miércoles, 6 de marzo de 2013


El hombre que quiso cambiar el mundo




SIMON ALBERTO CONSALVI


El ascenso al poder en 1999 del presidente Hugo Chávez significó una ruptura radical con los principios, estrategias y métodos de la política internacional de Venezuela durante los 50 años precedentes. El exterior fue un escenario clave para promover la revolución bolivariana.
Un observador sagaz no se sorprendería de esa inesperada beligerancia de Venezuela en el mundo. El propio Chávez la había proclamado desde La Habana. Recién salido de la cárcel de Yare, fue recibido por Fidel Castro con protocolos reservados a grandes dignatarios, alfombra roja de por medio y el necesario olvido de las excelentes relaciones entre Cuba y Venezuela durante las últimas décadas, especialmente con el presidente Carlos Andrés Pérez. Fidel había venido a la toma de posesión de Pérez y se solidarizó con él cuando Chávez intentó el golpe de Estado del 4 de febrero de 1992.
Era diciembre de 1994 y Chávez formalizó una alianza que marcó la política exterior de Venezuela. Dijo con solemnidad: “Esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los brazos y de alimentarnos mutuamente en un proyecto revolucionario latinoamericano”. El insurgente venezolano estaba aún lejos de conquistar el poder, pero Fidel le ganó al diablo en astucia, como lo ha comprobado la historia.
Al llegar a Miraflores la alianza se tradujo en el Convenio Integral de Cooperación suscrito a fines de octubre de 2000, el cual se fue multiplicando en dimensiones desconocidas. Tanto que en una visita al Museo Che Guevara en Santa Clara, octubre 2007, Chávez declaró: “En el fondo somos un solo Gobierno”. Ahora nadie lo pone en duda, salvo que la iniciativa ha sido siempre de los cubanos, y han sido ellos los grandes beneficiados de acuerdos generalmente secretos.
Chávez siempre tuvo presente que la suerte de su revolución dependía del petróleo. Sin un barril bien cotizado no sería posible el cambio radical. Y cambió, volteó todo menos las relaciones con la OPEP y la defensa de los precios.
En septiembre de 2000 se llevó a cabo la II Cumbre de la OPEP en Caracas, luego de una extensa gira del Presidente por los Estados miembros, incluidos Irak, Irán y Libia. En el esfuerzo por preservar el negocio petrolero surgieron alianzas controversiales.
La Cumbre de Quebec. En la Cumbre de las Américas de Quebec, Canadá, en 2001, se aprobó una extensa declaración de principios. Chávez la suscribió con una reserva no explicitada, pues no se había aceptado añadirle a la expresión democracia las palabras “participativa y protagónica”. Era la primera conferencia multilateral en que un jefe de Estado se mostraba dispuesto a cuestionarlo todo y a romper con todo.
Los 34 países del continente adquirieron compromisos sustanciales para avanzar en la integración económica; el más importante de ellos, el respeto irrestricto al sistema democrático.
Se fijó para enero de 2005 la conclusión de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de las Américas, y su entrada en vigencia a más tardar para diciembre del mismo año. A partir de entonces, el Presidente venezolano libró una batalla incesante e intransigente.
Chávez se erigió en el más acérrimo crítico del ALCA y en el abanderado de la denuncia antiimperialista. El Gobierno de Venezuela propuso la creación de instancias de integración que excluían a Estados Unidos. Surgieron Unasur y la Celac, aunque no terminan de consolidarse. Propuso un banco del sur para competir con la Corporación Andina de Fomento y el Banco Interamericano de Desarrollo. Chávez cuestionó los órganos de derechos humanos del hemisferio, y entre sus últimas decisiones destacó la denuncia de la Convención Americana. Su gran proyecto personal fue la creación de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América.
La utopía de Mercosur. En Valencia tuvo lugar la reunión del XIII Consejo Presidencial de la Comunidad Andina de Naciones, a mediados de 2001. A Venezuela vinieron los presidentes de Bolivia, Colombia, Ecuador y el jefe del Consejo de Ministros de Perú, Javier Pérez de Cuéllar. La agenda incluyó asuntos como la integración política, el desarrollo social y el mercado común. Cuestiones especificas como la coordinación de políticas macroeconómicas, políticas exteriores comunes, arancel externo común, políticas agrícolas comunes, la libre circulación de las personas.
