Merval Pereira
Hemos vivido en los últimos tiempos en América Latina situaciones de inseguridad jurídica que colocan la democracia en peligro, incluso donde ella es una apariencia como en Venezuela.
Nuestra política exterior da señales de que toma decisiones con base en intereses políticos regionales como ahora con la situación en Venezuela. Un curioso caso de autogolpe se está desarrollando en aquel país sin que ningún paso haya sido dado para evitar que el más reciente miembro del Mercosur hiera la cláusula democrática, la misma que hizo que Paraguay fuese suspendido del grupo después de derrumbar del poder del presidente Fernando Lugo, dentro de las reglas en vigor en aquel país.
Capitaneados por Brasil, los países del Mercosur reconocieron la ilegalidad de la separación del presidente paraguayo y abrieron camino para recibir en el grupo a Venezuela, una democracia apenas formal, donde todos los Poderes son dominados por el presidente Hugo Chávez.
Imposibilitado de comparecer a la Asamblea Nacional para tomar posesión del nuevo mandato el 10 de enero, Chávez, internado en Cuba y aparentemente en estado terminal, puede continuar presidiendo el país incluso sin saber lo que está ocurriendo, gracias a una maniobra que sus seguidores están armando en Venezuela. ¿Y por qué los chavistas temen enfrentar el futuro sin la presencia física de su líder?
No parece probable que la oposición tenga condiciones de vencer en las próximas elecciones, pero lo que todo indica es que las fuerzas chavistas no están suficientemente unidas paras enfrentarla en las urnas. La oposición venezolana es parecida con la brasileña, está organizada electoralmente cuando se trata de elección presidencial, pero no tiene capacidad de actuación política parlamentaria. En Brasil, la oposición ha tenido en promedio 40% de los votos, llevando siempre la elección presidencial para la segunda vuelta, pero pierde las elecciones regionales y está disminuida en el Congreso, con la menor representación de los últimos tiempos.
En Venezuela, la oposición tuvo una buena votación en la última disputa presidencial con Henrique Capriles, para en seguida perder en 20 de los 23 estados. La ausencia física de Chávez en una eventual elección no debe favorecer a la oposición, pero los chavistas intentan posponer al máximo ese resultado haciendo interpretaciones escandalosas de una Constitución aprobada por ellos mismos. Al contrario de Brasil, donde la mayoría de los jueces fue indicada por los gobiernos petistas y demostró independencia, en Venezuela la Suprema Corte es dominada por el chavismo y sigue sus orientaciones al dedillo.
Todo parece indicar que, ante la realidad de una ausencia permanente del líder, las diversas alas del bolivarianismo se debaten internamente, anunciando el inicio del fin de un movimeinto que dominó al país en los últimos años En tanto no fueren obligados a encarar la realidad, quieren fingir que el "Comandante" continua en el poder. Y el sucesor escogido, el vicepresidente Nicolás Maduro, quedará en el poder "de facto" para disputar la elección "en el cargo" visto por el electorado como el nuevo Comandante. Y la Constitución que se pudra.
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