miércoles, 3 de mayo de 2017

La constituyente Frankenstein

Luis Vicente León


El gobierno decidió huir hacia adelante convocando una Asamblea Nacional Constituyente en sus propios términos. El tema es que esta convocatoria rompe con la tradición democrática venezolana que plantea (como en todos los países democráticos) que las elecciones para escoger a los representantes, en este caso constituyentistas, sean elegidos en procesos universales (toda la población participa sin sesgos ni segmentaciones, directos y secretos).
Es obvio que el gobierno del presidente Maduro no podría ganar una elección de este tipo y entonces hace una convocatoria tipo Frankenstein en la que se eligirá un número descomunal de 500 representantes, una parte en elecciones convencionales y otra seleccionada por los sectores que el chavismo decida (trabajadores, mujeres, indígenas, etc). Un proceso que, por supuesto, estará sesgado y tutelado, garantizando que el gobierno pueda obtener la mayoría que necesita para controlar a la Asamblea. Con esto intenta matar varios pájaros de un sólo tiro.
Primero, canalizando la energía hacia una “elección” que en realidad es una trampa cazabobos.
Segundo, dejando automáticamente desahuciados a los poderes constituidos, quienes por ley estarán supeditados a la nueva Asamblea Constituyente tan pronto sea convocada: un mecanismo para dejar sin efecto a la Asamblea Nacional y también, si lo desea, a la Fiscal, hoy irreverente.
Tercero, y más importante: redactando una nueva Carta Magna que sustituya la de 1999, que aunque hecha y promovida por Chávez, es una constitución democrática y liberal, que se ha convertido en un dolor de cabeza para que la revolución permanezca en el poder, estando como está sin respaldo popular mayoritario y en incapacidad absoluta de ganar cualquier elección medianamente transparente. Esa nueva constitución buscará, sin lugar a dudas, acomodarse a procesos sesgados de selección y elección que fulmine definitivamente la democracia electoral en Venezuela y permita a la revolución permanecer en poder, aunque la mayoría del pueblo la rechace y desee cambiarla.
Cuarto, mientras se convoca este proceso, quedan suspendidas las elecciones regionales, locales y presidenciales en el 2017 y 2018 con lo que el gobierno pretende conjurar su mayor peligro.
Finalmente, el proceso natural de una constituyente debería incluir una validación  por parte del pueblo en un referéndum aprobatorio del documento redactado, con condiciones convencionales de universalidad electoral. Proceso que el gobierno finalmente perdería. Algunos analistas creen que aun así habría comprado tiempo, evadido elecciones y organizado su grupo, lo que es suficientemente atractivo. Yo en cambio pienso que va más allá. El gobierno aprovechará un vacío constitucional en el que se deja implícita pero no explícita la obligación de validar esa nueva constitución con el pueblo. Lo más probable es que den por concluida la nueva constitución con la sola redacción y aprobación de la Asamblea Constituyente que ellos han conformado sesgadamente, escondidos en el concepto de democracia “directa”, que no es mas que una excusa para fulminar y controlar la democracia real. En pocas palabras, no van a convocar referéndum aprobatorio porque probablemente lo perderán .
Estas acciones del gobierno, van a tener reacciones opositoras. Lejos de rescatar equilibrios, la decisión constituyente acelera la crisis. Impide cualquier acuerdo o diálogo entre gobierno y oposición y obliga a los opositores a activar su lucha de calle con más fuerza. Es impensable que la oposición participe en esa convocatoria circense. Pese a sus múltiples divisiones, el gobierno logra con esto unificarla en criterios, reactivar y oxigenar su lucha por el rescate de la democracia, mientras consolida también el rechazo internacional a lo que a todas luces es una violación de derechos humanos y democráticos, y un intento de consolidar una autocracia encubierta en manipulaciones legales absolutamente impotables para cualquier demócrata en Venezuela y el mundo.
Mientras tanto, mantengo los escenarios que aquí he planteado. Nada que no sea una elección universal, directa y secreta ayudará a resolver la crisis. La convocatoria de ayer, solo puede agudizarla.

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