jueves, 4 de mayo de 2017

CONSTITUYENTE Y FRAUDE
 
TRINO MARQUEZ
 
Ahora está apreciándose el alcance de la formación leninista recibida por Nicolás Maduro en Cuba durante sus años juveniles. La proposición de imponerle la Asamblea Nacional Constituyente persigue trasladar a Venezuela el modelo fidelista, el cual, tropicalizado, es el esquema de Estado revolucionario expuesto por Lenin en El Estado y la revolución, panfleto escrito pocos meses antes de que los bolcheviques asaltaran el poder en Rusia. Ya Lenin había elaborado en textos propagandísticos anteriores su tesis de todo el poder a los soviets (consejos) de obreros y campesinos. Sin embargo, es en El Estado… donde  expone con precisión su visión del Estado revolucionario, claramente opuesto al Estado liberal y republicano construido en Europa luego de la superación del Absolutismo y la consolidación de la Revolución Industrial.

         Maduro, ante el fracaso del socialismo del siglo XXI, el rechazo de la mayoría y el aislamiento internacional, decidió radicalizar el proceso revolucionario mediante una Constituyente Comunal que, dice Luis Almagro, héroe democrático de América Latina, acaba con el legado de Hugo Chávez, viola la Constitución y abre las puertas para que en el país se establezca una dictadura similar a la impuesta por los comunistas en la Unión Soviética, en Europa Oriental luego de la II Guerra Mundial, en la China de Mao y en otras naciones  sometidas al dominio rojo.

Ya Chávez había tratado infructuosamente de implantar el esquema cubano. La reforma constitucional, 69 artículos, del año 2007, se proponía ese objetivo. En esa ocasión el caudillo fue derrotado. Sin embargo, debido su control sobre la Asamblea Nacional, muchos de los principios  contenidos en esa reforma fueron introducidos en el ordenamiento jurídico a través de leyes habilitantes durante el período 2008-2010. Estamos ante la reedición de la reforma constitucional de 2007. La diferencia reside en que Chávez trató de implantarla en un momento de apoteosis: acababa de imponerse sobre Manuel Rosales, la oposición estaba fuera de la Asamblea Nacional, los precios del crudo iban en alza y la popularidad le sonreía. Con su hijo adoptivo sucede todo lo contrario. Intenta avanzar hacia la dictadura comunista totalitaria en la etapa de declive del proyecto hegemónico nacido hace casi dos décadas.

         El giro totalitario que ensaya Nicolás Maduro no está exento de ambigüedades y  contramarchas. En sus primeras intervenciones habló del voto corporativo, tal como lo aplicaron Mussolini y  Franco en la primera mitad del siglo XX. Posteriormente, en la comparecencia ante el CNE presidido por la señora Lucena, quien perdió la oportunidad de demostrar que aún le queda un mínimo de dignidad, se refirió al voto “universal, directo y secreto” que podrán ejercer todos los electores. ¿Cuál de las dos versiones creer? La gigantesca protesta popular que su arbitrario anuncio desató, lo indujo a señalar que respetará la Carta del 99 y la Ley del Sufragio. Pero, el hombre es tan inestable que conviene esperar la aparición de las bases comiciales para saber cuál será el método definitivo.

Aristóbulo Istúriz, quien perdió la decencia hace muchos años, si es que alguna vez la tuvo, dijo en el programa de Vladimir Villegas en Globovisión que “el propósito de esta Constituyente no era redactar una nueva Constitución”. ¿Y, entonces, para qué es? Esta confusa afirmación la lanzó con el propósito de no ofender la memoria del Comandante.  El artículo 347 de la Carta Magna dice que la Asamblea Constituyente se convoca “con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”. El profesor Istúriz debería pasearse por el texto constitucional antes de declarar.

         La Constituyente de Nicolás, en términos más específicos, busca acabar con las elecciones previstas en la Carta Magna y eternizar la casta cívico militar enquistada en el poder. El  discurso oficial crea la ficción de que resolverá los problemas económicos y sociales de la nación, como si el país estuviera mal por la Constitución del 99. Venezuela se encuentra en la ruina precisamente porque este pacto institucional ha sido quebrantado constantemente por el oficialismo. El Estado de Derecho ha sido irrespetado. Para recuperar el país bastaría con garantizar los derechos, principios y valores establecidos en ese acuerdo, por ejemplo, los relacionados con el respeto a la soberanía popular, a la alternabilidad en el poder, a las minorías y a los derechos de propiedad, todos vigentes en las democracias modernas más arraigadas.

         La Constituyente de Maduro no puede pasar. Sería el fin definitivo de la democracia y el inicio de una dictadura totalitaria de la cual costará mucha sangre salir.

         @trinomarquezc

        

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario