DOS GOLPES NOBLES
EMILIO NOUEL V.
La semana que está por finalizar trajo dos noticias muy
importantes a los venezolanos que anhelamos salir lo más pronto posible de un
ya inmensamente largo padecer.
Fueron dos golpes nobles de la Comunidad Internacional que
pusieron al desnudo de nuevo el carácter tiránico y al margen de la ley del
régimen chavista.
Uno, el Informe de
la Misión
Internacional Independiente para la determinación de hechos sobre Venezuela,
creada por las Naciones Unidas. Y otro,
la declaración del Grupo Internacional de Contacto de la Unión Europea.
Dicho
Informe se presentó ante el Consejo de Derechos Humanos en cumplimiento de la resolución 42/25 del 27
de septiembre de 2019.
Su
contenido no puede ser más espeluznante, deplorable, desgarrador, en tanto que
ciudadanos de este país del que hemos estado orgullosos por muchas razones.
Aunque
ya conocíamos, total o parcialmente, muchos episodios de los allí expuestos, no
deja de ser perturbador y alarmante para cualquiera que tenga una pizca de
sensibilidad humana.
Informes anteriores de la doctora Michelle Bachelet ya habían
asomado ese horror, ese “imperio del
terror que sufre Venezuela”, como dice el periodista Daniel Lozano, y que
ahora la Misión corrobora y amplía señalando responsables concretos de las
múltiples violaciones a los DDHH cometidas por la tiranía chavista.
El Informe no habla de hechos aislados, asevera que ha habido
coordinación y planificación en la comisión sistemática de tales crímenes, por
funcionarios de seguridad civiles y militares siguiendo órdenes de autoridades
superiores, quienes estarían al corriente de esas barbaridades.
La calificación de tales delitos como de lesa humanidad es
otro grave señalamiento del Informe, y se pide que sean investigados por las
autoridades competentes, no solo las nacionales sino también las
internacionales.
Sin duda, este trabajo en detalle demoledor, constituye un
duro golpe al gobierno usurpador, sobre todo, en momentos en que
desesperadamente anda buscando, mediante sus trampas y argucias, poner en
escena unas elecciones fraudulentas, pretendiendo así, lavarse la cara ante el
mundo.
Este sainete electoral –y aquí viene la segunda noticia- ha
recibido también un duro golpe de parte del Grupo Internacional de Contacto
(GIC) en donde juega papel importante la Unión Europea.
Este Grupo ha dicho que “la única solución sostenible a la crisis venezolana será una política
inclusiva, pacífica y democrática, a través de elecciones legislativas y
presidenciales libres, creíbles, transparentes y justas” y exige que
todos los presos políticos deben ser liberados inmediata e incondicionalmente. Para el Grupo, la necesaria eliminación de todos los
obstáculos a la participación política, implica “respeto del mandato constitucional de la
Asamblea Nacional elegida democráticamente, la devolución del control de los
partidos políticos a sus administradores legítimos, el cese de la inhabilitación
y el enjuiciamiento de los líderes políticos, el pleno restablecimiento de sus
derechos y de otros candidatos a la igualdad política, actualización integral
del padrón electoral, incluyendo a votantes jóvenes y venezolanos en el
exterior, y un CNE independiente y equilibrado, y participación igualitaria y
acceso irrestricto a todos los medios”.
Para cualquier observador internacional, sea gobierno o no,
tales señalamientos no pueden ser soslayados a la hora de una evaluación del
régimen chavista y sus iniciativas.
Los horrendos crímenes denunciados por el Informe de marras y
las arbitrariedades evidenciadas por el GIC abonan la idea de la necesidad
perentoria de que los tiranos venezolanos salgan de escena y den paso a un
gobierno de transición o emergencia, mediante una fórmula de negociación
consensuada y efectiva, o un alejamiento voluntario de quienes están en
Miraflores.
La situación económico-social agravada por la pandemia y sus
preocupantes perspectivas en el corto y mediano plazo, exigen soluciones
definitivas y viables que impliquen los menores costos posibles para nuestra
sociedad.
Está claro lo que busca la tiranía con su farsa electoral.
Eso no resolverá nuestra crisis, sino que la prolongará y agravará.
Como medida previa, se debería comenzar por aplazar el
proceso electoral montado por el régimen, de manera que se abra un espacio para
la negociación necesaria, que conduzca a un camino de recuperación de las
libertades, la democracia y la prosperidad, con un gobierno distinto. Lo
contrario es prolongar nuestra desventura.
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