Vicealmirante Mario Iván Carratú Molina: nos debe una disculpa
Sonia Osorio.
Mi colega Lisbeth de Cambra, secretaria general del Colegio Nacional de Periodistas (CNP), de Caracas, pronunció un discurso el pasado 30 de julio sobre cómo los periodistas venezolanos desafían la mayoría de los obstáculos impuestos por el régimen chavista para suministrar una información plural a una sociedad sometida a un bombardeo de anuncios oficialistas.
De Cambra enfatizó que “ejercemos un periodismo de guerra en aparente paz” donde los colegas son acosados, perseguidos, agredidos físicamente y algunos obligados a salir del país para pedir asilo, y pese a esas circunstancias adversas mantienen el compromiso, la mistica y la ética periodística.
Justo el mismo día en que la colega pronunciaba su discurso en Caracas, yo en Miami asistía al evento “Militares comprometidos por la libertad”, donde el orador principal fue el vicealmirante Mario Iván Carratú Molina y quien durante su disertación degradó y calumnió a los periodistas venezolanos, además de descalificar los esfuerzos de todos los sectores de la sociedad civil en sus aportes, equivocados o no, para contribuir al menos a denunciar la crisis que sufre nuestra querida Venezuela, tanto en el país como en el exterior.
Carratú afirmó, en una sala donde había apróxidamente más de 100 personas,: “¿Medios de comunicación?, Muertos. Un desastre. No existen, la ética periodística, el valor del reportero… Todos están aquí en Miami, bonitos, trabajando, eficientes, buenos sueldos, buena imagen…¨”. Pueden escucharlo a partir del minuto 6.24.
Y lo que es peor aún, Carratú se negó a retractarse de generalizar cuando así se lo exigió María Eugenia Pardo, la actual presidenta de la Asociación de Periodistas Venezolanos en el Extranjero (APEVEX) y de la cual me honro ser la fundadora junto con Yamileth Salazar y Belsay Hennig, quienes ahora integramos el Comité Asesor de esa organización.
Rechazo las aseveraciones del militar, quien parece desconocer los esfuerzos que realizan día a día mis colegas para preservar el derecho a la información de los venezolanos, a pesar de las graves agresiones que han sufrido. Las más recientes: al camarógrafo Alejandro Ledo lo golpearon salvajemente y posteriormente lo lanzaron desde el segundo piso de la alcaldía de Mario Briceño Iragorry, en el estado Aragua, el miércoles 3 de junio, causándole un edema cerebral.
Otro caso está relacionado con los colegas del diario El Aragueño cuando el pasado 19 de junio la periodista Beatriz Lara y el fotógrafo Alfredo Paradas se convirtieron en víctimas de funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) de la subdelegación Villa de Cura, según denuncia de las organizaciones Espacio Público y Expresión Libre.
Ambos fueron sometidos por los funcionarios del Cicpc y amarrados a un poste, recibieron golpes e insultos procaces. La periodista posteriormente fue obligada a desvestirse en una oficina, acusada de ocultar un arma de fuego.
¿Alegato para este repudiable hecho? Presunta conspiración del equipo reporteril en un supuesto plan de fuga de un grupo de detenidos que estaban siendo trasladados. Los colegas estaban reportando el traslado.
Al parecer, el señor Carratú no lee los periódicos de Venezuela, o ignora las informaciones que se publican sobre el alto costo que los periodistas se ven obligados a pagar por tratar de mantener informada a la sociedad, enfrentando en el proceso a un régimen decidido a usar todo el poder que tiene para silenciarlos.
Vicealmirante Carratú, nos debe una disculpa. Muchos de mis colegas en Venezuela han expuesto el “pellejo” en estas aciagas circunstancias para informar, denunciar y dar voz a la sociedad venezolana. No es cierto que todos los periodistas que ejercen la profesión en Venezuela violan la ética periodística. Tampoco es verdad que quienes nos encontramos en Miami estamos “bonitos trabajando” o tenemos un buen sueldo. Hay un gran número de colegas desempleados, viviendo prácticamente de la caridad y todo por intentar mantenerlo a usted informado antes de verse obligados a integrar la numerosa diáspora venezolana.
AUTORA: Sonia Osorio, directora de Pulso Venezolano.
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