TRINO MARQUEZ
La gira de Julio Borges, Antonio
Ledezma y Carlos Vecchio por Europa y, como parte de ella, la importante
reunión con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, debería constituir una
demostración de la fortaleza, proyección internacional y claridad de la
oposición venezolana. Sin embargo, representa todo lo contrario: es un signo
inequívoco de la enorme grieta que la divide en dos bandos distintos y, hasta
ahora, irreconciliables entre quienes conciben las elecciones del 20 de mayo
como una oportunidad para salir de la dictadura de Nicolás Maduro y quienes la ven
como una ocasión de deslegitimarla y desenmascararla mediante la abstención.
Participacionistas y abstencionistas son los términos que resumen de forma
apretada la controversia.
Mientras
mayor es el respaldo planetario que reciben las organizaciones que enfrentan
las elecciones convocadas por Maduro, y mayor es el desprestigio y el
aislamiento de su régimen en el plano mundial, mayor es el tamaño de la
fractura en el campo opositor. Las razones de este contraste son obvias: el
respaldo internacional se soporta en la condena categórica a las condiciones en
las cuales se realizará la consulta comicial, principal tema de las discusiones
en República Dominicana. Entre esas condiciones hay que destacar: el llamado
por parte de la Constituyente, órgano ilegal cuestionado por la comunidad
internacional, un CNE totalmente
parcializado a favor del régimen, los principales líderes opositores presos,
inhabilitados o en el exilio, compresión del calendario electoral con el fin de
impedir que los adversarios se organizaran, uso descarado de los recursos públicos
a favor de Maduro, entre ellos la utilización del Carné de la Patria como
mecanismo de extorsión e intimidación. De estos y otros abusos se encuentra al
tanto la comunidad internacional. Por ese motivo, los dirigentes de la MUD
consiguen unánime respaldo cuando salen
por el mundo a denunciar el uso de las elecciones como mascarada para encubrir
el carácter dictatorial del régimen madurista.
Esto explica los pronunciamientos cada vez más frecuentes y categóricos
de los gobiernos y parlamentos democráticos exigiendo elecciones libres, trasparentes y equitativas.
El apoyo que
los dirigentes de la MUD consiguen fuera de nuestras fronteras, los alejan de
Henri Falcón y del grupo que apuntala sus aspiraciones. No hay manera de
conciliar los dos comportamientos y discursos. Ambos resultan irreconciliables.
¿Qué hacer? Sin la participación de la MUD, Falcón no tiene ni la menor
posibilidad de triunfar. Podrá obtener unos votos. Los que el régimen quiera
concederle, no importa cuál sea la afluencia de votantes. En Venezuela, la
victoria de la oposición no está atada al volumen de los electores que acuden a
los centros de votación ni a lo que indican las encuestas, sino a los caprichos
de la cúpula del Psuv y del CNE.
Dos ejemplos
muestran esta verdad inapelable. En las elecciones de la Constituyente los
cálculos más optimistas ubicaron la votación en
cuatro millones de participantes. El CNE señaló, sin ningún pudor, que
había sido el doble. Tuvo que salir Smartmatic a corregir el exceso. A pesar de
la precisión, el régimen se atribuyó siete millones de votos, salidos del
sombrero de un prestidigitador. En Bolívar ganó Andrés Velásquez, solo que no
pudo cubrir todas las mesas con sus testigos electorales. En los centros de
votación donde no estuvieron sus delegados, ubicados en zonas recónditas,
obtuvo el triunfo forjado el candidato del oficialismo, Rangel Gómez.
Las elecciones
en Venezuela no las ganan los favoritos en las encuestas, sino quienes tienen
una estructura organizativa espartana, capaz de defender cada voto de las
tropelías que acostumbran a cometer los maduristas. Los partidos que apoyan a Henri Falcón
obtuvieron menos de diez por ciento de los votos en los comicios para
gobernadores, en septiembre del año pasado. Falcón perdió en el estado Lara,
donde había sido alcalde de Barquisimeto
en dos oportunidades y gobernador, aspirante a la reelección. Sin el soporte de
la MUD, sus posibilidades de ganar el 20-D son nulas. Su primer objetivo debió
haber sido convencer a los dirigentes de la MUD de las bondades de participar
en la contienda presidencial. Ya luce demasiado tarde.
Al país no le
conviene un Falcón fracasado y una MUD debilitada, que vive de las promesas
provenientes del extranjero. Lo mejor que podría ocurrirle a Falcón en estas
condiciones tan adversas, es que salga con un liderazgo genuino de la cita
electoral, y pase a convertirse en la figura que la oposición está esperando
desde el encarcelamiento de Leopoldo, la inhabilitación de Capriles y María
Corina, el destierro de Ledezma y el silencio de Ramos Allup. A lo mejor le
espera un destino parecido al tenido por estos dirigentes y por Manuel Rosales.
La guillotina de la dictadura ha sido implacable con quienes asoman la
cabeza.
La oposición
se encamina hacía una derrota muy dolorosa y grave, que nos colocará de nuevo
en la prehistoria de este macabro proceso que ha sido la era de la hegemonía
chavista. Días duros los que nos esperan con un gobierno pésimo y una oposición
fracturada. Todavía quedan unas semanas para dialogar y negociar internamente.
El tiempo apremia.
@trinomarquezc
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