viernes, 19 de agosto de 2011

CRISIS FINANCIERA GLOBAL, CATASTROFISMO Y TRANSFERENCIA DE RESERVAS


La economía mundial anda casi patas arriba. Las noticias y opiniones que van y vienen nos tienen en vilo. Los índices de las bolsas de valores suben y bajan. Las acciones que allí se negocian están en una montaña rusa. El euro pierde terreno frente al dólar y éste lo pierde ante el yen. Las estimaciones sobre el crecimiento del PIB de los países desarrollados se ven ajustadas a la baja. La agencia Standard and Poors, que en su momento ponderó positivamente los instrumentos financieros que desencadenaron la crisis financiera de 2008, bajan ahora la calificación de la deuda emitida por el gobierno de EEUU. El especulador financiero, George Soros, famoso por su cuestionada ética en la actividad que realiza, ahora parece pedir que se pare la especulación, porque si no, él seguirá especulando.

En Europa comienzan a hablar de pechar a las transacciones financieras, para hacer más costosos los movimientos de capitales, mientras los españoles siguen pasando las de Caín, con la espada de Damocles encima.

Por su parte, a CHINA, “la fábrica del mundo” y con unas acreencias enormes en dólares (bonos del tesoro americano), no le queda otra que desear la recuperación de EEUU.

Entretanto, los altos precios del barril de petróleo, del que dependemos los venezolanos, los vemos oscilar a diario, y sin embargo, cada día que pasa nos endeudamos más; paradoja, por cierto, incomprensible.

En Europa, Jacques Delors, ex presidente de la Comisión Europea, nos dice que esa región y el euro están al borde del abismo y que se impondría o una reforzada cooperación económica entre los países de la Unión o una transferencia de competencias adicionales a los órganos supranacionales, a los fines de conjurar la crisis. Y remata señalando que la competencia es lo que estimula, la cooperación es lo que refuerza y la solidaridad es lo que une, de allí que haya que pasar a la acción de una buena vez mutualizando la deuda, es decir, emitiendo unos bonos europeos, planteamiento también de Joseph Stiglitz, que, por ahora, rechazan los líderes del patio, Alemania y Francia.

En EEUU las cosas no marchan mejor. Hemos presenciado en días pasados un debate sobre el nivel máximo de endeudamiento público en el Congreso, que arribó a un acuerdo en el último momento, y cuyo contenido definitivo también es cuestionado por algunos. Las amenazas de recesión siguen latentes.

El profesor de John Hopkins, Michael Mandelbaum, ha manifestado que el acuerdo alcanzado por Obama tendría 3 defectos: que las reducciones del gasto son inoportunas, ya que llegan en un momento en que la economía de los EEUU está debilitada, y pueden generar recesión; que la reducción prevista no es suficiente; y el más perjudicial, que los recortes se aplicarán en los lugares equivocados.

Para Mandelbaum, hoy se hace necesario en EEUU: amplias oportunidades educativas que produzcan una fuerza laboral altamente calificada; inversión en infraestructuras; financiación de actividades de investigación y desarrollo que permiten extender las fronteras del conocimiento con el fin de crear productos nuevos; una política inmigratoria que atraiga y retenga a personas talentosas nacidas fuera de los Estados Unidos y una regulación firme de los negocios que impida debacles del sistema financiero, sin que ello ahogue la innovación y la disposición a correr riesgos, necesarias para el crecimiento.

Paralelo a la discusión de estos temas que tocan a dos de los actores más importantes en la escena mundial, está el debate sobre el capitalismo y su supervivencia.

Para algunos, estaríamos en la antesala del derrumbe del sistema de mercado capitalista. Desde la izquierda internacional, se oyen voces que anuncian su fin en los próximos años. Académicos como Inmanuel Wallerstein, de la Universidad de Yale, anuncian un caos general económico que traerá guerras civiles en los países más avanzados, por efecto de la actual crisis.

Por su parte, el brasileño Theotonio Dos Santos dice que a pesar de las dimensiones colosales de la crisis de la especulación financiera internacional, continúa habiendo crecimiento de la economía mundial. Este ciclo positivo, según él, deberá agotarse en 10 años cuando se sustituirá el actual patrón tecnológico mundial por un nuevo paradigma cuya introducción exigirá una destrucción masiva de gran parte de la estructura económica mundial y de las varias estructuras nacionales. Dos Santos afirma que “En ese momento, la crisis actual parecerá un chiste”.

Estas visiones catastrofistas de la izquierda mundial las venimos oyendo desde hace décadas, sin que hasta ahora se haya producido el apocalipsis anunciado.

Otros, como el economista, Nouriel Roubini, plantean que el mundo debe alejarse tanto del modelo anglosajón de laissez-faire como del modelo europeo de los estados del bienestar.“Ambos modelos están resquebrajados”, afirma.

¿Y cuál es la alternativa? Obviamente, la economía socialista colectivista no lo es, habida cuenta de su demostrado fracaso dondequiera que se ha pretendido implantar.

No obstante, hay evidencias de que las economías más grandes estarían cercanas a una recesión que las obliga a un conjunto de medidas que amortiguen los duros efectos sociales que tendrá aquella. Pero en general, las economías, incluso las exportadoras de materias primas, se están ralentizando.

Desde luego, la globalización no excluirá a ningún país de los efectos positivos o negativos que resulten de esta crisis, que para algunos es parte de un proceso de destrucción creadora, como decía Schumpeter. De las anteriores se ha asimilado la lección. Sin embargo, las opiniones divergentes sobre los remedios a aplicar siguen vigentes.

De momento, no pareciera que la economía de mercado capitalista tenga un sustituto mejor, a pesar de las circunstancias por las que atraviesa.

Es en este contexto turbulento e incierto, que el gobierno venezolano irresponsablemente decide transferir las reservas internacionales del país, operación que estaba haciendo a escondidas del pueblo venezolano, y con base en supuestas razones de protección de aquellas y de las infaltables justificaciones soberanistas. Pero lo cierto es que la forma en que lo ha hecho a cualquiera produciría suspicacias de toda naturaleza, sobre todo, por el mal manejo que de la economía ha efectuado, caracterizado por una ideología demencial, la chapuza ejecutiva, el despilfarro y la corrupción.

Sin duda, no hay justificación seria para tal medida. Los argumentos esgrimidos por el gobierno se sustentan en burdas mentiras, medias verdades, interpretaciones erróneas y en una crasa ignorancia sobre el momento que vive tanto la economía mundial como la nacional. No sería de extrañar que cosas oscuras, desconocidas, sean las motivaciones reales para la medida. Y las acusaciones contra la oposición democrática por haber revelado la secreta operación, son sólo producto de la delirante adicción de los diputados a ver películas de conspiraciones extraterrestres o de la CIA en todas partes.

En cualquier caso, los efectos negativos que tal decisión traerá consigo para la economía venezolana no se harán esperar.

No hay otra conclusión: este es un gobierno enloquecido, a cuya cabeza está una banda de aprendices de brujo.

EMILIO NOUEL V.

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