mundo interior y exterior. “Esta última circunstancia los sustrae totalmente al influjo del psicoanálisis, que nada puede hacer en su auxilio”.
Algunos dirán que, ante tal padecimiento, el país necesita urgentemente una nueva narrativa política. Puede que sea verdad, pero le tengo tanta desconfianza a esas ristras de cuentos. ¡Cuántos delitos, saqueos e imbecilidades se han convertido en nombre de la fantasía que nos ha sometido! Creo que hoy la narrativa política que necesitamos es simplemente diagnosticar la realidad que vivimos. Con un diagnóstico adecuado, valiente, preciso, encontraremos el origen de la enfermedad y su cura.
El escritor Antonin Artaud dio una vez una conferencia en la Sorbona sobre los efectos de la peste negra en el teatro medieval. Comenzó hablando de catapultas que lanzaban cuerpos infectados sobre los muros de ciudades sitiadas, de lentos barcos que llegaban a Venecia con una tripulación de cadáveres. De pronto, el conferencista comienza a ponerse pálido, a asfixiarse, toma agua y no se le quita una sed abrasiva. Intenta levantarse y termina en el suelo convulsionando entre torrentes de baba. Cuando están a punto de llamar a una ambulancia, Artaud se levanta y explica que ha considerado conveniente agregar a su charla una cruda escenificación de los efectos de la peste.
¿Qué quiero ilustrar con este ejemplo? Que antes de inventar idolatrías o someternos a la tarea de buscarnos un nuevo lugar en la historia, necesitamos una clara representación de la peste que ha invadido todo y a todos. En una peste no son sólo los otros los que están enfermos. Todos estamos marginados en nuestra patria. Unos creen vivir en una quimera que no existe, otros en un país que ha dejado de existir y quizás nunca existió. No podemos permitir que la perfidia e ilimitada maldad de los gobernantes se convierta en una excusa para continuar marginándonos de nuestras almas. Esa comprensible mortificación y evasión es lo que nos está anulando, humillando, matando. La necesidad de acción no puede anular la necesidad de reflexión, de continuar preguntándonos:

¿Dónde me duele?  ¿Qué significa este dolor?

Lo que había que predecir está ya aconteciendo y debemos asumir su verdadera dimensión desde nuestro interior, no sólo estirando el dedo y señalando. Revelar es tan parecido a rebelar, y no hay mayor revelación que rebelarse contra uno mismo, contra nuestra falta de atención profunda, desde la soledad y el silencio.

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EL ARTURO USLAR QUE CONOCÍ

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       EMILIO FIGUEREDO


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Siendo yo muy joven tuve la enorme suerte de trabajar al lado de Arturo Uslar Pietri como su secretario privado. Ese contacto diario de lunes a viernes empezaba muy temprano en la mañana, ya que tenía que desayunarme con él antes de las 6 am para anotar la agenda del día, que consistía en las reuniones que tendría temprano en su casa de la avenida los pinos de la Alta Florida, luego ir al Parlamento y allí yo me ocupaba de filtrar las múltiples solicitudes que a diario le llegaban, y en la tarde, después del almuerzo, me tocaba acompañarlo a la sede de su partido el FND en el Paraíso.
Uslar era un hombre muy organizado y metódico y con rutinas establecidas, como la de hacer una breve siesta después del almuerzo, y de dedicar los fines de semana a su vida privada en su residencia de Tanaguarena.
En los tres años que trabajé con él nunca le vi perder la compostura ni expresarse mal de ninguna persona. Recibía a todos los que lo visitaban con la misma cordialidad, la única diferencia que podía notar era a quienes recibía en su biblioteca y a quienes en el porche.
Entre la enorme cantidad de gente que desfilaba por la casa para conversar con él, recuerdo su particular agrado cuando lo visitaban Gonzalo Barrios, Pompeyo Márquez, su primo Alfredo Boulton y Jóvito Villalba. En verdad en esos años no hubo prácticamente un político o personalidad que no haya pasado a conversar con él salvo -que yorecuerde-, Rafael Caldera, a quien guardaba un fuerte resentimiento por lo ocurrido durante la caída de Medina, en la que Caldera entonces procurador le acusó de peculado.
De las anécdotas que más me impactaron de mi relación con Uslar fue cuando le pregunté sobre el -para mí inexplicable- suicidio de Alirio Ugarte Pelayo, quien había almorzado el día anterior con Arturo y él me contestó de manera lacónica – Emilio, lo mató la impaciencia.
Ahora al cumplirse quince años de su muerte guardo un cálido recuerdo de su memoria, y ciertamente fue un hombre excepcional con sus naturales fallas humanas pero dotado de una extensa cultura, una gran memoria y un extraordinario divulgador cultural.

