viernes, 31 de octubre de 2014

¡Que diferencia!


Pompeyo Marquez

Los resultados de las elecciones brasileras comienzan a marcar uan diferencia sustancial con la situación venezolana. La reelecta mandataria Dilma Rousseff recibe un país totalmente polarizado con la mitad en contra, para no decir con una mayoría en contra si sumamos a los abstencionista.
¿Cuál es la primera reacción de la presidenta reelecta? Ofrece llamar al diálogo y a cambios profundos para lo cual necesita unir al país. En Venezuela se dio una situación similar en las elecciones del 2013. ¿Qué hizo Maduro? Llamar a profundizar el socialismo del siglo XXI, continuar el “legado” de Chávez: un país destruido, un aparato productivo liquidado, una crisis económica profunda.
Maduro perdió la oportunidad del diálogo y convirtió a éste en una mascarada y en una burla al país. Son entonces dos maneras de conducir un gobierno, de interpretar una realidad: una de una democracia consolidada, otra, de una dictadura manejada por una camarilla militar-civil que se quiere perpetuar en el poder y que cierra toda posibilidad de alternabilidad, inclusive existiendo una mayoría partidaria de ésta.
Maduro debería verse en ese espejo, en el comportamiento de la Rousseff ante una victoria apretada, que no significa que se le dio un cheque en blanco para gobernar. Maduro escogió el camino de la confrontación y de la represión a la justa protesta por las demandas sociales que tenían un carácter pacífico, y fueron ensangrentadas, con detenciones en masa, torturas, juicios ilegales.
La Rousseff llama al diálogo para hacer progresa al Brasil, Maduro llama  a la confrontación que profundiza la crisis sistémica que padece Venezuela. Una crisis que es política, social, económica, cultural, educacional, sanitaria, que comienza a ser reconocida como tal por sectores del chavismo como el “Colectivo 5 de marzo”, que habla de un país “corrupto e inflacionario” y que ha sufrido también los embates del ministro policía recién destituido y ahora van por Diosdado. Víctor Alvarez habla de un gobierno de transición. Felipe Pérez y Nicmar Evans cuestionan la idoneidad de los asesores del gobierno en materia económica. Esta nueva realidad no se debe ignorar.

Queremos subrayar en este comentario la diferencia de actitud de ambos presidentes y que los consiguientes resultados tendrán que ser igualmente diferentes: en Brasil, consolidar una democracia, en Venezuela ¡conquistar la democracia!

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