Pompeyo Márquez, Una vida dedicada a luchar por la democracia y la libertad
Ramón Hernández
El Nacional
El Nacional
Pompeyo Márquez confesó una vez que le habría gustado haber leído más literatura y menos a Marx, Lenin y toda esa trapisonda de textos que han constituido el capital ideológico de ese sueño fracasado que ha sido el socialismo: “Me educaron hablándome del inmediato derrumbe del capitalismo y lo que se desplomó fue el mundo socialista”. Murió ayer en la madrugada a los 95 años de edad de un paro respiratorio.
Militante político desde los 14 años, creyó colmada su más grande ilusión cuando llegó a Moscú en 1956 con un pasaporte falso, pero le tocó conocer el informe secreto que presentó Nikita Kruschev en el XX Congreso del Partido Comunista y supo de los crímenes de Stalin, de los gulags, de los fusilados y del culto a la personalidad. El colapso de la ilusión socialista.
De vuelta, mantuvo su militancia y su dedicación en la lucha contra la dictadura militar que comandaba Marcos Pérez Jiménez. Como Santos Yorme contribuyó con la unidad desde La Charneca hasta el Country Club hasta que la tiranía sucumbió. Escribía, se arriesgaba; Pedro Estrada nunca lo pudo atrapar.
El éxito de la guerra de guerrillas en Cuba ilusionó a los más ilusos, y sin darle oportunidades emprendieron contra la democracia que comenzaba. “Se impuso el gran error de la línea insurreccional, en lugar de la democracia y el pluralismo”.
Luego polemizó y rompió con Fidel Castro por su pretensión de que la lucha venezolana la dirigiera el Che Guevara, primero, y Arnoldo Ochoa, luego, que fracasó y abandonó el país en precarias condiciones. El MAS fue una bocanada de aire fresco hasta 1998, cuando los caminos se dividieron: “Seguí mi propia evolución, hacia la democracia y la libertad, para que nunca más tuviéramos otra dictadura”.
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