CHAVEZ Y LA
TRANSPORTACIÓN DESINTEGRADORA DE “VIAJE A LAS ESTRELLAS”
Hacia mediados de los años sesenta había una serie en tv que
no me perdía por nada del mundo. Las aventuras interestelares del capitán James
Kirk y Mr. Spock, protagonizadas espléndidamente por Willian Shatner y Leonard
Nimoy, nos llevaban a otros mundos y a conocer criaturas a cual más extraña.
El muchacho de la época que no la siguiera no estaba en nada.
La serie también nos mostraba los grandes avances tecnológicos
y científicos que estaban esperando al hombre en el futuro. Y había uno que nos
maravillaba. Se trataba del mecanismo que utilizaban los tripulantes para
trasladarse desde el Enterprise -que así era como se llamaba la nave que los
llevaba y traía por esos caminos de Dios- a cualquier sitio, planeta, asteroide
o nave que se les ofreciera.
El mecanismo en cuestión consistía en que la persona a
trasladar debía colocarse en una plataforma sobre la cual se proyectaba una
suerte de grueso rayo -¿un láser?- que la desintegraba para enviarla al sitio
deseado, ya determinado, por supuesto, por las coordenadas respectivas.
En no pocas oportunidades, tal artilugio fantástico de
transportación salvó de un tris a
nuestros héroes de perder la vida, de ser engullidos por un monstruo o morir
por la explosión de un planeta.
¿A qué viene toda esta evocación?
Pues mire usted, querido lector, ese mecanismo maravilloso ya
está al alcance de nosotros los venezolanos y no lo sabíamos. La revolución
bolivariana no sólo ha puesto dos satélites en órbita, ahora nos sorprende con la
tecnología de transportación interestelar, mediante desintegración, de nuestro
admirado Enterprise del Viaje a las estrellas.
¿Que esto es un choteo producto de mi antichavismo? Pues
definitivamente, ¡no!
Y paso de inmediato a demostrarlo de manera categórica e
indubitable.
El día de hoy 16 de Enero de 2013, como es costumbre que aun
no abandono, vi el sumario de la Gaceta Oficial de la República No. 40.090.
Y cuál es mi sorpresa. Pues, que en tal Gaceta observo que
mediante Decreto Presidencial No. 9351 de fecha 15 de los corrientes, es
designado Ministro de Relaciones Exteriores el señor Elías Jaua. Pero la
sorpresa no viene dada por el disparate de nombrar a alguien que no tiene el
mínimo conocimiento ni experiencia alguna en ese ámbito importante para
cualquier país. Viniendo de quienes viene, no me extraña en modo alguno tal absurda
elección.
Si se lee bien el texto del Decreto en cuestión, se verá la
expresión “dado en Caracas…” y lo firma el presidente Hugo Chávez Frías.
Responda, usted, señor lector ¿en qué momento el presidente
se apersonó en Miraflores para firmar tal Decreto?
¿Acaso no se conoce que está enfermo aún en La Habana, al
menos según los partes oficiales? ¿Cómo hizo para estampar su firma en Caracas
en ese documento, tal y como se lee en la Gaceta Oficial?
¿No será que nos están engañando porque resulta que el hombre
ya está aquí?
No seamos mal pensados. No hay engaño alguno. No se trata de
la aplicación de la novedosísima jurisprudencia de las ausencias presenciales o
las presencias ausentes, o del ejercicio pleno de un cargo público pero en
ausencia. Tampoco se trata de lo que dicen los guasones sobre que el
nombramiento de Jaua es producto de un malentendido de Maduro, que confundió una
frase de Chávez en CIMEQ: “Agua,
Canciller”, con la de “Jaua,
canciller”.
No nos devanemos los sesos. Definitivamente, estoy
convencido, la revolución dispone del artilugio de transportación desintegradora
que tanto nos asombraba en el siempre recordado Enterprise de Viaje a las
estrellas.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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