viernes, 17 de octubre de 2014

Sembrar el petróleo
 Pedro Pablo Fernandez
El 14 de octubre convocamos una mesa de trabajo con un grupo de personas vinculadas a la producción de alimentos. Lo hicimos en el marco de una plataforma que hemos denominado Punto de Encuentro que busca reunir a todas las personas e instituciones que en el país están trabajando propuestas para resolver los problemas. La reunión contó con un grupo muy representativo entre los cuales destacan: Alberto Herrera, ex presidente de la Federación Campesina; Esteban Ciro Martínez, Presidente de la Asociación de Cacaoteros; Egildo Lujan, Director de Fedenaga; Manuel Guevara, Coordinador del programa de gobierno de la MUD y Rodrigo Agudo a quien correspondió presentar las conclusiones del trabajo que viene desarrollando el equipo. 
No existe una tarea más urgente que enfrentar la crisis económica que estamos viviendo y que está amenazando disponibilidad y accesibilidad de alimentos. 
Venezuela tiene todo lo que hace falta para lograr plena soberanía alimentaria, es decir; tiene la capacidad de producir la suficiente comida para atender las necesidades calóricas y proteicas de los 30 millones de venezolanos. Por supuesto, siempre habrá que importar algunos alimentos que, por razones climáticas, no se dan aquí, pero estos se tienen que pagar con los recursos generados por la exportación de nuestra producción excedentaria. 
Estamos caminando en la dirección contraria. La producción agropecuaria ha venido cayendo en los últimos 7 años. Reconstruir la capacidad productiva de alimentos es la primera prioridad y el Gobierno no puede solo. Es indispensable la participación del sector privado, que es mucho más eficiente produciendo que el Estado. Dos ejemplos ilustran esta afirmación: Venezuela fue exportador de café hasta que se inició el proceso de expropiaciones, el Gobierno pasó a controlar 80% de las torrefactoras y ahora importa 40% del café que consumimos. En el país hay 16 centrales de azúcar y 10 están en manos del Estado. Las 6 privadas procesan 80% del azúcar que se produce en el país. 
Es urgente que se tomen medidas inmediatas para reconstruir nuestra capacidad productiva a corto plazo y que a largo plazo se planifique para llevar la producción al límite máximo de nuestro potencial. 
Tres medidas se requieren a corto plazo (cuando digo corto plazo quiero decir YA):
En primer lugar, el Gobierno debe con urgencia conformar una mesa de trabajo con todos los sectores productivos para planificar el año agrícola 2015.
En segundo lugar, se tiene que concertar una agenda parlamentaria que permita la reforma de las leyes que menoscaban la protección del derecho de propiedad. Si no se cambia el entorno económico y se garantiza este derecho consagrado en nuestra Constitución, es imposible que recuperemos la producción de alimentos. 
En tercer lugar, se tienen que ajustar los precios de los productos a la inflación. Nadie puede producir si el precio al que puede vender su producto es menor al costo de producción. Las consecuencias de pretender mantener los precios por debajo de los costos termina perjudicándonos a todos porque dejamos de producir, se pierden empleos, se genera escasez y empezamos a pagarlo mucho más caro. Es lo que pasó con el cemento, mientras estuvo en manos privadas lo conseguimos a buen precio e incluso lo exportábamos, el Gobierno expropió las empresas cementeras y ahora no lo encontramos o lo tenemos que pagar carísimo. 
En el largo plazo proponemos una agenda que nos lleve progresivamente a nuestro máximo potencial de producción agrícola y pecuaria. 
La primera propuesta es ampliar la frontera agrícola. Venezuela tiene 30 millones de hectáreas de vocación agrícola que pueden ser ampliadas a 45. Para eso es indispensable que se terminen de desarrollar proyectos que tienen años esperando. El proyecto de Uribante Caparo en Barinas, el proyecto de las Majaguas en Portuguesa-Cojedes que está sin concluir, la Cuenca del Unare y la Mesa de Guanipa en Aragua, Los Módulos de Apure, los Valles de Aroa, el sistema de riego en Guárico que requiere mejoras, las Cuencas del Tiznado y Orituco, entre otros. Sólo desarrollando el potencial del Delta del Orinoco podemos producir todo el arroz que consumimos los venezolanos. El arroz requiere mucha agua y sol y las dos cosas sobran en el Delta. El promedio nacional en producción de arroz es de 4 mil kilos por hectárea y en el Delta se pueden producir de 7 a 8 mil.
Es necesario que se hagan las inversiones para culminar estos proyectos. Es ahí donde debieron ir a parar los petrodólares que entraron al país en los últimos años. Es así como se “siembra el petróleo”.
La segunda propuesta tiene que ver con la tenencia de la tierra. Las 45 millones de hectáreas de vocación agrícola tienen que estar en manos de productores que las pongan a producir. No tiene ningún sentido que estén ociosas en manos del Estado. Las tierras que han sido intervenidas, expropiadas o que forman parte de los bienes del Estado deben ser transferidas de inmediato. 
@pedropabloFR

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