Cese de la ruina y unidad para reconstruir
Luis Ugalde sj
Cuatro realidades de muerte: Los crímenes de lesa humanidad que testifica la
Misión de DDHH de la ONU (más las gravísimas denuncias de la Alta Comisionada
Michelle Bachelet), la falta de condiciones democráticas ratificada incluso por
el Grupo de Contacto UE-América Latina, el avance inocultable del Covid-19 con
indefensión sanitaria, los terribles datos socioeconómicos de un país en ruina resaltados
por el estudio de la ENCOVI presentado por la UCAB. La dramática realidad
venezolana está a la vista como el cementerio del “socialismo del siglo XXI”, mal
pensado y peor ejecutado. Salto atrás de medio siglo en pobreza, salario, servicios
públicos vitales, actividad productiva…dignidad) Todo agravado por la
persecución dictatorial y tortura a los opositores como política de Estado
decidida por la cúpula del régimen.
¿Luto en diciembre y primavera en enero?
No basta abstenerse, ni
basta votar el 6D; con solo eso en enero Venezuela será un infierno. En
diciembre de 1957 Pérez Jiménez celebró el arrollador triunfo en el plebiscito
fraudulento. Un mes después el dictador huía y Venezuela nacía a la libertad y
a la política democrática. En diciembre de 2020 la dictadura celebrará,
mientras el pueblo llorará la Navidad sin agua, ni luz, ni trabajo, ni ingresos.
A no ser que se vean obligados a aplazar
la votación y a crear las indispensables condiciones para unas elecciones
parlamentarias y presidenciales libres, creíbles y transparentes con
observación internacional en el primer semestre de 2021
Cese de la ruina y renacer
de la política. Más allá de la elección, al país le urge un
acuerdo nacional serio. Venezuela está de muerte y no le interesa la
discusión sobre si la enfermedad se alivia con atamel o con
aspirina; sabemos que sin una intervención quirúrgica a fondo para eliminar el
tumor maligno, no es posible salir de la ruina ni reconstruir el país. Hay que
cambiar el absurdo modelo destructivo impuesto por el régimen y unir con el
esfuerzo de reconstrucción a todos, incluso a los que un día soñaron con la
“revolución” que ha hundido al país. Ya no es posible seguir engañando al mundo y lo sensato es
reconocer la realidad y preguntarse qué hacer para parar esta ruina y lograr una
pronta unidad y los apoyos internacionales necesarios para la reconstrucción.
Pero la dictadura dice
que todo eso es falso, que todos mienten
y que llueve o truene la votación
va el 6D con todo preparado para acabar con la AN autónoma, sacar a Guaidó, tomar
el último bastión democrático que queda y perpetuar la dictadura y el
desastre nacional. Por ese camino no hay salida y los demócratas no
podemos encerrarnos en el 6D ya cocinado.
En el pueblo la política del régimen ha muerto como la causante
de este desastre; y la política opositora conecta poco con sus angustias
vitales.
La política renacerá en el corazón de los venezolanos cuando sientan de verdad
que los líderes (sociales y políticos) se redefinen y unen en la tarea por el cese de la catástrofe y la
reconstrucción nacional.
Me sorprende ver a apreciados
comentaristas y reconocidos analistas hablando como si el derrotado por la
dictadura fuera Guaidó y no todos nosotros. Es demasiado fácil caerle al
presidente (e) Guaidó en lugar de comentar y enfrentar a fondo las cuatro trágicas
realidades arriba señaladas. Hemos
fracasado nosotros -las universidades, los empresarios, los sindicatos, las
iglesias y la sociedad civil-, pues no hemos sabido defender la
democracia y se ha impuesto la dictadura con miles de muertos,
cientos de presos, y millones de exiliados y empobrecidos, sin economía
productiva y sin libertad. Más bien llama la atención que Guaidó - con sus
colaboradores presos y perseguidos- no esté en la cárcel, en el exilio o en el
cementerio, sino que ha resistido el cerco y conseguido el reconocimiento
mundial como presidente de la única institución legítimamente electa y que, con su equipo, ha llevado al régimen
dictatorial al repudio internacional. La verdad es que la oposición verdadera está perseguida y torturada, pero
viva, y las parlamentarias del 6D las organiza y controla la dictadura.
El régimen resiste en
el poder y persigue, pero ha fracasado pues con el no hay vida digna. Esa es su derrota. Maduro ni quiere ni puede
conducir al país al cambio productivo socioeconómico con las libertades indispensables
para la reconstrucción.
No esperemos que lluevan milagros en enero. Asumamos desde
ahora los tremendos retos.
Unidad democrática y reconstrucción
No basta sobrevivir tenemos que trabajar nacional e
internacionalmente para que la vida y la esperanza vuelvan a Venezuela en 2021.
Entiendo que en la desesperación muchos (académicos, empresarios, sindicatos, eclesiásticos,
vecinos…) nos sintamos tentados a rebajar nuestros derechos a cambio de sobrevivencia,
renunciando a una vigorosa reconstrucción del país para que haya vida digna.
A Juan Guaidó, liberado de toda disciplina partidista, le corresponde, como
presidente legítimo de la AN (y a falta de Presidente de la República
legítimamente elegido) actuar,
con toda la fuerza y reconocimiento
nacional e internacional que tiene y en
ACUERDO UNITARIO DE SALVACIÓN NACIONAL para
salir de esta ruina y reconstruir el país. Abrir una transición inclusiva con
garantías internacionales y con claras líneas maestras para la reconstrucción con
reconciliación nacional y elecciones parlamentarias y presidenciales.
Creo que eso y no
menos es lo que exigen los venezolanos de quienes aspiran renacer como líderes.
Si los líderes - políticos y no políticos- desde ahora no se concentran ni unen
fuerzas para superar el desastre, en enero-febrero no tendremos país.
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