jueves, 29 de junio de 2017

LA PROVOCACIÓN

BERNARD HORANDE
"Lo que no se pudo con los votos, lo haríamos con las armas, liberaríamos la patria con las armas”…
Con estas insólitas palabras, Nicolás Maduro amenazó al país si, según él, "Venezuela fuera sumida en el caos y la violencia y fuera destruida la Revolución Bolivariana”.
Esto por supuesto, en ninguna democracia del mundo, Usted lo escucharía de quien supuestamente funge como Presidente de la República. Esta es la voz de un dictador, nunca de un demócrata.
Tal declaración, si se enlaza con otros hechos y declaraciones, comienza a configurar un patrón.
No es la primera vez que Maduro, en su desesperación de los últimos meses, aparece amenazando destempladamente. Antidemocráticamente. Causando alarma en sectores ya no solamente de oposición, sino en muchos conectados con el propio chavismo y especialmente, dentro de las propias Fuerzas Armadas que hasta ahora lo han sostenido.
Por otra parte, para nadie es un secreto que este año los cambios militares se han realizado de una forma totalmente inusual, tanto en su anuncio al país y su fecha (mucho antes del 5 de julio), así como en su concreción en lo referente a los actos correspondientes.
Importante señalar que, por primera vez, dos promociones castrenses fueron prácticamente saltadas y enviadas a sus casas. Un hecho sin duda tremendamente llamativo. ¿Qué está pasando dentro de la Fuerza Armada hoy? es la pregunta.
En paralelo, el 24 de Junio, Día del Ejército, no se realizó el desfile en el Campo de Carabobo, como es costumbre. En lugar de eso, Maduro se encerró en el patio de la Academia Militar, curiosamente resguardado por varios anillos de seguridad compuestos por 12 guardaespaldas (muy probablemente cubanos).
Su discurso lo dio con cara de asustado, preocupado, temiendo que ocurriera cualquier cosa que no estuviera enmarcada en un guión a su medida, previamente acordado.
La decisión de realizar una Asamblea Constituyente en las condiciones que se ha hecho también resulta alarmante. Esto, porque para llevarla a cabo a troche y moche se están violando preceptos muy claros establecidos en la Constitución Nacional, así como en todas las leyes inherentes a procesos electorales.
Es una huida hacia delante que está llevando al país a una encrucijada obligada altamente peligrosa. Un punto de quiebre para lo que hasta ahora ha sido la República de Venezuela como la conocemos.
La Asamblea Constituyente es una amenaza real. Con fecha fija de celebración. Y Maduro pareciera querer forzar la barra. La barra militar.
Sabe que el 90% del país lo rechaza ferozmente como Presidente. Sabe que esta Asamblea Constituyente no goza de apoyo, más bien más del 70% del país la desaprueba. Que no iría a votar ni el 10% de los venezolanos.
Sabe también que sus bases de apoyo fundamentales, la FANB y el TSJ, pueden en cualquier momento comenzar a hacer aguas en forma masiva, gracias a la presión de la protesta social y política protagonizada y apoyada por la enorme mayoría de los venezolanos.
Y sobre todo sabe que ni él, ni quienes le acompañan aquí y afuera, tienen la mínima posibilidad de ofrecer soluciones a la catastrófica situación del país. Ello en virtud tanto de su comprobada ineptitud como de la basura de la que tienen lleno el cerebro en cuanto a ideas se refiere.
Pero Maduro prefiere salir por las malas. Hace el aguaje de que está combatiendo hasta las últimas consecuencias. Falso.
Su mejor negocio, según él, es que lo depongan. Un golpe militar. Representa su mejor salida. Porque es la que le da, según su perspectiva, vida política después de esta hecatombe.
Quiere aparecer como mártir. Estrategia que les encanta a los comunistas. Sólo ver cuánto beneficio le ha sacado Cuba al papelito.
Maduro quiere danzar por el mundo, exigiendo su regreso al poder. Gritar a los cuatro vientos que "unos gorilas, dictadores, me sacaron del poder, exijo que me restituyan".
Con la esperanza de regresar triunfante, cual Chávez un 13 de Abril. Con una cara bien lavada. Con maquillaje de demócrata. Con actitud de víctima.
Maduro fuerza la barra al máximo provocando a todos los actores políticos, nacionales e internacionales, para que su óptimo escape también sea su mejor posibilidad de regreso. Para continuar.
Por supuesto, está calculando mal.

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