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RAMOS ALLUP: CAMBIO DE GOBIERNO NO ATENTA CONTRA ESTABILIDA DEMOCRÁTICA

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VÍCTOR LA CRUZ          

EL UNIVERSAL

Caracas.- El presidente de la Asamblea Nacional (AN), Henry Ramos Allup, aseguró la mañana de este sábado que el impulso del parlamento a los mecanismos para cambiar democrática y pacíficamente al Gobierno de Nicolás Maduro no atentan contra la estabilidad de la democracia en el país, pues "es el ejercicio de un derecho consagrado en la Constitución".

"Promover un revocatorio, una enmienda, solicitar la renuncia del Presidente, declarar el abandono de su cargo, promover su enjuiciamiento ante el TSJ, no son atentados contra la estabilidad democrática, es el ejercicio de un derecho que esta en la Constitución y no es regulable por parte de la persona contra quien ejercemos ese recurso. Lo vamos intentar con los votos de la AN y del pueblo" dijo el parlamentario durante un encuentro nacional del partido Alianza Bravo Pueblo (ABP), que fue transmitido por Globovisión.

Acompañado por Mitzy Capriles, esposa del encarcelado alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma, e integrantes de ABP, Ramos Allup señaló que ese tipo de eventos "no son un desafío, son el reclamo de un derecho para que se respete la Constitución, la separación de poderes, la libertad de expresión, de tránsito, el derecho a la educación, a la comida, a la salud, y a una vida libre de sobresaltos".

En el evento, donde el diputado a la AN, Richard Blanco, presidente encargado de ABP, en nombre de su partido, le brindó "todo su apoyo" por la labor que ha venido desempeñando en la AN, el presidente del Parlamento, explicó que los venezolanos tiene derecho a expresar de manera pacífica y constitucional, "lo que piensan porque es un derecho no regulable, no reglamentable, que nos garantiza la Constitución".

Ramos Allup lamentó que el Gobierno más que procurar la felicidad del pueblo, "se encargue de proteger la corrupción y de perseguir cruelmente a todos sus adversarios por el hecho de serlo. Un país así no puede progresar".

Por tal motivo, le advirtió al Gobierno la oposición no es simplemente una enorme comunidad que pugna por desalojarlo del poder, sino que han llegado a la conclusión de que "el gobierno no merece estar en el poder y que la única forma de que Venezuela tenga la posibilidad de recuperar el país que todos deseamos, es desalojando al gobierno de manera democrática, pacífica y constitucional del poder que está ejerciendo indebidamente. Eso no es un delito".

"Resígnense señores del Gobierno a que esta oposición no es intimidable ni asustadiza, ni va a hacer dejación de sus deberes como vejación de sus deberes hizo usted (Presidente)", agregó Ramos Allup.

El presidente de la AN, también secretario general de Acción Democrática, confirmó que para este fin de semana la Mesa de la Unidad Democrática tenía prevista una reunión para tratar de acordarse en una sola iniciativa constitucional.

"Hoy o mañana la MUD debe reunirse para presentar una fómula y sair a luchar por ella como solución para ponerle fin a este Gobierno. Esa solución, o esa decisión que vamos  a tomar de manera unitaria, a lo mejor se demora un día más. Tenemos que darnos esa oportunidad y darle esa oportunidad a Venezuela para salir con una decisión, y esa sola solución seguramente va a tener éxito porque detrás de ella va a estar la inmensa mayoría de los venezolanos".

