viernes, 16 de diciembre de 2016

LA IMPORTANCIA DEL JUICIO POLÍTICO

Trino Márquez



El gobierno de Nicolás Maduro es enemigo del bienestar económico, del diálogo, el entendimiento y la paz. Actúa como provocador permanente que abusa del poder con el fin de desquiciar la tranquilidad e irritar la paciencia de los venezolanos.

En plena fecha navideña, cuando los billetes de cien bolívares  -que en cantidades industriales el gobierno mandó imprimir para pagar aguinaldos y utilidades- giran por todo el territorio nacional, ordena su retiro Las justificaciones, todas absurdas, no logran ocultar la agresión contra la gente más humilde, aterrorizada ante la posibilidad de perder el escaso efectivo en sus manos. ¿Había necesidad de semejante atropello? Desde luego que no. Solamente a un personaje que no puede seguir el ritmo del país, ni de la salsa,  podía ocurrírsele semejante disparate. La salida de circulación de esos billetes no desbarata las mafias que se pretende combatir, y mucho menos reduce la inflación galopante desatada durante los últimos meses. Los únicos perjudicados por esta medida atrabiliaria han sido los venezolanos. El abuso  está pagándolo caro. Su popularidad perforó el subsuelo. Es el mandatario más rechazado en la historia patria.

El diálogo fracasó por la tozudez de Maduro. No cumplió con ninguno de los compromisos contraídos en la Mesa de Negociación. Los presos políticos siguen encarcelados, las medicinas no han llegado porque el gobierno se niega a autorizar su ingreso y la Asamblea Nacional sigue siendo ignorada y agredida. El diálogo, en el cual mucha gente vio un mecanismo para resolver, o al menos atenuar, los graves conflictos existentes, fue dinamitado por Maduro y su gente. Si en el país se desencadena un estallido social de enormes proporciones, el único responsable será el gobernante. En sus manos estuvo la posibilidad de atenuar el conflicto y lograr un entendimiento con la MUD que permitiera resolver en paz las tensiones. El clima de inestabilidad se mantendrá. De nuevo en Venezuela fracasó el socialismo, la máquina más eficiente de generación de miseria y destrucción de la libertad. Maduro y sus adláteres no muestran ningún signo de cambio. Todo indica que persistirán en acentuar el modelo. La confrontación resultará inevitable.

Las fricciones entre el Ejecutivo y la Asamblea entraron en  la zona de colisión. El bufete de Maduro, el TSJ, se convirtió en el ariete para demoler las paredes del Parlamento. Fue una provocación irresponsable ratificar a Socorro Hernández y a Tania Damelio en el CNE, luego que la AN había cumplido con todos los trámites legales para el nombramiento de los nuevos rectores y que esta designación formaba parte de los acuerdos iniciales de la Mesa.

Se trata, desde luego, de la respuesta del régimen frente a la decisión de la bancada opositora de reiniciar el juicio político contra Nicolás Maduro. La validez del juicio resulta incuestionable. La iniciativa se congeló al iniciarse el diálogo. Al este interrumpirse por la impudicia del régimen, lo más lógico era que el proceso se reiniciase. Maduro es el primer y principal funcionario público del país y es susceptible de que se le aplique lo establecido en el Artículo 222 de la Constitución. Su responsabilidad política en el caos que impera en la nación y en la miseria que vive la mayoría de los venezolanos resulta inocultable e intransferible. En él recae la culpa principal de lo que sucede. Tiene que ser enjuiciado por el órgano que representa la soberanía popular y posee la legitimidad para hacerlo. La AN está comprometida a reafirmar su autoridad ante un mandatario que la acorrala y atropella de forma continua. No hacerlo sería incumplir con sus obligaciones. El pueblo votó por los diputados opositores para que controlaran, balancearan, el inmenso poder acumulado por el Presidente. Esa fue su forma de expresar el descontento frente al régimen. Si se hubiese sentido complacido con el desempeño del Ejecutivo, habría sufragado por sus candidatos, quienes, de paso, recibieron todo el apoyo de los organismos oficiales.

Maduro y su gobierno son enemigos jurados de Venezuela. Para enfrentarlos y vencerlos la MUD debe realizar los ajustes que permitan corregir los entuertos. 2017 será un año difícil. Hay que conseguir una victoria electoral categórica. La próxima meta será triunfar en las elecciones para gobernadores o adelantar las elecciones presidenciales. Para alcanzar cualquiera de las dos metas se requiere la unidad plena. Sólo con ella se vence a los enemigos poderosos.

@trinomarquezc

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