jueves, 15 de diciembre de 2016

Perspectivas Económicas de América Latina: Lenta Recuperación en 2017

Alfredo Coutiño



(Infolatam).- En 2016 América Latina reportó su sexto año de desaceleración, después del repunte pos-recesión del 2010. El largo proceso desaceleratorio es consecuencia de la pérdida de capacidad productiva ocasionado por la falta de inversión. Sin embargo, en 2017 la región saldrá de su postración para reportar una ligera recuperación, resultado de la mejoría en la acumulación de capital y el consecuente avance de la productividad. Las perspectivas continúan sujetas a los riesgos externos, pero la fortaleza de la región depende más de la salud económica interna.
Desaceleración prolongada
América Latina continuó perdiendo aceleración en el 2016, al reportar su segundo año de contracción económica. La economía termina 2016 con una caída de 1.3%, después de una ligera contracción en el 2015. La región perdió capacidad productiva en los últimos tres años, después de que el crecimiento se estabilizó en 2012 y 2013 precedido por el repunte pos-recesión del 2010. Una anémica inversión ha sido la característica de los últimos años, con el coeficiente inversión a producto disminuyendo en siete de las ocho economías más grandes, excepto en Colombia.
La creciente volatilidad financiera de los últimos años ha tenido un efecto negativo para la región, pero no ha sido la razón principal de la debilidad de la inversión productiva. La recuperación––aunque lenta––del precio de las materias primas después de la recesión del 2009 distrajo nuevamente la atención de los gobiernos con respecto a la necesidad de profundizar las reformas estructurales. Como resultado, la región no implementó cambios significativos ni modernización importante en sectores clave. Esto agravó la acumulación de obstáculos estructurales, particularmente en el sector industrial.
Así, sin reformas profundas, insuficiente desregulación, y falta de mayor competencia, América Latina perdió atractivo ante la inversión externa. Asimismo, la prolongación de bajas tasas de interés en la región generó incentivos perversos que estimularon a los gobiernos a incurrir en mayores desequilibrios fiscales y endeudamiento, lo cual derivó en la aceleración de los déficits externos. Así, ante la falta de disciplina, la creciente vulnerabilidad de la región fue un elemento importante en el debilitamiento de la inversión productiva, con consecuencias negativas para el crecimiento económico.
La productividad, por otro lado, no ha sido un factor limitante del crecimiento económico latinoamericano de los últimos años. Con excepción de algunos pocos países, la productividad laboral––medida a través del producto por trabajador––ha aumentado a medida que el empleo se ha ajustado más rápidamente que la producción. Esto podría reflejar ya sea una ganancia en eficiencia laboral por mejor entrenamiento o simplemente un mayor ajuste del costo laboral. Dado que la productividad es esencialmente un resultado de la inversión en capital físico y humano y dada la debilidad mostrada por la inversión fija, el ligero avance de la productividad parece ser más el resultado de un mayor ajuste en el empleo. Todo esto confirma que la pérdida de capacida productiva en latinoamerica se explica más por la reducción de la acumulación de capital, lo cual se refleja en la disminución del crecimiento potencial.
Perspectivas y riesgos
Las perspectivas para el 2017 presentan una ligera mejoría dada la proliferación de agendas de reformas estructurales en México y en el Cono Sur, así como el final de las recesiones en Argentina y Brasil, y el contínuo avance de América Central. La mayoría de los países se encuentran en modo de normalización de sus políticas económicas y el consecuente ajuste de sus desequilibrios. La política monetaria ya se ha normalizado en Brasil, Colombia y México, mientras que continúa ajustándose en Argentina, está cerca de la neutralidad en Perú, y permanece expansiva en Chile. La política fiscal se ha estado ajustando en aquellos países con crecientes déficits públicos y endeudamiento.
Algunos países necesitarán dejar sus políticas en territorio restrictivo por algún tiempo, lo cual limitará el avance económico de la región. La lígera alza en el precio de las materias primas ayudará en algo, pero no será la principal fuente del crecimiento regional. A pesar de que la demanda externa avanzará lentamente, la competitividad ganada por las monedas latinoamericanas impulsará las exportaciones regionales.
En 2017 América Latina se beneficiará del regreso de Argentina y Brasil a territorio económico positivo, pero la recuperación de la región estará liderada por Perú en el sur y Panamá en el centro. Colombia avanzará a una mayor velocidad y Argentina repuntará sólidamente. Chile reportará una ligera mejoría. México, por su parte, se desacelerará como resultado del retraso en las inversiones ocasionado por la incertidumbre proveniente de los resultados electorales en Estados Unidos. Uruguay también reportará una ligera mejoría. Brasil finalmente dejará atrás dos años de recesión, reportando una ligera recuperación. Mientras que Venezuela entrará en su cuarto año de contracción económica. Así, América Latina reportará un avance de 1.4% en 2017, después de una contracción de 1.3% en el 2016. La inflación permanecerá por encima de su objetivo en la mayoría de los países como resultado de las depreciaciones cambiarias acumuladas.

El panorama para la región continuará sujeto a los riesgos externos, particularmente a la volatilidad financiera y a un eventual debilitamiento de la recuperación mundial, con consecuencias depresivas para el mercado de materias primas. En el frente interno, el principal riesgo deriva de un insuficiente ajuste de los desequilibrios macroeconómicos ante políticas económicas débiles. Bajo estas circumstancias, la vulnerabilidad interna continuará debilitando las defensas macroeconómicas de la región ante los choques externos.
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Twitter:  @AlfredoCoutino

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