EMILIO NOUEL V.
Muchos venezolanos hemos abogado los últimos años por salir
del desastre que vivimos con el menor costo social posible, de la mejor manera,
y ésta, de lograrse, será muy dura y complicada, porque cada día el gobierno la
hace más difícil.
No queremos vernos envueltos en un torbellino de violencia
masiva que se instale permanentemente y acabe con vidas y bienes
imprescindibles para la recuperación del país y espante a venezolanos y
extranjeros hacia otras tierras.
No deseamos hundirnos en un caos sin fin, como ocurre en
algunos países. No tenemos vocación de
suicidas.
No renunciamos a la esperanza de encontrar entre aquellos que
nos han traído al abismo, una pizca de lucidez, una chispa de cordura,
suficiente para consensuar unos pactos mínimos que impidan la hecatombe
definitiva y enrumben el país a un proceso transicional.
Estamos conscientes de que hay un escepticismo extendido más
que justificado de cara al comportamiento irracional e intolerante mostrado por
los que gobiernan.
Nosotros mismos, no pocas veces hemos sido asaltados de dudas
y tentados a tirar la toalla, a asumir que no hay nada que hacer, a desistir de
la idea de buscar el diálogo entre grupos enfrentados, a buscar soluciones suma
cero: ellos o nosotros.
Pero ésta no es la salida porque no sería tal.
Convencer a muchos de la necesidad de buscar caminos
concertados con los que generaron el estado de cosas que padecemos es una tarea
titánica. Los estados de ánimo han llegado a extremos que no ayudan a propiciar
pactos, que, sin embargo, son ineludibles, si aspiramos a salir de la mejor
manera.
Los entuertos institucionales, económicos y emocionales han
alcanzado tal magnitud, que sobrepasan las capacidades de un solo sector político
o social.
Los daños infligidos a nuestra sociedad por la barbarie son
monumentales. Superarlos va a requerir del concurso plural más allá de las
diferencias políticas e ideológicas, si lo que queremos es que los remedios
sean durables en el tiempo.
Un gobierno que encabezara hoy hipotéticamente la oposición, incluso
teniendo en el papel las soluciones adecuadas, difícilmente podría salir
adelante sin contar con la participación o el acuerdo de parte de los
adversarios. Muy pronto éstos volverían
al poder.
A pesar de nuestras reservas, anhelamos fervientemente que
sea la vía pacífica la que predomine; y ésta no es otra que el pronunciamiento
popular que se da mediante elecciones democráticas y libres.
Las ineludibles elecciones del 6D pudieran abrir una ruta de
escape a la debacle que se asoma amenazante.
Ellas, quizás, provoquen una transición que deberá ser
gestionada por un equipo que asuma con valentía medidas draconianas para evitar
caer en el abismo. No exageramos si decimos que ese equipo deberá estar
consciente de que cosechará pocas simpatías y ninguna popularidad. Ni tirios ni
troyanos lo querrán.
A menos que ocurra un incremento exorbitado del precio del
petróleo, la situación que enfrentará ese gobierno eventual será muy severa,
sin cabida para el reparto populista y con poco margen presupuestario.
Ese equipo necesitará de un apoyo político amplio que evite
una crisis de gobernabilidad incontrolable. Habrá necesidad del apoyo de los
países amigos de Venezuela y de la institucionalidad internacional.
A los venezolanos que andan ya desesperados por la situación
ruinosa y angustiante en que hemos caído, habrá que hacerles ver que la
solución no es de un día para otro. El mal infligido es inconmensurable. La
devastación económica es gigantesca, cuya recuperación implicará mucho esfuerzo,
recursos y tiempo. No hay salidas
mágicas. Ninguna fuerza política de manera individual superaría este escollo.
Ningún sector político responsable se va a atrever a afrontar
la tarea aisladamente. Sólo unos atolondrados serían capaces de hacerlo y ello
sería posible manu militari.
La diferencia de intención de voto entre la oposición y el
oficialismo se sigue ampliando en favor de la primera. Todo apunta a que una
dinámica de cambio político se abrirá en diciembre próximo. La dirigencia
opositora responsable tiene un extraordinario reto ante sí.
Ojalá se imponga la sensatez, en ello nos jugamos el futuro y
la paz.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario