ISMAEL PEREZ VIGIL
En el complicado ajedrez político opositor las piezas se están moviendo. Henrique Capriles Radonsky hizo su movida y alborotó el patio; ya anunciábamos la semana pasada su posición de distanciamiento con respecto a Guaidó/G4, que se convirtió en abierta ruptura.
HCR está “jugando” a la política, a su manera, como él la sabe hacer. No siempre a la gente –me incluyo– le gusta lo que hace y no siempre lo que hace le resulta bien. Por ejemplo, sin ser exhaustivo, pues no viene al caso, a veces tiene frases infelices –“el tiempo de Dios es perfecto”–; otras veces lo acusan de que le falta decisión, como lo fue –para algunos, no es mi caso– al no haber sacado la gente a la calle en el 2013 cuando perdió la presidencia con Nicolás Maduro.
Pero más allá del disgusto que cause su posición, de las diatribas e insultos que se le profieren ahora, es indudable que HCR, políticamente, ha tenido una trayectoria respetable y exitosa. Ha sido diputado, en 1998, cuando incluso fue el presidente de la última Cámara de Diputados que hemos tenido en el país. Ha sido alcalde, gobernador y candidato presidencial dos veces, logrando en ambas entusiasmar(nos) y motivar(nos) a miles de seguidores y millones de votantes, sacando más de 6,5 millones de votos en ambas oportunidades. En fin, aunque no todo le sale bien, su trayectoria no se puede borrar de un plumazo con insultos y descalificaciones. En términos generales hay que decir que es un político que ha corrido con suerte.
Ahora ya no hay duda de que está negociando, creo que con apoyo de una buena parte de la Unión Europea, sino de toda; eso lo sabremos pronto. Si lo habilitan y es candidato o inscribe candidatos –por lo pronto ya anunció que lo hará–, para algunos será la confirmación.
Con respecto a la negociación de HCR, yo soy de los que cree que de esto no salimos sin una negociación, que al final nos lleve a un proceso electoral, ¿O cómo se van a elegir los presidentes después de esta tiranía? Y la negociación no será con la congregación de las hermanitas de la Madre Teresa de Calcuta, ni con los obispos de la Conferencia Episcopal, sino con los que hoy están en el gobierno, a quienes además habrá que ofrecerles “alguna salida” para que dejen el omnímodo poder que hoy tienen, se vayan y quede un gobierno temporal, de transición, interino, o como lo quieren llamar, pero que ofrezca garantías a todos, sin exclusión, de que se respetarán las reglas del juego y así evitar que esto termine en un baño de sangre. Porque seguro que si hay un baño de sangre en las circunstancias que hoy tenemos, lo más probable es que sea la nuestra.
Ahora bien, a lo mejor a HCR no le interesa volver a ser diputado sino estar “habilitado” para lo que pueda ocurrir, pues allí se abren varios escenarios, de los que ya se empieza a hablar:
1) una postergación de las elecciones, y que se abran negociaciones para ampliar la elección, en el 2021, a alcaldes, gobernadores, parlamento e incluso presidenciales;
2) que no haya ampliación, pero que HCR mismo sea candidato a diputado –cosa que no es hoy posible pues está inhabilitado–, para tratar de animar a la oposición a votar, que no lo logrará, pero saldrán electos varios de sus seguidores,
3) que en efecto presente candidatos, participen en la campaña, traten de que se pospongan las elecciones por la pandemia, busquen mejorar las condiciones y al no lograrlo –que es lo más seguro– se retiren a última hora. Esta ha sido una posibilidad que el mismo HCR ha esbozado en alguna oportunidad
4) en cualquier caso, si logra movilizar, posponer, cambiar las condiciones o retirarse, se tratará de una victoria política sobre la cual reconstruir la oposición, con eje principal en HCR y su fracción de diputados, a partir de enero 2021… o bien,
5) todo esto no pasará, HCR no será habilitado –que es lo más probable–, las elecciones seguirán como van, el régimen recupera el control de la AN, con unos poquitos diputados de la “mesita” y habrá algunos del grupo de HCR, sí finalmente presenta candidatos.
Lo que es cierto es que la oposición democrática – G4 / G27 / Guaidó– está en estos momentos en total reflujo, varios pasos por detrás del régimen, reaccionando y sin una política de masas o que entusiasme a la gente. Ni siquiera le está sacando provecho al tema de la abstención –cosa por demás difícil– y no han podido articular nada para movilizar a la gente en torno a esa idea.
Lo único concreto de lo que han hablado, o apenas balbuceado, es de una supuesta “consulta”, que no han logrado aun definir. En otras palabras, estamos en la situación perfecta para que el régimen trate de terminar de destruir la ya malograda oposición y que surjan más oportunistas, como los de la mesita… o para que surja una opción encabezada por alguien como HCR, a quien –dígase lo que se diga–, nadie puede acusar de chavista o de estar con la gente de la “mesita”. HCR puede estar equivocado, eso se verá con el tiempo, pero no es ningún “traidor” o “vendido”. Es un disidente, uno muy importante, pero no más que eso, digan lo que digan los que hoy lo atacan furiosamente.
Sin duda a la oposición le está haciendo falta una estrategia que la movilice, que la organice, que le dé un objetivo y finalidad logrables, medibles, en el corto y mediano plazo, que no apunte solo al largo y desconocido plazo. Creo que HCR ha elegido una estrategia de movilización más fácil que la de Guaidó / G4, porque es más fácil organizar a la gente en torno a un objetivo concreto, una finalidad: elegir unos candidatos, que movilizar a la gente en torno a una idea abstracta como la “unidad” o una consulta, que todos sabemos que por más que se predique y se argumente, no tendrá nunca ese carácter vinculante que algunos extraen con pinzas de la Constitución. Ni ayudará a ir más allá de recoger miles o millones de firmas, tarea nada fácil con la apatía política reinante, sin gasolina y grandes dificultades de desplazamiento y en medio de una pandemia. Además, lo ocurrido con la consulta del 16 de julio de 2017 demuestra que sí no hay una finalidad práctica detrás de una consulta, esa movilización para firmar, ese esfuerzo, se pierde. Pretender que había un “mandato”, oculto, en el 16J es fantasioso y abstracto.
Sin embargo, creo que la estrategia de HCR adolece de tres fallas. Una, paradójicamente, a pesar de que como dije la movilización electoral es la estrategia más fácil, en este momento creo que es utópico pensar que tendrá un éxito importante en movilizar a la oposición a votar. Han sido muchos años de campaña del régimen descalificando el voto, minando su importancia, su carácter de secreto o de instrumento para tomar decisiones; y lo más grave, es que los opositores los hemos ayudado en esa tarea, con todas esas consejas de “dictadura no sale con voto”, “la ineficacia de las elecciones”, “en estas condiciones no se puede votar”, etc.; lo cierto es que eso ha logrado una total apatía y desesperanza en grandes sectores de la población, que difícilmente se moverán a votar y menos tras percibir la aguda división opositora en torno al tema.
La segunda falla creo que es el tema de la unidad, que ahora algunos descalifican y la rebajan como valor y objetivo, minimizándola a un mero medio o instrumento para alcanzar cosas. Sin duda lo es, pero es también un valor y objetivo fundamental. Una dictadura como la que gobierna en Venezuela, difícil de enfrentar y derrotar, lo es mucho más si quienes la adversamos estamos dispersos y con peleas a cuchillo entre nosotros. HCR, sea ese su objetivo o no, cosa que dudo, ha puesto una piedra de molino en el cuello de la unidad política del país, tan difícil de lograr y sobre la cual se habían dado pasos importantes. Ese no es un buen registro para el currículo de cualquier político.
La tercera falla, más bien duda, ¿Agotó Capriles todos los medios posibles, todas las discusiones para resolver este tema a lo interno de la oposición, a lo interno de su partido, antes de dar este paso de ruptura? ¿O simplemente actuó movido por su interés político personal, que tiene derecho a tenerlo, pero que puede significar un descalabro o desajuste importante para toda la oposición?
En conclusión, algunos están felices por la propuesta de Capriles; unos porque llama a votar –podría ser mi caso, pero no es así, no al precio de la unidad–; pero otros, precisamente por eso, porque ven en su acción un golpe noble y certero a la unidad de la oposición.
De cualquier manera, la oposición tendrá que reconstruirse desde ahora y a partir de enero 2021 será imperativo y HCR –al igual que el G4– será uno de los ejes sobre los cuales se reconstruirá. Creo que en el fondo esa es la estrategia de HCR, estar en ese juego. ¿Es su estrategia la más adecuada? ¿No implicará un alto costo, innecesario, para toda la oposición? Como dice el dicho popular, amanecerá y veremos; pero en todo caso, lo bueno es que el escenario político se está moviendo.
Politólogo
No hay comentarios:
Publicar un comentario