Añadió que luego de que se produzca "de manera constitucional, pacífica, democrática y electoral" un cambio de Gobierno, "después vamos a tener problemas seguramente, estamos conscientes de que al salir de este Gobierno es tal la situación de ruina, de desastre, de decaimiento en la que van a dejar al país, que ahí es donde tenemos que tener más unidad de criterio y de acción. Venezuela no merece un nuevo embarque, una nueva tragedia como la que vive, aunque apostó de buena fe a este proyecto fallido que ha arruinado al país".

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LA LUNA SE VA ESCAPAR

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      TULIO HERNANDEZ

A los personajes de Canaima, la novela de Rómulo Gallegos, los devoró la selva. A los líderes del populismo histriónico suramericano, conformado en la transición del siglo XX al XXI, la vanidad.
A los primeros, condensados en el personaje del aventurero Marcos Vargas, la codicia los hizo perderse en pos de la riqueza fácil, el oro y el caucho. A los segundos, hechos a imagen y semejanza de Hugo Chávez, la tentación de alargar en el tiempo el goce inmenso de un poder sin límites y el culto mediático a sus personalidades.
Los proyectos, ahora, vienen en picada. Lo que algunos scholars llamaron la “ola rosada”, el socialismo light suramericano, va dando pruebas de agotamiento. Uno a uno, como piezas de dominó cayendo en fila, sufren contundentes derrotas electorales que amenazan la continuidad en el poder. Un entusiasmo regional se tambalea.
Primero fue el krichnerismo, en Argentina. Eso que algunos han denominado el “peronismo salvaje”, apaleado por Macri en las elecciones presidenciales. Luego, el socialismo del siglo XXI en Venezuela. Esta versión saudita del comunismo cubano, vapuleado por la Unidad Democrática en las legislativas. Y recién, esta semana que hoy concluye, el turno le ha tocado en Bolivia al evismo, rechazado por los electores negados a firmarle la franquicia de la reelección.
Mientras tanto, a los ojos de todos, sin marines ni bombardeos de por medio, con la venia de los sátrapas del Partido Comunista Cubano que aguardan impacientes los hotdogs por llegar, el “Imperio del Mal” comandado por un afrodescendiente con sensibilidad por los desposeídos, prepara el desembarco de retorno americano a una isla que se jactó por décadas de ser el único territorio libre de América.
Pero no es el populismo a secas el que hace aguas. En genérico, el populismo ha sido un componente fundamental de la política latinoamericana compartido por igual por gobiernos de izquierda y de centro. Tanto, que algunos teóricos como Ernesto Laclau lo han considerado un mecanismo necesario de redistribución del poder en sociedades con grandes desigualdades internas.
Lo que entró en crisis ha sido el populismo “histriónico”, un proyecto redentorista de los pobres sustentado en la emergencia de líderes que, amparados en su carisma personal, sirvieron de portaviones a movimientos políticos aluvionales, de vagas ideologías, articulados en torno a su capacidad “entretenedora” para dar respuesta a modelos políticos anteriores, agotados y sometidos a un fuerte cuestionamiento moral.
Los liderazgos de esta etapa, que encuentra su arquetipo en el de Chávez, y su expresión más fresca en Evo Morales, es el de grandes encantadores que a la manera de los comediantes o de los juglares, hicieron conexión afectiva con las masas de excluidos pero en el esfuerzo quedaron obligados a mantener entretenida, tal vez sea mejor decir hipnotizada, a una audiencia que al principio no quería realidades, le bastaban promesas. No esperaban inclusión real, estaban a gusto con el reconocimiento simbólico. No ansiaban justicia, querían venganza.
Igual todo cambió. Cambiaron los líderes que perdieron la frescura inicial y se fueron tornando pesados, poderosos e irremplazables para sus proyectos políticos. Lo dijo Castro: “Chávez tiene que cuidarse porque sin él no hay revolución”. Y la semana pasada, con pasión de melodrama, lo repitió el vicepresidente boliviano González Linera alertando lo que ocurriría si Evo no está: “Habrá llanto y el Sol se va a esconder, laLuna se va a escapar y todo va a ser tristeza para nosotros”.
Como en La Metamorfosis, los líderes sufrieron una transformación costosa. Chávez quería gobernar hasta el 2030. Evo hasta el 2019. Para trascender a la muerte Néstor Kirchner se cuidó de edificar un mausoleo, que ni Evita, para que conservara su memoria. Ni Bolívar tiene un lugar de cultomonoteísta como el dedicado a Chávez.
Grandes histriones. Lo contó Kafka: Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.

