sábado, 20 de agosto de 2011

SUPINA IGNORANCIA


FAUSTO MASÓ

El debate en la Asamblea lo ganó la oposición por paliza; los representantes oficiales demostraron su ignorancia, las razones por las que el socialismo del siglo XXI acabará mal, muy mal. Confunden gastar con inversión social, no saben que generan inflación y empobrecen al venezolano. Olvidan que la mejor inversión del estado es proporcionarle al ciudadano un empleo fijo, estable, pagado con una moneda con poder adquisitivo creciente como ocurre en varios países de América Latina. No comprenden que el gasto desordenado causa la subida de precios, creen que es desarrollo botar dinero en educar pésimamente a unos estudiantes; no han aprendido que nuestros médicos formados en universidades como la UCV tienen categoría internacional. En resumen, Chávez supone que botar los recursos es impulsar el desarrollo. Se equivoca, es generar inflación; progreso es cuando crece el sector privado y cumple una función social.

Por esa ignorancia supina el oficialismo recurre al insulto, y la oposición hace bien al responder insulto con insulto, porque otra actitud supondría colocarse en minusvalía. ¿Hacia dónde vamos por ese camino? Los electores votarán por los resultados reales de la economía. Al Gobierno, como siempre, sólo lo salva el petróleo, y tal vez el oro, contar con más recursos para despilfarrar.

¿Esto es socialismo? El modelo venezolano de socialismo del siglo XXI imita la triste historia africana del siglo XX, cuando líderes nacionalistas y socialistas entregaron sus países a las mafias, explotaron sus recursos naturales asociados con multinacionales de todos los colores, con un discurso de extrema izquierda que encubrió el nuevo militarismo.

Con Marx se roba mejor.

Chávez ahora dice que nacionalizará el oro, ¿estatizará la empresa estatal Minerven? Cualquier día anuncia la nacionalización de Pdvsa. Está demostrando que nos pone a hablar de lo que le venga en ganas; nos obligó a responder hace unas semanas a su reivindicación del golpismo, mientras que no se recordaba al gran olvidado, Makled, tampoco se hablaba de las tarifas eléctricas, los apagones, las mafias del cemento, la cabilla, el aceite, la gasolina, la inseguridad.

Ahora Chávez escribe una sección con un estilo algo edulcorado en la prensa revolucionaria, no maldice a las ratas de la oposición. No se me ablande, Presidente. ¿Estará preparando su alma para el juicio final? ¿Cree Chávez en la otra vida? Dos agendas se disputan la atención del país. De una parte, la oposición con las primarias ofrece un espectáculo de calidad. Pablo Pérez impedirá que Capriles Radonski corra solo; mientras más reñidas sean las primarias, mejor, con tal de que haya un abrazo final que duplicaría las posibilidades electorales de la MUD.

Contra esta agenda el Gobierno alienta la suya, y aprovecha su poder de imponer noticias.

El lanzamiento de María Corina lo sabotearon con la enfermedad del Presidente.

Como nadie vota por un enfermo de cáncer, la versión oficial querrá revivir el mito del ave fénix: Chávez resucitaría de las cenizas. Algo creíble si ocurre a tiempo, no tarde. Cristo resucitó al tercer día, no dos semanas después de la crucifixión.

El Presidente descuida la salud por su afán político, sabe que su ausencia resquebraja este curioso régimen. El hombre se las trae, ni el cáncer lo detiene.

Si en los próximos meses tropiezan con un convoy de 50 carros blindados habrán visto al oro venezolano rumbo al Banco Central.

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