MÁS PETROLEO ¿MENOS DEMOCRACIA?
Emilio Nouel V.
Sobre el tema de la relación entre petróleo y política se ha
escrito mucho. Recientemente, algunos interesantes estudios han sido realizados
por varios investigadores.
De uno de sus trabajos he tomado prestado el titulo de estas
líneas. (“More oil, Less democracy: evidence from Worldwide
Crude Oil Discoveries”, de Kevin Tsui, The Economic Journal, 2011)
En estas inverstigaciones se ha pretendido demostrar la tesis
de que mientras más recursos financieros tengan los dictadores de países
petroleros, más disminuidas se verán la democracia y las libertades de esas
naciones.
Thomas Friedman, laureado periodista norteamericano y autor
de varios best sellers sobre la Globalización (“The Lexus and the Olive”, “La
Tierra es plana”), formuló la que él llama la “Primera Ley de la Petropolitica”, en un artículo publicado hace
unos años en la revista Foreign Policy.
En estos días que corren, ha afirmado que la ley que enunció
se mantiene, toda vez que el comportamiento de ciertos países lo confirma.
Este escritor escribía en aquel año que los precios del
petróleo y el camino hacia la libertad siempre se mueven en direcciones
opuestas. Y para demostrarlo, tomaba como ejemplos los gobiernos de
Ahmadinejad, Putin y Chávez.
La referida “ley” la presenta de la forma siguiente: “El precio del petróleo y el camino de la
libertad siempre se mueven en direcciones opuestas en los países ricos en
petróleo. De acuerdo con esta Primera Ley de la petropolítica, mientras más alto sube el precio global del crudo,
más se erosionan la libertad de opinión, la prensa libre, las elecciones
libres, la independencia judicial, el Estado de derecho y los partidos
políticos independientes. Y estas
tendencias negativas son reforzadas por el hecho de que mientras son más altos los
precios, menos sensibles son los líderes petroleros a lo que el mundo piensa o
diga de ellos. Por el contrario, cuando los precios son más bajos, la mayoría
de los países petroleros se ve obligada a un sistema político y a una sociedad
más transparentes, más sensibles a las voces opositoras y más concentrados en
construir estructuras legales y educacionales que maximizan las capacidades de
sus pueblos, para competir, iniciar nuevas empresas y atraer inversiones
extranjeras. Al caer los precios, los lideres de estos países son más sensibles
a lo que desde afuera piensan de ellos.”
El interés de este tema para cualquier venezolano es obvio,
sobre todo, por la historia política que ha vivido Venezuela y la situación que
vive en la actualidad, sin olvidarnos de las repercusiones que un país
petrolero como el nuestro tiene en el entorno regional y más allá.
Se ha señalado que este tipo de países petro-autoritarios, a largo plazo, podría erosionar la estabilidad
mundial, aunque su amenaza ideológica y estratégica no sea de la misma magnitud
que la planteada por el comunismo en la época de la Guerra Fría.
La que se conoce como la petrodiplomacia
chavista, cuya justificación es, según sus propulsores, la integración y la
solidaridad con los pueblos pobres de la región y de otros continentes,
responde principalmente, a nuestro juicio, a la salvaguardia y sostén de un
proyecto político-ideológico de corte autoritario y militarista muy claro. El
discurso solidario es sólo fachada para el público de galería.
Debe recordarse que la cooperación solidaria, por ejemplo,
con los países centroamericanos y del Caribe, por la vía de otorgarle créditos
y precios preferenciales de petróleo venezolano, siempre existió en los
gobiernos anteriores al de Chávez. No hay nada nuevo en eso. El Acuerdo energético
de San José suscrito entre Venezuela y México lo testimonia, el cual incluía un
esquema de cooperación para financiar proyectos de desarrollo.
Pero la petrodiplomacia
chavista ha ido más allá. Con ella se ha ayudado a países más desarrollados,
como Argentina y Uruguay, e incluso y de manera insólita, a poblaciones de
países desarrollados (EEUU).
Lo de la ayuda a Cuba ha sido la gota que ha colmado el vaso
en materia de petrodiplomacia. Este país pasó de la “ubre” financiera de la Unión Soviética a la de Venezuela. Y para
rematar, en la actualidad se da la insólita situación de que el gobierno
venezolano, en los asuntos de Estado, depende de los dictados de la tiranía
cubana.
En el caso de Venezuela, la ley de Friedman pareciera ser
corroborada por los hechos. Mientras más suben los precios internacionales del
petróleo, más recursos percibe el gobierno para sus programas de subsidios y
reparto clientelar de recursos a lo interno del país, y para las dádivas a
países extranjeros. Esto le ha permitido mantener un apoyo electoral
mayoritario e ir reduciendo progresivamente las libertades públicas (políticas
y económicas) mediante acciones y leyes que apuntan al establecimiento
definitivo de una tiranía. Disponer de ingentes recursos financieros para
comprar en el exterior le ha granjeado amistades extranjeras que voltean hacia
otro lado cuando perpetra violaciones constitucionales y legales.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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