sábado, 8 de agosto de 2015

UN PAÍS PARA SAQUEAR

Enrique Viloria Vera

El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba el pan.

Pablo Neruda

 
 Atónitos contemplamos el saqueo incesante e impune que sufre la Bolivariana Patria.  No somos ya un país para querer sino un país para saquear.

 Saqueos múltiples y plurales son los que ha sufrido esta malhadada Patria desde hace una década y media más que larga y dolorosa. Saquean los nuevos mejores amigos que sólo tienen intereses comerciales y buscan seguridad de suministros para sus pujantes economías: les entregamos, el petróleo, el oro, el hierro, la bauxita, el coltán, las rocas verdes para uranio, el gas, la construcción de carreteras, metros, puentes, viviendas y ferrocarriles, a cambio de una nueva dependencia económica que ha convertido a la Venezuela Bolivariana en un país mendigo ya no de los imperialistas FMI o Banco Mundial, sino de los nuevos imperios euroruso y chino. 

Nuestros aliados ideológicos del ALBA, MERCOSUR y PETROCARIBE nos chulean sin pudor y sin gratitud, les suministramos petróleo barato que no pagan a tiempo y que luego cancelan con descuento en vista de la avidez del desgobierno  en procurarse unas divisas que entregó otrora a manos llenas con mentalidad de nuevo rico revolucionario tricontinental.
Lo saquean sus propios gobernantes socialistas y revolucionarios, quienes en la corrupción más impune y generalizada que haya conocido la humanidad – ¡y vaya que ha habido! -  han desolado el Tesoro Nacional, las Reservas Internacionales del BCV, los Fondos chinos, rusos, el FONDEN , los Fondos de Pensiones de los jubilados petroleros, las cajas de ahorro de los entes públicos, las cajas chicas de los ministerios y las alcancías de los funcionarios.  
La saquean también los comerciantes inescrupulosos que demandan rentabilidades astronómicas para sus pingües negocios, los contratistas enchufados, los testaferros, los bolichicos, los familiares de los chafarotes del siglo XXI en un nepotismo sin parangón, sólo comparable con la hermana República isleña de la felicidad, los banqueros allegados al Proceso, los presidentes de federaciones deportivas, en fin, todo aquel que pueda ponerle la mano al erario público y aprovechar el desorden organizado. Ya las revistas especializadas registran nuevas e impensables fortunas de los revolucionarios y revolucionarias venezolanas forjadas a la luz de la corrupción y la malversación, y que reposan – seguras en apariencia – en bancos de paraísos fiscales ahora más supervisados y controlados.
Y lo que es peor un pueblo hambriento, sufrido, paciente a más no poder, obstinado de hacer colas y de ser vejado en su esencial condición de ser humano,  ahora no sólo bachaquea sino también saquea el trabajo y el esfuerzo de muchos años de sus compatriotas: porque tiene hambre pareja.        

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