1 Los analistas se confunden cuando para definir vencedores se detienen en la contabilidad de cañones y parcelas de poder. Lo he encontrado en uno de los buenos, Moisés Naím, cuando reflexiona acerca de lo que ocurriría si el presidente Chávez tuviera que desasirse del mando.
Moisés pasa revista a los que disponen de medios materiales y no encuentra un lugar para la MUD, porque en la actualidad, si bien posee prestigio, no dispone de recursos de poder. El causahabiente piensa habría que buscarlo entre quienes revolotean alrededor del poder, que son los desangelados delfines, si es que alguno pueda reconocerse como tal.
Las visiones estáticas chocan con la realidad. Si fuera un asunto de poder y armas la historia no habría avanzado un milímetro. Subestiman las acciones civiles, es decir, el factor dinámico, que en un momento resulta decisivo.
Ni la Bastilla pudo contenerlas, por decir algo. Evoca ese fatalismo el círculo vicioso de la pobreza: no se sale de la pobreza precisamente porque se es pobre. La culebra que se muerde la cola.
2 Creo por el contrario que la MUD se ha convertido en el punto estable colocado en el centro de la turbulencia. Las conjeturas sobre el real estado de salud del presidente se alimentan del secretismo, resultado de lo cual es la recrecida confusión en el bloque político dominante.
El partido y el gobierno, ausente así sea transitoriamente el presidente, son como un avión en pleno vuelo que carece de piloto. Tanto más, cuanto la magnitud de la crisis económica y la vastedad de las protestas sociales se le han escapado de las manos al caudillo.
Si con él aparentemente no pueden, sin él menos pueden. Si no hubiera nadie en capacidad de encargarse del poder, ahí está la MUD para hacerlo. Su naturaleza unitaria y a la vez respetuosa de la pluralidad de opiniones, su búsqueda de reconciliación y reunificación del país, su ascendiente disparado en flecha, su manera ya no de respetar la democracia sino de vivirla con la experiencia inédita de unas primarias de la índole de las que ha convocado; todo eso la convierte en la salida posible, el puerto de llegada, la base de la recuperación del país, incluso para quienes la han adversado duramente.
3 Prorrogar esta situación por seis años más sería descabellado. Las paradojas del hondo déficit fiscal y la deuda sin precedentes cuando se ha dispuesto de más ingresos fiscales y divisas que nunca; el envilecimiento de la moneda, el potro sin bridas de la inflación, el horror de la inseguridad y las penitenciarías, las universidades, la salud, las fuerzas productivas destruidas, el fracaso de los servicios públicos, el hundimiento de las empresas productivas y de servicios estatizadas, el penoso modelo alterno de cooperativas, empresas de producción social, cogestión; y el chorizo de disparates que hemos visto naufragar. Todo eso hace urgente e inevitable el cambio.
Aun superando sus males físicos, como todos esperamos, el presidente Chávez no encaja en el tipo de gobierno que exige la realidad. Es demasiado pugnaz cuando se pide unidad; anacrónico, cuando se necesita creatividad, modernidad, inversiones y tecnología avanzada; parece un personaje escapado del museo arqueológico o de un polvoriento establecimiento de antigüedades.
Su régimen hace aguas. Venezuela, según el Clacso y Provea, es el país de los protestas. Se vierten cifras que hacen temblar. Si en 2007 estallaron 1576 conflictos, en 2010 sumaron 3315, un record regional, que ya es decir.
4 Pero quizá su principal enemigo es él mismo. Hombre de mentalidad autocrática y vocación totalitaria padece del mal que afecta a sus congéneres. Beccaria, uno de los más grandes ideólogos de la Ilustración, músculo de la humanización del Derecho Penal, se refirió a la morbosa propensión a sospechar de todos. Creerse rodeado de enemigos, salvo los centinelas de Fidel, es lo que le quitó el sueño a Ricardo III y, según propia confesión, al presidente Chávez. Es un problema de muy vieja data. Quienes lo sufren piensan que los fantasmas de su imaginación son de carne y hueso.
Arnold Toynbee habló de "mentalidad de sitiado", que es propia de totalitarios, autócratas y autoritarios. Al referirse al hoy desaparecido comunismo soviético, comentó: "Una ciudadanía movilizada en campañas, batallas, victorias. Claro que la mentalidad del sitiado es tan vieja como la historia del despotismo, pero en Rusia se la ha practicado con tal consistencia totalitaria, que quizá únicamente ceda ante el militarismo de tiempos de Licurgo".
El paradigma de Toynbee también es retórico. "Batallones y patrullas", "conspiraciones y magnicidios", "imperialistas y oligarcas". Esa cháchara insondable no condice con las necesidades de Venezuela y el mundo.
La democracia, que vence en Cercano Oriente a fortalezas totalitarias armadas hasta los colmillos, es la respuesta. Mientras en el régimen las costuras se deshacen, la alternativa opositora avanza, diríase en forma escalonada: MUD, primarias, tarjeta unitaria, comando de campaña. Sus integrantes no serán hechuras de la NASA, pero están dando un ejemplo de... ¿cómo decirlo?, ¿sabiduría política? Sí, eso, sabiduría política.
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