Dentro de la CAN la participación de empresarios y trabajadores se considera sustancial, un postulado que chocó con el sistema estatista de la economía que se fue implantando en Venezuela. No obstante su comprobada eficiencia, Chávez veía la CAN como un estorbo para su proyecto.
El retiro de nuestro país de la CAN causó serios daños a Venezuela. El ingreso a Mercosur, planteado como alternativa, se concretó en 2012 de manera anormal, en medio de la crisis política en Paraguay por la destitución del presidente Fernando Lugo. La CAN prometía integración, Mercosur ofrece comercio, y Venezuela sólo produce petróleo. La vinculación con el Sur fue rodeada de gran fanfarria. Todo se lo llevó el viento.
Chávez viajó intensamente durante sus primeros años en el poder. Una primera gira de 21 días lo llevó por Rusia, Irán, Malasia, Bangladesh, China e Indonesia. En el último país recibió la Presidencia del Grupo de los 15. El lema que repitió durante el periplo fue la “creación de un mundo multipolar”. Putin, más pragmático, descubrió en Chávez un gran cliente para la venta de armas, y, en efecto, las negociaciones no siempre conocidas representaron cifras impensables.Venezuela estrechó relaciones con Bielorrusia, Irán, Siria y Libia, y abogaba por ellos en los foros internacionales. La relación con Irán ha sido tan profunda como secreta.
El imperio amarillo. Las relaciones entre Venezuela y la República Popular China adquirieron una relevancia sin precedentes. En 1999, el Presidente venezolano visitó el país asiático, en 2000 Jiang Zemin vino a Venezuela, y el presidente Chávez, un mes después, volvió a Pekín. Entre los convenios bilaterales resalta la participación de China en proyectos para explotar petróleo en la faja del Orinoco.
No se conocen las dimensiones de la “alianza estratégica con China”, como el jefe del Estado solía calificar las relaciones con el imperio amarillo. China se convirtió en una especie de banco para Venezuela, pero es sabido lo astutos que son los chinos para negociar. Compran petróleo, pero venden manufacturas como condición. Chávez los vio como aliados en las luchas contra el imperio norteamericano, mientras Estados Unidos confía en ellos para que les compren los bonos del Tesoro.
Las relaciones con Estados Unidos. El proyecto revolucionario de Chávez se manifestó de la manera más heterodoxa posible en cuanto a las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Estados Unidos. Desde 1999 se registraron desencuentros. Para febrero de 2002 el jefe del Estado venezolano era el único de la región que no se había entrevistado con el presidente George W. Bush. Las discrepancias fueron varias: la negativa venezolana a permitir los sobrevuelos de aviones norteamericanos en el combate al narcotráfico, la ruptura con la DEA, las críticas al Plan Colombia y a su militarización, la posición asumida en la Cumbre de las Américas de Quebec, la oposición sistemática al ALCA, las visitas a países del mundo petrolero (Irán, Irak y Libia), sus encuentros personales con Mahmud Ahmadineyad, Sadam Hussein y Muamar Gadafi, etcétera.
La potencia del norte ha sido el mercado tradicional del petróleo venezolano. A pesar de la retórica antiimperialista de Chávez y de que, al final, se prescindió de embajadores (algo impensable antes), los negocios no se interrumpieron.
Vecinos difíciles. Las relaciones con Colombia han sido la piedra de toque de la política exterior de Venezuela. Durante los dos primeros años del régimen chavista pasaron por etapas de entendimiento y de discrepancia. La situación interna de Colombia, la incidencia de las FARC y del ELN en zonas limítrofes crearon frecuentes desencuentros y malestar. La oposición inicial de Chávez al Plan Colombia fue uno de los puntos cruciales. El comercio bilateral descendió a niveles críticos. La visible vinculación de la revolución bolivariana con las FARC fue un factor que mantuvo en tensión las relaciones, sobre todo en la época del presidente Uribe, y las movilizaciones militares hacia la frontera por la muerte del comandante Raúl Reyes.
En suma, Hugo Chávez Frías se convirtió en una figura de la política mundial.

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