domingo, 12 de octubre de 2014

La corrupción en Petrobras lastra la campaña electoral de Rousseff

Antonio Jimenez Barca

El País
Cuando faltan dos semanas para la definitiva elección presidencial en Brasil, y los dos candidatos, la actual presidenta, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), y el senador Aécio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), aparecen empatados en los sondeos, una oleada de sospechas y acusaciones de corrupción ha sacudido una campaña electoral ya de por sí convulsa. El que fue director de abastecimiento de la mayor empresa pública brasileña, la petrolera pública Petrobras, Paulo Roberto Costa, testificó esta semana ante el juez que en esta compañía existía un sistema de sobornos institucionalizado y que el PT se embolsaba entre el 1% y el 3% de todos los contratos que se ejecutaron desde 2004 a 2012. Lo mismo asegura el cambista, experto en blanquear dinero y socio de los negocios turbios de Costa, Alberto Youssef: “Por lo que yo recuerdo, no había empresa que en la época dejara de pagar”.
Tanto Costa como Youssef se ven obligados a delatar para salvar su propia piel y no pasarse lo que les queda de vida en la cárcel: están detenidos y acusados, entre otras cosas, de enriquecimiento ilícito y blanqueo de dinero. Al mismo Costa le fue descubierta una cuenta en Suiza con más de 18 millones de euros, y la policía tiene pruebas de la relación de Yousseff con varios negocios de Costa; también de que recibió dinero de empresas relacionadas con la petrolera. Ambos han llegado a un acuerdo con el juez: si testifican y dan información sobre el sistema de corrupción que, según sus afirmaciones, atravesaba todo el esquema de Petrobras, su pena bajará de los previsibles 40 años que les esperaban. Rousseff fue presidenta del consejo de administración de la petrolera.
La primera bomba-testimonio fue revelada hace varias semanas por la revista Veja, donde se aseguraba que Costa acusaba ya a más de una decena de políticos brasileños, incluidos diputados, senadores y exministros, de apropiarse de parte del dinero de la petrolera. Ahora, la delación va un paso más allá. Yousseff explica que tanto él como Costa se citaban, entre otras personas, con el tesorero del PT para entregarle la parte que reclamaba este partido. “Nos reuníamos en hoteles de Río de Janeiro o de São Paulo, o en la propia casa del, por decirlo así, agente político. Allí tratábamos de las cuestiones de las empresas que iban a participar en los concursos”, cuenta Yousseff. Es decir, las empresas pagaban “un peaje” a cambio de hacerse con un contrato millonario. Las cifras marean. Por ejemplo, en la construcción de la refinería de Petrobras en Pernambuco, en el nordeste de Brasil, según el testimonio de Yousseff, se pagaron cerca de 68 millones de reales (23 millones de euros) en sobornos. La prensa brasileña calcula que por este sistema se han desviado, en total, más de 10.000 millones de reales (más de 3.000 millones de euros).
Arlindo Chinaglia, un diputado del PT, especificó que en los tres meses que antecedieron al nombramiento de Costa, en 2004, el congreso brasileño, lejos de estar parado, presentó y aprobó un número considerable de enmiendas. De esta manera trató de desmontar el argumento de Yousseff (y de paso, sembrar la duda en torno a toda la delación).Yousseff va más lejos y asegura que un grupo de diputados presionó en 2004 al por entonces presidente Lula para que colocara al frente de la dirección de abastecimiento a Costa, a base de bloquear iniciativas parlamentarias. “En la época, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva se volvía loco, y tuvo que ceder finalmente y colocar en el cargo a Paulo Roberto Costa”. En una reunión con sindicalistas en São Paulo, el propio Lula negó el jueves estos hechos: “Estoy hasta el gorro de denuncias de corrupción en vísperas de elecciones”. Y añadió: “Siempre es lo mismo: llegan las elecciones y aparecen las denuncias, y nadie necesita probar nada”.
De cualquier modo, las acusaciones de corrupción que envuelven al PT, que se mantiene en el poder desde hace 12 años, marcan y marcarán el paso de la campaña electoral, del duelo entre Rousseff y Neves, que acaba el próximo domingo 26 de octubre. Rousseff acusa a la candidatura de Neves de espolear estas delaciones y de utilizarlas como munición electoral envenenada. “Qué extraño que esto siempre salga cuando faltan dos semanas para que la población vote”, dijo ayer, haciéndose eco de las declaraciones de Lula. Neves, por su parte, replicó: “Lo extraño son las delaciones mismas. Eso prueba que han robado en la mayor empresa del país. Y la presidenta no se indigna con eso, sino con el hecho de que se denuncie ahora”.

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