SERGIO SAEZ
Es un hecho cierto que nuestra principal industria, PDVSA, ha venido experimentando serias dificultades operacionales, económicas y financieras, que la han conducido a un estado deplorable, incierto y de difícil recuperación, que el ciudadano de a pié no conoce, bien sea por falta de información, desinterés, o por que la copiosa propaganda desplegada por el régimen le hace creer que es boyante. Con el agravante, que quienes tienen la responsabilidad delegada por el pueblo, de velar por su buen desenvolvimiento, no lo han hecho con la diligencia del buen padre de familia, bien sea por negligencia, incompetencia o con complicidad.
Transcurrido medio año del ejercicio fiscal 2015, se dispone de información oportuna y veraz sobre algunos indicadores de la industria petrolera, provenientes de fuentes diversas y confiables. Lo que nos permite hacer una proyección sobre lo que podría ser, en el mejor de los casos, el resultado de la “Caja Operacional” de PDVSA, en lo que respecta a sus “operaciones medulares”. Dejando claro, que las restantes funciones que el Estado le asignó a PDVSA, representan solo carga para la misma.
La situación de PDVSA es realmente desastrosa, muy preocupante y grave. Todas las alarmas se encendieron oportunamente. Incluso se documentaron. Quien diga hoy que no las percibió, estaría confesando que padece de sordera, falla de la vista, tal vez daltonismo, o tenía intereses encontrados que le obligaban a permanecer callados a hacerle comparsa al régimen.
La carga de obligaciones impuestas por el Estado a PDVSA, en su gran mayoría de recursos de divisas que este dilapidó y que en nada beneficiaron a PDVSA, requieren de 2.060 MBD, cantidad que excede la disponibilidad de hidrocarburos para la exportación de 1.512 MBD, por lo que a PDVSA materialmente le es imposible honrar estas obligaciones, por lo que deberá deslastrase de compromisos de política energética, so pena de continuar hundiendo más a PDVSA y perjudicando a la clase más necesitada.
Ante esta situación, PDVSA se ha visto obligada a diferir los pagos a proveedores y empresas contratistas por suministros de bienes y servicios, que alcanzan a montos elevados y podrían paralizar las operaciones de producción; no reparte dividendos a los socios extranjeros por lo que no se sienten animados a seguir invirtiendo en las empresas mixtas.
No puede vender efectivamente divisas al BCV para incrementar las reservas internacionales, por lo que para cumplir con el aporte de ingresos ordinarios al Fisco Nacional y los gastos operacionales en moneda local, debe continuar el BCV subsidiándole con emisión de bolívares sin el correspondiente contravalor en divisas, lo que sigue contribuyendo al incremento progresivo de la inflación.
Nada puede aportar PDVSA a sus compromisos sociales y misiones. De hacerlo por compromisos políticos, es en detrimento de los proveedores y empresas contratistas.
No puede de inmediato aumentar la producción petrolera, y lo más grave, desde hace años no alcanza a cubrir la cuota de crudo asignada por OPEP de 3.011 MBD. Que ha venido siendo aprovechada por los restantes socios, especialmente por Arabia Saudita. Lo que le resta argumentos para solicitar recorte de producción como vía para restituir los precios del mercado.
Esta situación tan desastrosa es culpa de quienes han sido designados para administrar el recurso del petróleo. En primera instancia el presidente de la república, y en orden de la cadena de mando, el ministro del poder popular para el petróleo y la minería, el presidente de PDVSA, y su Junta Directiva, que nunca estuvieron a la altura de sus responsabilidades, unos por incapaces, otros por incompetentes, y todos en conjunto, por complicidad. Por que nada podrán argumentar en descargo de sus responsabilidades cuando se les exija rendir cuenta de lo actuado.
No se debe permitir se siga engañado al pueblo sobre la situación de su principal empresa, PDVSA, y se creen falsas expectativas sobre su papel en la generación de renta petrolera, que hace años dejó de hacerlo. El país se precipita inexorablemente hacia un despeñadero, y el régimen hace el papel de los músicos del Titanic. Queda entonces la responsabilidad en las espaldas de quienes podemos escudriñar, como el cirujano con el escalpelo, para revelar la podredumbre que subyace sobre las empresas manejadas por un régimen irresponsable, encaminado a continuar destruyendo al país, a cualquier costo.
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