sábado, 11 de octubre de 2014

LA MUD Y PATIVILCA
 
Eddy Reyes
 
La renuncia de Ramón Guillermo Aveledo a la Secretaría General de la Mesa de la Unidad Democrática, por las inevitables rencillas y diferencias internas, colocó a la oposición en situación crítica. No era para menos. La salida de Aveledo, bajo cuya gestión el movimiento opositor alcanzó altas tonalidades, enviaba un mensaje desesperanzador a un enorme grupo de ciudadanos opuestos al actual gobierno.
A lo anterior se sumaba el hecho notorio de que Ramón Guillermo es un líder político experimentado, culto y honesto, rara avis en el medio político venezolano, que nunca tuvo la pretensión de capitalizar su posición como posible aspirante a la candidatura presidencial, lo cual, por lo demás, pocos habrían cuestionado. Él siempre tuvo claridad acerca de su papel en un momento crítico de nuestro devenir histórico y eso se agradece.
El tiempo que tomó a los partidos y grupos integrantes de la MUD encontrar el sustituto adecuado a la coyuntura y circunstancias que se viven, puso de manifiesto que no fue una tarea fácil.
Con las salvedades del caso, podemos ver en la situación que se planteó al sector opositor una expresión alegórica de la experiencia vivida por el Libertador en Pativilca, una pequeña aldea al norte de Lima, en enero de 1824. Ya autorizado por el Congreso de Colombia para dirigirse a Perú, que estaba bajo ocupación española en su parte sur y dividido por la guerra civil en el norte, Bolívar llega al puerto de Pativilca. Allí cae derrumbado por una fiebre altísima y debe luchar por su vida en condiciones precarias y con pocas medicinas, como lo hacen los enfermos de cualquier mal en la Venezuela de hoy. “Muy acabado y muy viejo”, como admitió después, el Libertador se vio obligado a permanecer en el lugar durante dos meses.
En ese trance, el enviado de Colombia a Perú, Joaquín Mosquera, lo visitó. Le encontró en el jardín de la casa, sentado en una vieja silla, con la cabeza envuelta en un pañuelo blanco, muy débil y la piel en los huesos. En el curso de la conversación que sostuvieron, Mosquera le preguntó cómo podía sobrevivir el ejército colombiano, qué pensaba hacer. La respuesta del Libertador fue firme: “¡Triunfar!”. Y agregó: “Si los españoles bajan de la cordillera a buscarme, infaliblemente los derroto con la caballería y si no bajan, infaliblemente dentro de tres meses tendré una fuerza para atacar. Subiré la cordillera y derrotaré a los españoles”.
Y en efecto, el 6 de agosto del año mencionado, en la pampa de Junín, bajo la conducción de Bolívar, las tropas libertadoras vencieron a los realistas. El 8 de diciembre, cuatro meses más tarde, conducido por Sucre, el ejército patriota venció a las tropas comandadas por el virrey La Serna y el general Canterac. La paz de América se firmó en ese campo de batalla.
Con la  designación de Jesús (Chúo) Torrealba como nuevo secretario general de la MUD, el movimiento opositor toma un nuevo aire y vive el símil de Pativilca, al estar configurado un cuadro económico, político y social que claramente deja ver las enormes probabilidades que tiene de vencer a los candidatos del gobierno en los próximos procesos electorales. Sí, definitivamente, las fuerzas democráticas tienen que tomar consciencia de que, a pesar de los muchos males que nos aquejan, solo tiene un destino seguro si trabajan unida y con denuedo: “¡Triunfar y ser gobierno!”. Entonces vendrá la difícil tarea de restaurar la democracia sin sectarismos políticos.

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