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NEGOCIAR LA TRANSICIÓN

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LEOPOLDO MARTINEZ

Venezuela es, sin duda, una olla de presión. Tal es la vivencia de la población, inmersa en un frágil contexto social y abrumada por el malestar de las colas que debe hacer diariamente.
Pero precisemos algo. El ingreso per cápita petrolero de Venezuela solo ha estado por debajo de los 1.200 dólares, en nuestra historia contemporánea, en 4 oportunidades: 1) Cuando la explosión del Caracazo en 1989 ($997); 2) En 1998, cuando Hugo Chávez ganó las elecciones ($930); 3) En 2002, cuando se precipitaron los acontecimientos de abril y noviembre ($1.197); y durante 2015, así como en el año en curso, cuando el promedio alcanzó los $888, para descender en lo que va del 2016 hasta $423.
Si a esto sumamos el colapso del sector privado (inducido por la hostilidad regulatoria y política contra la empresa y propiedad privada), que nos ha convertido en una economía de puertos, y el peso de la deuda externa, no hay que ser un genio para entender que estamos en un punto histórico de inflexión.
Estamos trabados en una transición que no se ha podido encauzar políticamente, porque las transiciones pacíficas tienen que encontrar expresión institucional a través de acuerdos básicos entre quienes detentan el poder y quienes emergen como alternativa. De lo contrario, se imponen las vías de hecho, que terminan por atropellar a todos los actores sociales, políticos y económicos.
El gobernador Henrique Capriles ha retomado la calle para proponer el referendo revocatorio presidencial. Lo hace sin considerarlo excluyente de otras opciones, como la enmienda constitucional para recortar el mandato presidencial, que es la bandera de la mayoría parlamentaria.
La enmienda presenta un obstáculo muy difícil de sortear. El TSJ tiene dos caminos para bloquearla, que están telegrafiados: primero, puede decir que es materia de reforma constitucional y no de una enmienda (no estoy dando una opinión, solo afirmo lo que previsiblemente harían en un contexto de hostilidad o confrontación). O, en segundo lugar, pueden decidir que el recorte del mandato no es de aplicación inmediata al periodo en curso, pues sería equivalente a darle efecto retroactivo a la norma.
Pero, además de lo jurídico, orbita un argumento político. El pueblo es simplemente un espectador en la discusión y aprobación de la enmienda, mientras que es el protagonista en su movilización para recolectar las firmas necesaria para el proceso revocatorio. Y ahí reside el mérito político de la propuesta de Henrique Capriles.
No obstante, hay que destacar las debilidades del referendo. En primer lugar, la recolección de firmas y su validación constituyen un proceso legal y reglamentario que pasa por una convocatoria del CNE. En segundo lugar, el tiempo revocatorio es diferente en sus efectos si ocurre antes o durante los últimos 2 años del periodo presidencial. Y esto ya está cantado como otra ventana de intervención del TSJ, que con su flamante guarimba judicial de la Sala Constitucional terminará ubicándonos en una interpretación espuria, la que más le convenga al gobierno, como sería decir que Maduro concluye el mandato de Chávez y que, por ende, los dos últimos años de su mandato se cuentan desde la fecha de comienzo del periodo constitucional de este, en enero del 2013. Con lo cual, pautando la recolección de firmas para diciembre, conjuntamente con la elección de gobernadores, podrían fijar la fecha para su celebración ya entrando en los últimos dos años del mandato (asumiendo que se obtengan las firmas, que de seguro habrá de sobra, aún ante el factor intimidación y miedo). Vista la maraña de subterfugios de los que podrían echar mano el Gobierno y sus subalternos del TSJ, el revocatorio podría no desembocar en la elección de un nuevo presidente sino en la conclusión de ese mandato por parte del vicepresidente, (asumiendo que se logre al menos la misma cantidad de votos con los que se eligió Maduro en 2013).
