QUE PASA CON LAS RESERVAS INTERNACIONALES?
Asdrúbal Oliveros
A propósito del supuesto traspaso de reservas: ¿Qué pasa con las reservas internacionales en Venezuela?
En Venezuela, acostumbrados al escándalo, se han encendido nuevamente las alarmas ante la supuesta intención del Ejecutivo Nacional y el BCV de trasladar las reservas internacionales operativas a países “amigos” como China, Rusia y Brasil y el traslado al país del oro.
En lo que va de año, las reservas internacionales han descendido más de US$1.500 millones, a pesar de que en el mismo período los precios petroleros han aumentado más de 12%. Esto ha generado preocupación en diferentes ámbitos, tanto locales como extranjeros. Ahora, también tendremos que preocuparnos por los que manejan nuestros recursos externos.
Desde 2004 el actual Gobierno ha hablado sobre el concepto de reservas óptimas. Para los funcionarios del Gobierno de aquella época, el argumento era que se puede hablar de reservas en términos excedentarios, de cualquier stock o de cualquier flujo, siempre y cuando podamos hablar también de un nivel óptimo. En la medida en que se hable de un nivel óptimo, se puede definir un concepto de déficit y de excedente en cualquier categoría económica.
De esta manera, y con cambios legales a lo largo de estos años, el Ejecutivo se ha apropiado de una cantidad significativa de divisas que, en el marco legal anterior, hubiesen ido a parar a las reservas internacionales. Lo que está implícito, en esencia, es: las reservas internacionales se fijan en un nivel que permita al Ejecutivo atender principalmente los compromisos de importaciones y pago de servicio de deuda pública. El resto entra en una estructura paralela de gasto manejada discrecionalmente por el Ejecutivo Nacional.
Así, entre 1998-2004, Pdvsa entregó al BCV un promedio trimestral de 74,0% de sus divisas por exportaciones. Luego, entre 2004-2010 el promedio se ubica en 54,0%, lo cual indica el cambio legal y de paradigma.
En lo que va de año, las reservas internacionales no han subido. Esto es particularmente resaltante dado el incremento de los precios petroleros. Peor aún, las reservas han caído.
Más allá de esto, yace un problema de fondo: el 95% de nuestras divisas las aporta Pdvsa y la industria petrolera viene atravesando serios problemas de operatividad. Es decir, no solamente Pdvsa entrega menos divisas porque se queda con una proporción importante de ellas, sino también porque hay problemas en la producción de crudo.
En Ecoanalítica opinamos que las reservas internacionales no subirán de forma significativa. Cada dólar que entra al BCV, entra en el ciclo de lo que pudiésemos llamar la estructura formal presupuestaria, con todas las rigideces que esto implica para un Gobierno del estilo del presidente Chávez. La tentación de manejar las divisas con total discrecionalidad en los fondos paralelos (especialmente el Fonden) es muy grande, y más a las puertas de una campaña electoral. Por esa forma, este Gobierno solo traspasará al BCV las divisas necesarias para abastecer Cadivi y pagar el servicio de la deuda. El resto será manejado por fuera.
Ahora, dado que el Ejecutivo busca traspasar las reservas líquidas y el oro, según denuncia un diputado opositor en Venezuela es conveniente tener presente que la gestión de reservas por parte del Banco Central conlleva una diversidad de riesgos operativos y financieros. De esta forma deben establecerse parámetros para:
- Mantener la diversificación de riesgos y condiciones de liquidez
- Manejar el riesgo cambiario y una “óptima” combinación de monedas con límites claros y aceptables.
- Disponer de requisitos de duración que limiten el riesgo de tasas de interés y precios de mercado.
La literatura económica moderna ha evolucionado respecto al llamado nivel “óptimo” de reservas desde la función de mantener un fondo de precaución para reducir la vulnerabilidad externa hacia una relación con el régimen cambiario y los movimientos de capital. En Venezuela tenemos que agregar nuestra naturaleza de economía petrolera.
Para una economía como la venezolana, el indicador de cobertura (el equivalente de las reservas internacionales en meses de importaciones) es importante. El mismo ha pasado de 16,3 meses de importaciones en 2004 a 9,7 en 2010. Como puede verse, el deterioro es evidente. Si bien no existe acuerdo en la literatura ni entre economistas sobre cuál es el nivel óptimo de este índice, para Ecoanalítica debería ubicarse entre 18 y 24 meses de importaciones. Hoy estamos lejos de eso.
En el año 2004, el entonces ministro de Finanzas, Tobías Nóbrega, señalaba, con respecto a las reservas internacionales, que en el mediano o largo plazo se debía generar una rentabilidad razonable de los fondos invertidos. Esto incluso ha sido un punto de honor para el actual presidente del BCV, quien ha afirmado que las reservas deben invertirse en instrumentos que den rendimientos significativos; por supuesto, los mismos estarían asociados a un nivel mayor de riesgo.
Hoy día, y según el citado Punto de Cuenta, la mayor proporción de las reservas están en oro (62,9%) y apenas 21,6% en reservas operativas. Al cierre de 2004 está proporción se distribuía de la siguiente manera: títulos valores 71,0%, divisas 5,0%, oro 22,00% y otros instrumentos 2,0%. Mientras que en 2009 se ubicaba así: títulos valores 48,0%, divisas 3,0%, oro 38,0% y 11,0% en otros instrumentos. El cambio es sustancial.
Aunque el oro ha tenido un desempeño favorable desde hace un tiempo, nos parece extremadamente alta la proporción de reservas internacionales que el BCV mantiene en este metal. Hoy podemos decir, sin temor a equivocarnos, que no solo somos vulnerables a los precios petroleros, sino también a los vaivenes en el precio del oro. Incluso, es claro que la revalorización de este metal en los últimos meses ha permitido amortiguar la caída de las reservas internacionales e inflar las utilidades cambiarias y de operación del BCV por entregar al Fisco.
La prudencia hace que los países tiendan a acumular niveles adecuados de reservas internacionales de acuerdo con su estructura; y esos niveles se determinan según la experiencia que esos mismos países hayan tenido. En Venezuela es relevante dada nuestra dependencia petrolera, que se ha exacerbado, y un historial significativo de episodios de crisis.
El funcionamiento normal de la economía venezolana requiere altos niveles de reservas internacionales debido a que somos una economía pequeña, poco diversificada y dependiente del más volátil de todos los commodities; además, las cuentas de capital y financiera de la balanza de pagos son muy inestables con una marcada dicotomía entre la cuenta corriente del sector público, que es superavitaria, y la del sector privado, que es deficitaria.
Para cerrar, estas fueron parte de las palabras de Tobías Nóbrega en una sesión especial de la Asamblea Nacional en 2004 respecto a este tema:
“Alcanzar ese nivel óptimo de reservas no significa, como se ha pretendido trivializar a través del debate politizado y manipulado de los medios, echarle mano a las reservas que custodia el BCV. Se trata de crear los mecanismos institucionales y legales para que no se generen mayores perturbaciones monetarias y reales… “
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