domingo, 25 de junio de 2017

PEQUEÑA CRÍTICA DE DISPARATE


FERNANDO RODRIGUEZ

A Pompeyo, este dolor inesperado, quien mucho me enseñó de lo que sigue.

Una profesora ucevista me paró hace unos días y me dijo que escribiera el domingo siguiente una información que tenía del hermano de su suegra, oficial retirado, y es que al puerto de Guanta había llegado un barco repleto de sirios que eran los que iban a dirigir en adelante la represión, vestidos todos de negro. En vano le dije que los sirios vivían muy lejos y estaban muy ocupados con su guerra, que si era por bestias sádicas aquí sobraban, como se veía en cada marcha, y que eso del traje negro me parecía particularmente raro, muy hollywoodense. Me miró de arriba abajo.
Creo a pies juntillas que mucho mal nos hace, hablo de opositores a la tiranía, el andar diciendo extravagancias “radicales”, valga decir, eludiendo la verdad y sus exigencias, que ella y solo ella ha de conducirnos a estrategias adecuadas para superar el horror en que vivimos. Por lo cual he sacrificado una inusual afluencia de temas importantes (OEA, antejuicio de mérito a la fiscal, cambios en el gorilaje, agenda de la MUD) por decir una perogrullada que en algo pudiese ayudar al uso del buen sentido, en esta era de la posverdad y en un país con uno de los gobiernos más mentirosos del mundo, unos cuantos laboratorios de infamias y una prensa, a veces muy noble, golpeada por la penuria.
Hay una regla del método científico que consiste en preferir las explicaciones simples a las complejas, siempre que no haya criterios firmes, demostraciones, para optar por las segundas: la viejísima “navaja de Okham”. Lo que podría evitar que rotundos opositores se la pasen diciendo cosas estrambóticas sin prueba alguna, como cualquier Maduro, Reverol o Cabello... Lo cual colabora con la general confusión y podría hacer útil esta prudente disposición.
Un solo ejemplo, rotundo pienso. Usted está enterado de que la fiscal Ortega ha dicho unas cuantas cosas de grueso calibre que han puesto a tambalear el gobierno criminal. Hasta tal punto que se puede considerar que es la mayor victoria, en el muy ansiado terreno enemigo, con que hemos contado hasta hoy. Qué pasó en las profundidades de la psiquis de la aplaudida dama, les confieso no solo que no lo sé, sino que no me interesa para nada. Me atengo a la simple constatación de cuánto ha sumado, ante nuestros asombrados ojos, a la causa de la resistencia a la banda de tiranos. Tanto que al muy divertido Carreño, de pública disfuncionalidad mental, se le ha ocurrido el desvarío extremo de que la señora está loca de atar y debe ser destituida. O Iris Valera, que ha procedido a devorarla verbalmente, depredadora de cuidado que yo temería más que a varios colectivos juntos. O que Cabello y otros desmelenados que han jurado que apenas se instale la asamblea, el primer día, la primera hora, saldrían a buscarla para darle justo castigo. Esta es una explicación simple que se atiene a una lectura mediática poco inquisidora, cándida.
Pero usted no, ya sé. Usted siempre anda mosca y no se come el cuento de esa conversión inusitada. Detrás de eso hay una patraña concertada con Maduro, seguramente elaborada por Raúl Castro y el G2 cubano, los de aquí son muy brutos para maniobras tan barrocas, que terminará en otra engañifa para la resistencia, algún diálogo zapatérico adormecedor que mermará su capacidad bélica que es la única en que usted cree, a pesar de sus más bien acomodaticias costumbres. No abundo en los detalles que usted agrega, algunos muy concretos y que saca de fuentes vedadas a compatriotas más crédulos, extraídas seguramente de algún pozo séptico de las redes. Es, sin duda, una explicación mucho más elaborada y compleja que la mía. Lo que sucede es que usted debería aportar para hacerla comestible, en sano uso de la razón, un conjunto de demostraciones de la más diversa índole, desde psicoanalíticas hasta politológicas, que nunca aparecerán, nunca. Le confieso que prefiero, amo más mi simpleza y sus muy visibles sustentos que sus osadas hipótesis de hablador de bolserías.
Ya las cosas están bastante complicadas y difíciles, por favor no le agregue más disparates lógicos, fuentes misteriosas y proyecciones de sus retorcimientos y penumbras. Necesitamos dar en el clavo, desesperadamente.

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