Por otra parte, queda la convocatoria a la Asamblea Constituyente, que puede hacer la Asamblea con el voto de las dos terceras partes de sus miembros, hoy detentadas por la oposición. Pero ahí entramos en el debate de los diputados impugnados. Para aprobar leyes orgánicas, la norma constitucional exige las dos terceras partes de los diputados presentes en la sesión al iniciarse la discusión del respectivo proyecto de ley. Y esa mayoría calificada se tiene. Pero para convocar la Constituyente síreza la norma constitucional según la cual se requiere las dos terceras partes de todos sus miembros o integrantes. He aquí otra invitación telegrafiada para la incursión del TSJ. Pero además, políticamente hablando, convocar una Constituyente nos pone ante la incertidumbre de sus resultados electorales y la composición que tendrá. Mientras que, si se trata de asumir un mandato constituyente, la actual Asamblea puede hacerlo, con su mayoría de 2/3 partes, entrando en un proceso de reforma constitucional. Eso sería más sensato y práctico, si se trata de darnos una nueva Constitución.
Como primera conclusión, salta a la vista que la llave para cualquier salida institucional está en la reforma de la Ley Orgánica del TSJ, para diluir el poder de los actuales militantes del PSUV que controlan sus salas, simplemente creando nuevos magistrados que pasarían a ser nombrados por la Asamblea. Esto es más viable que la destitución de los írritos nombramientos efectuados el pasado diciembre, cuando la AN era un cuartel de Diosdado Cabello. Porque ese proceso está anunciado que terminará en impugnaciones judiciales que tocará conocer al propio TSJ con la inhibición de los magistrados incursos en las destituciones. Nada prometedor este camino.
Desde luego, es preciso reformar la ley del TSJ, convocar el comité de postulaciones y hacer los nuevos nombramientos, sin caer en los excesos y absurdos que cometió el cuartel de Cabello. Por tanto, ese proceso toma un tiempo. Y, como para todas las vías anteriores, tiempo es el que falta, dada la magnitud de la crisis económica que impulsa esta inevitable transición, que no solo es política, sino principalmente de modelo económico para reconducir las potencialidades del país, en una coyuntura de bajos ingresos petroleros.
Se que al leer lo anterior el lector brincará impaciente: ¡pero está la renuncia de Maduro! Y sería tan sencillo. Requiere una sola firma. Podría ser de efecto inmediato. Serviría de base para la convocatoria de unas elecciones presidenciales. Y le ahorraría tanto sufrimiento a Venezuela… Es verdad, pero eso depende de la voluntad de Maduro y del tiempo en el que decida hacerlo. Eso definiría si se procede a elecciones o si corresponde la sucesión del Vicepresidente para concluir el mandato.
¿Dónde nos emplaza este panorama? En el único terreno donde se pueden hacer transiciones pacíficas e institucionales exitosas: en las arenas de la negociación.
Y el lugar para promoverla negociación es el foro político, donde reside la última expresión colegiada de la soberanía popular.
Se puede evadir esa realidad, pero poniendo al país a merced de una dinámica de cambios impuesta por una crisis sin conducción, sin hoja de ruta, donde las vías de hecho se impondrían, como lamentablemente ha ocurrido en cantidad de oportunidades en nuestra historia.
Evitar que el país quede al garete y lograr una transición pacifica, institucional –esto es, negociada–, es un propósito que debería asumir todo liderazgo democrático responsable. Sobre todo, tomando en cuenta la magnitud de la crisis y los ajustes que esta impone.
¿Quiénes se atreverán, en ambos lados del espectro político, a promover la interlocución internacional de alguien que nos ayude a negociar la transición?
Y quién sería ese alguien…
Nos leemos por twitter @lecumberry



