domingo, 23 de agosto de 2015

LA DERROTA DEL PENSAMIENTO MÁGICO

Resultado de imagen para IGNACIO CAMACHO
IGNACIO CAMACHO

ABC

La gran paradoja política de Grecia consiste en que ha habido menos dificultades para aprobar el tercer rescate en los parlamentos de países que han de pagarlo, como Alemania y España, que en el del que va a recibirlo. Este dato apunta un conflicto weberiano de ética de la responsabilidad, que es el gran concepto bajo debate en el colapso heleno. La llegada al poder de Syriza ha planteado con toda su crudeza la cuestión de las responsabilidades colectivas; la izquierda radical prometió un horizonte de elusión de obligaciones que la realidad ha demostrado inviable. Con su partido dividido, Tsipras se enfrenta a la contradicción básica del populismo: no había soluciones simples para problemas complejos.
El único atenuante del primer ministro es que él no fue quien creó la situación crítica de su país. Basado en esta evidencia, cometió sin embargo un grave error de diagnosis fruto de un prejuicio ideológico: confundió una crisis de gestión con una de sistema. Atribuyó el fracaso al modelo capitalista neoliberal y prometió solucionarlo con una alternativa de ruptura fundamentada en el incumplimiento de compromisos. Convenció a los ciudadanos de que la deuda generada por un desmesurado Estado de Bienestar era una injusta imposición decidida por poderes externos y arbitrarios. Tocó ante una nación empobrecida y angustiada la flauta de Hamelin de una balsámica democracia directa que opondría la fuerza demiúrgica del pueblo a la «dictadura de la Troika y los mercados» y apeló a la tradición expeditiva del nudo gordiano. Su programa y sus decisiones, referéndum incluido, eran un catálogo de pensamiento mágico.
Todo lo que ha sucedido después no es más que la derrota de ese voluntarismo fantasioso. Los sectores extremistas le reprochan el abandono de la utopía dogmática, la aceptación de un marco de condiciones que habían impugnado. El ex ministro Varufakis, maestro de la superchería escénica, sigue convencido de las facultades taumatúrgicas de su ideología doctrinaria. Los funfamentalistas de izquierda permanecen instalados en la convicción revolucionaria de aprovechar el caos para propiciar un cambio de modelo. Un salto cualitativo que en realidad se trata de un salto al vacío.
La enésima huida hacia adelante de Tsipras, elecciones mediante, obedece ya a un mero instinto pragmático. Intuye que puede salvar su liderazgo reuniendo una mayoría del desengaño, otro truco populista. Por eso resulta significativo el apoyo de Pablo Iglesias, en cuya breve trayectoria es fácil atisbar la supeditación del proyecto doctrinal al de poder. Su pulso es ahora el de un menchevique enfrentado por una parte al integrismo de su propio bando, y por la otra al contraste de sus proclamas con la responsabilidad de gobierno. Cegada por los hechos la vía del redentorismo fantástico, se conforma con seguir al frente de la gestión del fracaso.
 
IGNACIO CAMACHO – ABC – 23/05/15

No hay comentarios:

Publicar un comentario