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EL PARTIDO DE LAS CHARRETERAS

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RAUL FUENTES

El pasado domingo, tres colaboradores de estas páginas, que elaboran sus columnas según lineamientos disímiles en lo que respecta a sustancias y circunstancias, coincidieron sobre un aspecto del acontecer nacional que es percibido como rasgo dominante del régimen, inherente a su naturaleza autoritaria y concomitante con su génesis cuartelaria: la dependencia creciente de militares que, al jurar obediencia a la voluntad del amo que los guía desde el más allá, justifican su adhesión al irregular traspaso de mando que puso a Maduro en el culmen del poder y lo vistió con el excesivo camisón de comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Tres voces, pues, se levantaron para expresar sus pareceres acerca del rol de una institución que, dependiendo de cómo se le mire, es pieza fundamental o piedra de tranca del tablero político.
Comencemos –las damas, primero, como postulan los manuales urbanidad y buenas maneras– con Alicia Freilich quien, al disparar sus afilados dardos con destreza y puntería de curtida periodista contra el flanco corrupto de la FANB, clama por «una operación limpieza» que extirpe los tumores malignos que la infectan y se pregunta: «¿Hasta cuándo se puede pedir paciencia popular frente al manchado populismo militar?».
Continuemos con Rodolfo Izaguirre; desde su inspirada trinchera, el autor de Alacranes transformó –con admirable habilidad para yuxtaponer imágenes simbólicas a las tropelías del bolichavismo ordinario– la metamorfosis de los lepidópteros en afortunada metáfora a fin de dar pie a pertinentes interrogantes: «¿Pero no es acaso nuestro sistema democrático una crisálida? ¿No vuela alegremente la mariposa en tiempo sensiblemente corto para caer bajo el mortal alfiler del militar depredador, tosco y de enervante autoritarismo?».
Por su parte, Fernando Ochoa Antich –general retirado que sabe cómo es el merequetengue en el estamento marcial y ocupaba la cartera de Defensa cuando el «hasta siempre comandante» apareció en la escena vernácula, a la cabeza de una deplorable y chapucera sublevación, con sangriento saldo que hasta la fecha permanece sin cobrar–, cuyos escritos nos revelan los arcanos de lo que para muchos es una sociedad secreta, sostiene que «los venezolanos conocemos perfectamente que existe una nueva camarilla militar, enriquecida obscenamente y que compromete cada día el destino de la institución, mientras sus compañeros de armas, dedicados exclusivamente a funciones militares, viven modestamente de sus limitados sueldos».
Esa convergencia de juicios y sentires refuerza la sospecha de que el país, más que gobernado, es regentado, por una cofradía militar que explota sus recursos cual si fuesen botín escatimado al enemigo –la población civil que no disfruta de lo que, por derecho, le pertenece– y se da el lujo de obtener concesiones petroleras por vía de la adjudicación directa y graciosa de parte de quien pareciera ser su apoderado, el inefable y tambaleante jefe del Estado que por estos días intenta, sin éxito, aplacar los enardecidos ánimos de los que ya no apuestan por él, sino que le reclaman por todo las calamidades (largo, tendido y tedioso es el listado) suscitadas por su incompetencia y la falta de previsión de la administración que dice o cree gestionar y que, sin un ápice de vergüenza, sigue almacenando en los anaqueles del aplazamiento y las promesas incumplidas; ahora, en el pináculo del cinismo, acusa a la mayoría disidente y democrática de auspiciar un arrebatón de la «propiedad social» para devolver a sus legítimos dueños empresas confiscadas y paralizadas –Vielma Mora, al ser nombrado coordinador de uno de los tantos improvisados parapetos de ocasión, de ostentosa denominación y eficacia nula, la Comisión Nacional de Economía y Producción, se pronunció a favor de una medida similar a la contenida en proyecto de Ley de Producción Nacional satanizada ahora por su Señor–, lo cual es, si no una inadmisible simplificación, un inexplicable rechazo al propósito de impulsar una economía basada en la productividad y no en la ociosidad y el despilfarro.
Con esa falacia, el jefecillo carmesí procura retrasar un adiós cantado y que el grueso de la ciudadanía considera irremediable; así es: gana tiempo Nicolás para que su cesantía se concrete después de concluir el cuarto año de su mandato, de modo que el vicenico se ponga las botas y no proceda el adelanto de elecciones –¿estallarán de júbilo los cueros en Curiepe?–; tiempo para no someterse a un conteo que presagia atroz para su partido. Y aunque por allí están pautados los comicios para gobernadores y si las cosas siguen como van es presumible que el PSUV se quede con muy escasos chivos y casi ningún mecate; mas, como reza el lugar común, el tiempo apremia y cualquier hipótesis puede venirse abajo con una aventurada reacción del partido que impera a la sombra, ¡atención... Fir!, el de los pasos de ganso, sables y charreteras.

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